http://www.despertardelsur.com/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=39051:tolerancia-valor-que-debe-de-fomentarse-plantea-ieem&catid=9:edomex&Itemid=6
http://www.poderedomex.com/notas.asp?id=78276
http://www.ieem.org.mx/cefode/publicaciones/lineas_editoriales/reflexiones_dercho_electoral_catalogo_y_descarga.html
y musulmanes en la cuenca del Mediterráneo y el impacto
de la conquista y colonización española han influido
en el desarrollo global de Latinoamérica y México, a eso
se suman los efectos de la expansión del mundo globalizado
del siglo XXI.
concretamente de la España del siglo XIII, descritos y transcritos en esta tesina con la que obtuve el grado de Maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac.
Publicación de distribución gratuita
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Tolerancia durante el siglo XIII en la
Península Ibérica y la intolerancia
en la actualidad mexicana
Tolerancia durante el siglo XIII en la
Península Ibérica y la intolerancia
en la actualidad mexicana
SILVIA PADILLA LOREDO
Tolerancia durante el siglo XIII en la
Península Ibérica y la intolerancia
en la actualidad mexicana
Silvia Padilla Loredo
Primera edición, 2012
© 2012 Instituto Electoral del Estado de México
Paseo Tollocan núm. 944, col. Santa Ana Tlapaltitlán,
C. P. 50160, Toluca, México
ISBN 970-9785-39-7 (Serie)
ISBN 978-607-9028-28-2
Los juicios y afirmaciones expresados en este documento son
responsabilidad de la autora.
Impreso en México
Publicación de distribución gratuita
Ilustración de la portada:
Tarde de columpios
Acrílico sobre tela, 130 cm x 62 cm, 2001
María Trinidad Monroy Vilchis
Entre los hombres como entre las naciones,
el respeto al derecho ajeno es la paz.
Lic. Benito Juárez García
7
Introducción
Desde la antigüedad
existen condiciones de interrelación
entre los países de Europa y África y, desde fines del siglo
XV, con América, que inciden en el desarrollo económico,
político y social actual. Desde una perspectiva histórica,
es posible analizar el presente revisando el pasado.
Durante los siglos XI, XII y parte del XIII, los gobernantes
de diferentes reinos de Europa, por motivos
económicos, políticos y religiosos, promovieron las cruzadas:
guerras sangrientas, acciones violentas de ocupación
en diferentes regiones, que habían sido invadidas
por los musulmanes, entre otras la de África, donde hoy
ocupan esos territorios diferentes países árabes (Padilla,
2002, pp. 133-135).
Esos hechos históricos determinan que en la Península
Ibérica hubiera una confrontación entre cristianos,
judíos y musulmanes durante muchos siglos, derivando
en la expulsión de los judíos de España en 1492, no sin
antes tratar de convertirlos al cristianismo. Las diferencias
religiosas han marcado fuertes procesos de unidad y lucha
durante siete siglos de dominación musulmana.
En
El espíritu de Córdoba (Antaki, 2002) se señala
la importancia de la influencia cultural musulmana, que
perdura hasta nuestros días, en la literatura, la arquitec
tura y, en general, las artes. La coexistencia, a veces pacífica
y en otras ocasiones violenta, entre judíos, cristianosy musulmanes en la cuenca del Mediterráneo y el impacto
de la conquista y colonización española han influido
en el desarrollo global de Latinoamérica y México, a eso
se suman los efectos de la expansión del mundo globalizado
del siglo XXI.
Por lo anterior, resulta importante sacar a la luz
una investigación, cuyo nombre original fue
Tolerancia relativa
en la época de Jaime I de Aragón en la Península Ibérica, donde examino diferentes conceptos de tolerancia e intolerancia social y religiosa, retomando aspectos históricos y teóricos en un periodo crítico de la historia de occidente,concretamente de la España del siglo XIII, descritos y transcritos en esta tesina con la que obtuve el grado de Maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac.
Este estudio enmarca las disputas por el poder político que se dieron después de las cruzadas, etapa en la que los factores de poder de que disponían los cristianos eran cada vez más fuertes, pero les impedían desaparecer a los musulmanes que se habían arraigado en sólidas comunidades y lo mismo pasaba con los judíos, quienes tenían a su favor la fuerza económica y sus conocimientos en lenguas, pues éstos eran políglotas y buenos negociadores de tratados económicos y políticos.
La conexión entre aquella época y la actualidad es que la tolerancia se vuelve un asunto obligado: después de procesos bélicos devastadores y en un momento en que el desarrollo económico se riñe con la sustentabilidad del desarrollo social y político. Una estrategia para ser tolerantes es a través de la palabra, en aquel momento organizada mediante disputas (hoy podrían equipararse a los debates).
Los debates permiten a los votantes tener escalas de medida entre lo que los candidatos dicen y las acciones realizadas a lo largo de sus trayectorias políticas, no sólo personales sino en función de las tendencias políticas, partidos y organizaciones que representan. Cuando el debate se anula y la palabra es acallada resurge el fenómeno de la intolerancia. En el México de hoy, como
Ackerman (2011) señala:
Por primera vez desde la pacificación de las fuerzas revolucionarias
a principios del siglo XX, emergería el peligro
real de la cancelación de las elecciones federales y la imposición de un golpe de Estado desde las cúpulas militares y
con respaldo de la jerarquía católica… Ante la estrepitosa caída de las preferencias electorales para el Partido Acción
Nacional, la cancelación de las elecciones caería como anillo al dedo a Calderón quien inmediatamente aprovecharía
para alargar su propio mandato y fortalecer aún más el poder de las fuerzas armadas y la Iglesia. (p. 45)
Pero ¿qué tiene que ver el conflicto cristiano-hebreo- musulmán con el México de hoy? La respuesta no es simple, no obstante se plantea porque el análisis del siglo XIII en España permite localizar algunos elementos teóricos que vinculan cuando menos tres formas de sentir, ver y vivir la vida de quienes profesaban tres religiones —cristianos, judíos y musulmanes—, que coexistieron por más
de siete siglos bajo el poder musulmán en la Península Ibérica. Muestra las características de la dominación en la Alta Edad Media y la forma en que, bajo las cruzadas, se recuperaron territorios que prefiguraron el periodo denominado Baja Edad Media en la que se da el germen del mercantilismo y la transición al capitalismo.
10 11
con gran parte del Mediterráneo (Duby, 1987; Vinces, 1991; Gilbert, 1998).
Las categorías básicas de esta investigación para explorar el tema de la tolerancia son la economía, la
política, la religión, la literatura y, en menor medida, la arquitectura. La economía se analiza a partir de las relaciones comerciales, la especialización de los cultivos en la agricultura, la elaboración de quesos, el papel de los préstamos y el financiamiento de las cruzadas
, en el que los judíos juegan un papel importante. El aprovechamiento
de la geografía económica, en que se encuentra ubicada la región del mediterráneo, provocaba
la necesidad de contar con población que aprovechase
esas ventajas de desarrollo económico, como uno de los
factores condicionantes de la tolerancia relativa.
de la geografía económica, en que se encuentra ubicada la región del mediterráneo, provocaba
La cuestión política se aborda a partir de las relaciones que se dan entre el Rey, que representa a la Corona —como un poder civil— y el poder eclesiástico; así como por la influencia de sus antecesores, entre quienes se encuentra Fernando I, que se proclamó Rey de judíos, cristianos
y musulmanes en el ejercicio de su reinado, porque logró tener y proporcionar respaldo, de una u otra manera, a los habitantes que profesaron esas tres religiones.
La tolerancia, inscrita bajo el análisis político del periodo estudiado, se encuentra en la inclusión de cristianos, judíos y musulmanes en la toma de las decisiones, en las Cortes y en los diferentes órganos de poder del reino y sus comarcas, que en aquel entonces tiene un impacto directo de la figura del Rey hacia la población que practicaba diferentes religiones, se le agrega el adjetivo de
relativa porque sus actitudes no siempre fueron
constantes ni permanentes, quizá por las presiones eclesiásticas a que estaba sometido.
En estos primeros años del siglo XXI sólo han cambiado los actores, los nombres de países que ocupan territorios para saquear sus materias primas o el tipo de armas, las cuales son cada vez más destructivas, por lo que las guerras convencionales son distintas en su duración e impacto, pero con los mismos fines: el sometimiento de un país o región a otro país o bloque de países.
La búsqueda de territorios que permitieran el crecimiento
económico en el siglo XIII es similar a la lucha
actual de los Estados Unidos por el control de espacios
estratégicos, especialmente de la producción petrolera,
pero las necesidades de desarrollo económico de los reinos
conquistados, de aquel entonces, obligaban a conquistar
con la fuerza, pero a convencer por la palabra a
quienes se les perdonaba la vida y se negociaba la forma
de seguir viviendo a cambio del impulso del desarrollo
económico precapitalista, del que en mayor o menor
medida se beneficiarían todos.
Cuando el Rey Jaime I y sus Cortes buscaban la
consolidación de los terrenos conquistados debían pensar
ya no en procesos coercitivos, sino en la combinación
de los mismos con el consenso que legitimara las acciones
e impidiera que la disidencia fuese un obstáculo para
el comercio y los negocios. Así, los motivos religiosos podían
pasar a un plano menor en el incipiente desarrollo
del capitalismo, de ahí que en el ejercicio del poder se
utilizaran mecanismos de tolerancia relativa.
En el siglo XIII se perfilaba la pugna —abierta
o soterrada— entre los poderes civil y eclesiástico por
el dominio de territorios conquistados en la Península
Ibérica, particularmente el reino de la Corona de
Aragón, que en los siglos XIV y XV representaba cerca
de un tercio de la península y se complementaba
12 13
El aspecto religioso abarca una época en que el
islam —en la Península Ibérica— no ha terminado de
morir y el cristianismo no se ha consolidado, donde los
judíos son grandes beneficiarios, en cierto momento, y
terminan siendo expulsados de estos territorios al igual
que los musulmanes, posteriormente.
Un arma privilegiada después de la artillería de
fuego, al terminar las cruzadas es
la palabra, especialmente
la de los libros sagrados de cristianos (la Biblia) y judíos
(la Torá) que serán defendidas por ellos a través de
disputas. La disputa de Barcelona se da en un momento
excepcional en el que se combinan diversos factores, los
judíos son invitados a defender sus creencias, convocados
por el Rey; porque a los judíos, aun cuando no aceptan
las creencias del cristianismo se les respetó durante un
tiempo, a diferencia de los musulmanes que en todo este
periodo de la reconquista (que no se analiza aquí), sí tuvieron
oportunidad de debatir sus creencias, pero es evidente
que fueron expulsados paulatina y selectivamente
de la Península Ibérica, en la medida en que se fue consolidando
el cristianismo. Sólo se les toleró mientras los
cristianos fueron una población minoritaria.
Otra forma de mostrar la existencia de la tolerancia
es en el arte, la filosofía y la literatura. Averroes,
Tomás de Aquino y Maimónides son personajes de indiscutible
trascendencia en la filosofía. Los tres bajo diferentes
ópticas nutrieron sus pensamientos en la relación
que sostenían unos con otros.
En el caso de la arquitectura, no se destruyó totalmente
lo existente, de tal forma que en la actualidad
se conservan construcciones como la Plaza de San
Jaime —en la ciudad de Barcelona— donde perviven
el arte románico, gótico, mozárabe y mudéjar en interesantes
combinaciones simbióticas, con adecuaciones
modernistas.
La producción literaria se ve influida por el verso
y la prosa de diferentes temáticas; el carácter épico
de obras como el
Poema del Mío Cid (Anónimo, 1991),
La canción de Roldán
, la literatura mística de Gonzalo de
Berceo, las elegías de Abel Beka o Abu al Baqa y la diversidad
temática de Sem Tov de Carrión, entre otros,
muestran la interdependencia y combinación de estilos
literarios.
El fenómeno intelectual, artístico y cultural refleja
una tolerancia relativa, donde cristianos, judíos y
musulmanes se reconocen unos a otros compartiendo
y construyendo una identidad hispana, este fenómeno
se expresó con mayor intensidad en Castilla.
La estructura de este estudio muestra un acercamiento
al concepto de
tolerancia relativa; después esboza
el ambiente que se vivía en la Península Ibérica y el reino
de Aragón. También hace alusión a las principales características
de la vida de Jaime I, a las batallas y acuerdos
principales que le permitieron consolidar e incrementar
su reino; así como la relación que estableció con las Cortes,
la población y la Iglesia católica. En lo referente a las
órdenes mendicantes daba prioridad a la Orden de los
Dominicos, por el papel destacado que éstos tuvieron
en el reino de Aragón, en la formación de las escuelas
de lenguas y el estudio de la religión, las costumbres y la
cultura de otras comunidades que profesaban creencias
distintas a la católica, con fines de evangelización.
Finalmente, se aborda el contexto y resultados de
la disputa de Barcelona, como un ejemplo del carácter
relativo y temporal de la tolerancia de Jaime I; se menciona
la importancia de utilizar las experiencias pasadas
14 15
con la mirada en las necesidades de explicación que
exige el presente, partiendo de la hipótesis de que actualmente
hay países que saquean materias primas, desertifican
territorios dejándolos despoblados, utilizan
armas cada vez más destructivas —a las de las guerras
convencionales en las que su duración e impacto es diferente,
pero el sometimiento de un país o región a
otro país o bloque de países no ha cambiado (Gassino y
Riobó, 2004, pp. 30-48)—, hacen uso indiscriminado de
la fuerza bruta del Estado, es decir, del abuso de la violencia
contra las minorías disidentes y, en muchos casos,
se ha cancelado el diálogo y la concertación.
Internacionalmente hay un resurgimiento de los
fundamentalismos nacionalistas y religiosos promovidos
o exacerbados por potencias extranjeras, utilizando
pretextos para invadir países, como ocurrió en fechas
posteriores al 11 de septiembre de 2001, después de que
fueron atacados el Pentágono y las torres del World Trade
Center (Nueva York), que tenían un valor simbólico
del poder financiero de los Estados Unidos. Con el pretexto
de ese hecho
Habrá una diferente relación entre los Estados Unidos y el
resto de los países del mundo y una nueva distribución del
poder, que se manifestará preferentemente en el orden militar
y el empleo de las fuerzas, que abarcará también otros
campos no militares. (Gassino y Riobó, 2004, p. 93)
Por otro lado, “la ONU se presenta cada vez más
como un superestado mundial, que tiende a gobernar
todas las dimensiones de la vida, del pensamiento y de
las actividades humanas, ejerciendo un control cada vez
más centralizado de la información y del conocimiento…
la estrategia que siguen algunas de sus agencias es
combatir a la pobreza eliminando a los pobres… propone
estrategias para disminuir el número de comensales
en la mesa de la humanidad” (Gassino y Riobó, 2004,
pp. 115-116). Con el respaldo de esta organización internacional,
en los siguientes años se inició un proceso
contra los gobiernos que no eran afines al gobierno
norteamericano, se declaró la guerra a Irak en marzo de
2003 por parte del presidente norteamericano Bush, sin
que pudiera demostrar que en ese país estuvieran fabricando
armas nucleares como justificación inicial para la
invasión a ese territorio; ocupación que por cierto concluyó
el 31 de diciembre de 2011, según compromisos
del presidente Barack Obama.
Existen analogías históricas, pues mientras que
los llamados cruzados de los reinos europeos iniciaron,
hace cerca de mil años, la reconquista de las tierras santas,
después de que los musulmanes habían conquistado
siete siglos antes territorios de lo que hoy es España y
de otros países de Europa, ahora se repite esta situación
con el bloque militar de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) mediante una guerra contra
Libia de sólo 227 días, con la cual Estados Unidos vence
a las tropas de Muamar el-Gadafi, con el apoyo de los
principales gobiernos europeos occidentales, a cargo
del Africom, unidad del Mando estadounidense, del 19
al 31 de marzo de 2011 y después la OTAN (Rozoff y
Voltaire, 2011).
Al hacer referencia al asesinato de Gadafi y su hijo Muatasim,
la exhibición pública de sus cuerpos y la celebración
entusiasta como si fuera la de un acontecimiento deportivo,
por gente como la Secretaria de Estado de Estados
16 17
tolerancia y persecución que recuerdan las peores épocas
del autoritario régimen de Partido de Estado. (Ackerman,
2011, p. 45)
Actualmente, bajo el concepto de guerra preventiva,
Estados Unidos ha irrumpido en asuntos internos
de muchos países, ha contaminado sus políticas internas, de
tal forma que actúa bajo la enfermedad del
sospechosismo
para evitar que germinen las amenazas que imagina.
Por ello es que semánticamente, se entiende como guerra
preventiva la que, contra las normas del derecho público,
emprende una nación contra otra presuponiendo que ésta
se prepara para atacarla… la frase de Bush “El que no está
con los Estados Unidos está con el terrorismo” es una expresión
que traduce la mentalidad de claro corte fundamentalista,
que curiosamente lo coloca en la misma línea
de sus enemigos. Sólo cambia el signo de cada facción.
(Gassino y Riobó, 2004, p. 147)
La contaminación del fundamentalismo norteamericano
raya en los absurdos al señalar:
Es importante para todos los países, según Estados Unidos,
adoptar una política de “tolerancia cero” para la actividad
terrorista dentro de sus fronteras. Establecen para ello diferencias
según la capacidad y actitud de los Estados: Con
aquellos Estados que tengan voluntad y sean capaces, Estados
Unidos reforzará viejas alianzas o hará otras nuevas,
para combatir el terrorismo y coordinar acciones; con los
Estados débiles pero con voluntad de actuar, los apoyará en
sus esfuerzos para construir sus instituciones y capacidades
necesarias para ejercer autoridad sobre todo su territorio y
Unidos, Hillary Clinton; el representante de Rusia para la
OTAN, Dmitri Rogozin arremetió contra ellos como emblemáticos
de un triunfalismo sádico. (Rozoff y Voltaire,
2011, p. 61)
Como antes sucedió con Irak, existe la amenaza
contra Siria, país con grandes reservas del petróleo que
requiere la economía estadounidense.
Lamentablemente estas guerras y la falta de respeto
a los derechos humanos, con actos de intolerancia
contra los débiles, no sólo se producen en lejanas tierras
de África del Norte y Medio Oriente, sino también en
México, uno de múltiples ejemplos es la violación a una
indígena por un soldado del ejército mexicano. Al respecto,
en cumplimiento de una sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, el secretario de
Gobernación, Alejandro Poiré, señaló: “Señora Valentina
Rosendo, a Usted, a su hija, les extiendo la más sincera
de las disculpas por los hechos ocurridos hace casi
una década, en los que resultaron gravemente lesionadas
en sus derechos” (López, 2011, p. 42).
Estas muestras de autoritarismo ocurrieron en el
estado de Guerrero hace 10 años, ahora se repiten al derramar
la sangre de los estudiantes normalistas, el 12 de
diciembre de 2011, en esa misma entidad.
El artero asesinato de tres jóvenes normalistas por la fuerza
pública en Guerrero, los estudiantes ultimados en Guadalajara,
las acusaciones penales en contra del padre Solalinde,
el ataque a Norma Andrade, la desaparición de los
ecologistas de Guerrero y la andanada de asesinatos y amagos
a la prensa y a los defensores de Derechos Humanos en
todo el país, configuran un escalofriante escenario de in
18
19
reconquista cristiana de la Península Ibérica y concretamente
del reino de Aragón, reflejando un despliegue
de acciones y proposiciones que implicaban un esfuerzo
del Rey para lograr un equilibrio de fuerzas que le
permitiera sostener un gobierno civil y contrarrestar el
poder eclesiástico, sin alterar los principios básicos del
cristianismo por su carácter mismo de cruzado y por las
relaciones sostenidas con los reinos de Castilla, León y
Portugal, y de aspectos económico-políticos y, en menor
medida, religiosos, estéticos y literarios, como una
unidad espacio-temporal de análisis. En la actualidad,
Estados Unidos parece anular toda posibilidad de conciliación
o coexistencia pacífica entre las naciones.
Estos factores permiten enriquecer el análisis de
fenómenos político-electorales en México, remontando
aspectos históricos y teóricos en un periodo crítico de la
historia de Occidente, concretamente de los reinos del
siglo XIII que conforman el país de España.
La reconquista de España abría expectativas que
implicaban un amplio desarrollo económico, que no podía
realizarse con la sola presencia de los cristianos. Eso
por sí mismo marcó la coyuntura política para que la
convivencia más o menos pacífica de las tres culturas se
hiciera indispensable. Era necesario que árabes, hebreos
e hispanos continuaran desarrollándose en un ambiente
donde —sin ignorar las cuestiones religiosas— se respetó
el derecho de los demás a tener diferencias sociales y
culturales, siempre y cuando los vencidos pagaran derechos
por el uso de la tierra a los vencedores, este pago
servía también de protección a los vencidos.
Estas enseñanzas parecen ser retomadas por el
pueblo de España, en el último cuarto del siglo XX, que
ante la influencia devastadora del franquismo requería
luchar contra el terrorismo donde él exista; con los Estados
que no tengan voluntad de actuar, actuarán decididamente
para contrarrestar la amenaza y obligarlos a que dejen
de apoyar al terrorismo. (Gassino y Riobó, 2004, p. 158)
En esa dinámica muchos estados, incluido México,
aplican mandatos estadounidenses en su política interna
a pesar de que:
La llamada tolerancia cero va dirigida a un enemigo invisible,
no importa quién ni cómo sea, en tanto sea considerado
como amenaza. Así se define como enemigos a los actores
estratégicos, tales como las organizaciones terroristas, especialmente
las fundamentalistas: Hezbollah en el Líbano;
Hamas, Jihad Islámica, Frente de Liberación de Palestina
y Frente Popular de Liberación de Palestina; Kahame
Chai y Kach en Israel; Al Qaeda en Afganistán; Abu Nidal,
Muyahidín Jalq y Ansar en Irak; Hermandad Musulmana,
Grupo Islámico Al Gamma’at y Al Jihad en Egipto, sólo
por nombrar algunas… sino también a los países que las
apoyan, dándoles cobertura de distinta naturaleza. En algunos
casos tal redefinición involucra incluso hasta individuos
aislados, por considerarlos referentes ideológicos de
tales organizaciones y, por consiguiente, elementos de elevada
atracción psicológica con predisposición a levantar las
banderas del fundamentalismo islámico, o del sentimiento
antioccidental, especialmente antinorteamericano, cualquiera
sea el lugar del mundo donde ellos se encuentren.
(Todisco, 2004, p. 288)
Mientras que el reinado de Jaime I, el Conquistador,
formó parte de un proceso de consolidación de
nuevas estructuras histórico-sociales, que se vivían en la
20 21
Se aclara que en el anexo se señalan fechas previas
y posteriores para contextualizar la importancia del periodo
de estudio, visto desde el presente y en conexión
con países que antes y ahora siguen influyendo en el devenir
global, político y social de la Península Ibérica y
Latinoamérica.
1
La palabra halajá significa “el camino por el cual uno marcha”. La halajá es práctica,
no teórica. La halajá es legalista, no filosófica. Aunque la fe es la base a partir
de la cual la halajá se desarrolla, coloca su mayor énfasis en los actos. La halajá
se ocupa de la aplicación adecuada de los preceptos (mitzvot) en toda situación
y circunstancia (los preceptos de origen bíblico no pueden ser modificados en
esencia, aquéllos de origen rabínico pueden ser modificados en ciertas circunstancias
y condiciones por estudiosos competentes y autorizados). La halajá exige
un compromiso en la conducta. Ella trata con obligaciones éticas y deberes religiosos.
Los hábitos alimentarios de una persona, su vida sexual, su ética comercial,
sus actividades sociales, sus diversiones, sus manifestaciones artísticas, todo
esto se encuentra bajo la cobertura de la ley religiosa de los valores religiosos y de
las directivas espirituales del judaísmo (Halevy, 2000).
un gran acuerdo para la unión de fuerzas políticas y sociales
que se generó tras la muerte de Franco y propició
el regreso de la monarquía en 1975.
Acotaciones
Es importante destacar que, en el marco espacio-temporal
de este estudio, en la Península Ibérica predominó
el cristianismo católico, mientras que en Bizancio se
practicaba el ortodoxo y en lo que hoy es Gran Bretaña,
el anglicano. Por lo que cuando se habla de cristianismo
se refiere al católico, apostólico y romano. También entre
los musulmanes existieron diferencias importantes
entre corrientes menos ortodoxas, como los omeyas, y
más apegadas al islam como fuente doctrinaria y política
como los almorávides y almohades. La disputa maimodiana
también perfiló diferencias entre los judíos
cabalistas de la época, al controvertir el aspecto de la
conciliación entre fe y razón, que atraía a los jóvenes
judíos, y la aplicación ortodoxa de la halajá.
1
23
Tolerancia
Panorámicamente se analizan
diferentes elementos teóricos
para conformar el concepto de
tolerancia relativa
como hilo conductor de este estudio y la forma en que
se expresa en la Península Ibérica durante el siglo XIII,
en el reinado de Jaime I de Aragón, desde una perspectiva
socio-política.
El concepto
tolerancia adopta ciertos matices que
se desprenden de la existencia misma de distintos actores
políticos y sociales, quienes en aquella época se
ven precisados a coexistir, en la Península Ibérica, manteniendo
formas diferentes de ser, pensar y actuar en
función de su cultura, costumbres y credos religiosos,
fenómeno acompañado de diversas prácticas ligadas a
distintas identidades.
2
Puede manifestarse tolerancia prácticamente en
todas las actividades humanas, especialmente en los aspectos
religiosos, culturales, políticos y en las relaciones
de género, e implica el respeto a las formas de
pensar y de actuar de los otros.
2
Los días de fiesta eran los viernes para los musulmanes; los sábados para los judíos
y los domingos para cristianos, había diferentes costumbres alimentarias o
de vestir. Los judíos, por ejemplo, no consumían carne de cerdo.
24 25
La tolerancia política se presenta como una concesión
del Estado a los gobernados; tolerar y ser tolerado
constituyen dos caras de una misma moneda; el comportamiento,
individual, social o institucional, caracterizado
por la consciente permisividad hacia los pensamientos y
acciones de otros individuos, sociedades o instituciones,
pese a que los valores morales o éticos de aquéllos no
coincidían o incluso eran desaprobados, es la condición
básica que da fuerza al concepto. Actualmente, la tolerancia
se expresa, en general, en todos los movimientos
y partidos políticos cuya máxima apuesta es el respeto
hacia las ideas o actuaciones no compartidas, conlleva
la existencia de diferentes puntos de vista, corrientes o
fracciones de opinión sobre cuestiones que en lo general
pueden ser, o no, compartidas. Se manifiesta entre
el Estado y las diferentes fuerzas políticas y sociales que
actúan en el devenir del destino de un país, una asociación,
federación, confederación, etcétera, es condición
básica de una convivencia social pacífica de diferentes
identidades donde se permite la negociación permanente
de asuntos de trascendental importancia para todos.
Teóricamente, existe coincidencia entre Epicteto
y Hobbes en el sentido de que los seres humanos, como
individuos, han de ser tolerantes con los errores de los
demás a causa de su propia debilidad porque
el Estado posee y utiliza todo su poder y fortaleza, que por el
terror que inspira es capaz de conformar voluntades de todos
aquellos para la paz, en su propio país y para la mutua ayuda
contra sus enemigos en el extranjero. (Hobbes, 1982, p. 141)
3
3
Se concibe al Estado como un ente ordenador, se toma por ejemplo la formación
del Estado judío, su división en 12 tribus. “Los hijos de Israel eran un Estado en
el desierto, pero no necesitaban los bienes de la tierra de promisión, que poste-
El carácter coercitivo del Estado permite la aplicación
de reglas generales tanto en lo secular como en lo
religioso, desprendiendo al concepto de connotaciones
morales o éticas, donde pesa más la fuerza política que
sustenta al Estado. Spinoza (1982) considera que:
El Estado no debe intervenir en la conciencia, ha de
tolerar
las creencias religiosas
de cada cual. De esta suerte se asegura
la coexistencia pacífica entre los hombres de diferentes
confesiones religiosas... la violencia y la imposición son incapaces
de influir sobre la creencia religiosa. (p. XXXVI)
Luego la tolerancia es también un asunto de
legitimidad,
4 requiere bases mínimas de consenso, que van
acompañadas de situaciones materiales concretas, además
de la voluntad moral o política de los actores involucrados.
Para John Locke (1632-1704), pensador inglés,
autor de
Epístola de la tolerancia
el concepto constituía un debate sustancialmente jurídico
en el que las alternativas se centraron en la tipificación
penal de las prácticas religiosas... Él buscó introducir un
factor de racionalidad en la ordenación social, fijando los
límites de la intervención estatal legítima de manera que
pudiera lograrse un equilibrio entre la libertad del individuo
y la autoridad del gobierno. (Locke, 1998, p. XVII)
5
riormente fue dividida entre ellos, no a su propio arbitrio, sino según el criterio
de Eleazar el sacerdote y Josué su general”.
4
Se entiende por legitimidad la capacidad del Estado para contar con la aprobación
tácita de los gobernados que están conformes, en lo general, con la actuación
del Estado, sin que necesariamente medie coerción alguna.
5
La autoridad del Estado encuentra, pues, un límite concreto en la preservación
de los ciudadanos (Locke, 1998 y Solar, 1996, p. 20).
26 27
Pensaba que la existencia de un estado civil necesariamente
comprende la participación de actores políticos
que hacen contrapeso a la autoridad del monarca
y dan legitimidad a sus acciones (Kamen, 1967, p. 244),
cuestión de vital importancia, pues, como se apreciará
más adelante, Jaime I abre posibilidades de participación
a diferentes sectores de la población de su reino en
la toma de decisiones.
De lo anterior, se desprende que el concepto de
tolerancia
es también objeto de consenso, producto de la
correlación de fuerzas, de capacidad de negociación y
concertación de los actores políticos y sociales, individuales
o colectivos, con el Rey y sus Cortes.
La tolerancia religiosa, en su sentido más común,
se puede entender como concesión de libertad a aquéllos
que disienten en cuanto a religión y, llevado a la
escala más alta del poder, como una concesión denominada
tolerantismo.
La dificultad se presenta en el sentido de concebir
al Estado como elemento nuclear, por así decirlo,
porque justamente la conciencia religiosa es el primer
reducto del individuo que se configura jurídicamente
como inaccesible al Estado y al resto de los particulares.
Por tanto, la primera y más cruenta batalla en ese proceso
de afirmación se libra en el campo de las creencias
religiosas y desembocará en la tolerancia como primera
forma de permitir la disidencia y, posteriormente, en la
plena libertad de conciencia y de culto.
Para el análisis de la intolerancia social y religiosa,
es necesario considerar que una sociedad en desarrollo
que comulga con principios político-autoritarios no puede
otorgar la tolerancia a todos los credos, la inexistencia de
tolerancia implica por tanto intolerancia, la cual va representada
por sistemas políticos teñidos de totalitarismo que
excluye las diferentes formas de ser y pensar del otro (los
otros), en cuanto personas, en sus acciones y creencias.
Por lo anterior y considerando que en el periodo
y región de estudio no hay un poder totalitario, se
maneja el concepto de
tolerancia relativa como parte de
un esfuerzo por despojar al término de connotaciones
actuales ligadas a la democracia (como actualmente es
entendida) y de definiciones modernas del Estado, ya
que en esa época apenas se perfilan rasgos de los estados
modernos y no ha nacido todavía el Estado Nación.
Por tanto, la tolerancia se encuentra más ligada a
las presiones que el reino tiene, en cuanto Estado, que
no logra ser autónomo ni está aún totalmente dominado
por la Iglesia, pero que se enfrenta a la imperiosa
necesidad de adecuar su incipiente sistema político a
las necesidades que plantea el surgimiento de la acumulación
originaria del capital y las grandes transformaciones
sociales, científicas y tecnológicas, que abren el paso
del feudalismo al capitalismo; por tanto, precisa que el
reino adopte actitudes acordes al incremento y consolidación
del poder existente.
Por ello, la tolerancia relativa incluye la pluralidad
de manifestaciones políticas de diferentes gremios,
cofradías, organizaciones religiosas y variantes de las religiones
que nacen, se reproducen y perviven durante el
siglo XIII en forma necesaria e inevitable. As,í la tolerancia
relativa se expresa por la fuerza y número de integrantes
que logra aglutinar en torno a proyectos de desarrollo
económico y por la importancia de las actividades que
se sujetan a los fines de un mundo diferente al propiamente
feudal.
29
Península Ibérica en el siglo XIII
En este apartado se pretende
contextualizar el objeto de
estudio, estableciendo las características regionales
en términos territoriales, demográficos, históricos (en
cuanto al periodo inmediatamente anterior), haciendo
referencia a aspectos políticos y culturales que sirven de
base para explicar el concepto de
tolerancia relativa. Se
hace énfasis en las diferencias de tácticas y estrategias
de dominación y guerra de los musulmanes: omeyas,
almohades y almorávides, así como la amalgama de sus
manifestaciones en la política, la cultura y las artes.
Límites territoriales.
La Península Ibérica limita al
norte con el mar Cantábrico y los montes Pirineos, Francia.
Al oriente con el mar Mediterráneo, al sur con el
estrecho de Gibraltar y se mantiene muy cerca de África
por Marruecos y el puerto de Cádiz. Al este sus límites
son con el océano Atlántico.
Bajo el reinado de San Luis (1226-1270), a través
del tratado de Corbeil-Aragón (1258), se estabilizan las
fronteras del reino de Aragón en la Península Ibérica y
Francia. Las fronteras con los reinos de Castilla y Navarra
se van formando a través de acuerdos de guerra, en que
los reinos cristianos se dividen el territorio a reconquistar.
30 31
la población hispano visigoda porque veían ventajas económicas
y sociales al convertirse en musulmanes. Su arabización
fue muy profunda, hasta el punto de que en los
siglos IX y X apenas se distinguían de los musulmanes
de origen árabe; frecuentemente se sublevaban contra
el poder de la aristocracia árabe porque esperaban tener
los mismos derechos, aun cuando pagaban menos
impuestos que los mozárabes, cristianos y judíos.
Los almorávides (del árabe
al-murabit, que significa
hombres del ribat) llegaron del monte Atlas, eran
una confederación de tribus beréberes. Los mozárabes
(del árabe
musta’rab, que significa arabizado) eran cristianos
que vivían bajo la dominación musulmana en
al-Ándalus, estaban obligados a pagar impuestos de carácter
personal y territorial, por lo que formaban parte
de los grupos de tributarios o
dimhíes. Los cristianos de
al-Ándalus conservaron su organización política, jurídica
y eclesiástica, pero también se arabizaron lingüística y
culturalmente; muchos de ellos eran bilingües y biculturales
(Cahen, 1995).
Los judíos gozaban, en lo que sería España, de
una situación considerablemente mejor que los judíos
del resto de Europa, a pesar de la discriminación existente
reflejada en el Concilio de 1215 (Vidal, 1995,
p. 178).
. Desde el califato omeya los judíos fueron considerados
propiedad primero del califa y después de los
reyes, y gozaron de la confianza de ambos, ejerciendo
labores administrativas de alto nivel.
Del emirato al califato.
Después del derrocamiento
del califato omeya de Damasco en el año 750, un miembro
de la familia, Abd al-Rahman I, consiguió llegar a la
Península Ibérica, a la que se le llamará al-Ándalus, donde
fundó un emirato independiente en 756. Se nombró
Carácter pluriétnico.
La conformación de la Península
Ibérica bajo el poder musulmán dará características
interesantes a una región que antes estuvo habitada por
suevos, romanos y visigodos, convertidos al cristianismo
católico desde la conversión del rey Recaredo (quien antes
profesaba el arrianismo). A partir del 711 (en que
Tariq Ibn Ziyad vence a los visigodos en la Batalla de
Guadalete, auxiliado por ejércitos beréberes, que consideraban
que cualquier buen musulmán podía ser califa,
sin necesidad de que tuviera linaje de la familia de Mahoma)
la población se vuelve muy heterogénea.
La religión como el principal elemento diferenciador
entre musulmanes, cristianos y judíos se acompañaba
de diferencias étnicas entre los musulmanes,
que se encontraban formados por distintos grupos tales
como árabes, asentados principalmente en las ciudades;
beréberes (por lo general los campesinos de las zonas
montañosas, hispanos autóctonos, negros, esclavos importados)
y eslavos. Ateniéndonos a criterios económicos
existían diversas categorías sociales: de un lado, la
jassa,
clase social más elevada, representada por la aristocracia
árabe, y de otro, la masa popular urbana o
amma,
de la que formaban parte, sobre todo, muladíes y mozárabes.
En el mundo rural predominaron los aparceros,
los pequeños propietarios vinculados al Estado mediante
el pago de tributos y los campesinos adscritos a la tierra
(Cahen, 1995, p. 222).
Muchos de los pobladores de la península, con la
invasión musulmana adoptaron la categoría de muladíes
(del árabe
muwallad, que significa adoptado), nombre
con el que se conoció a los hispanos convertidos al islam
después de la conquista musulmana de al-Ándalus
o también hijos de matrimonios mixtos que salieron de
32 33
carácter diplomático, gracias al carácter políglota de los
mismos. Además de que las ocupaciones primordiales
de los judíos, el comercio y la medicina, les permitieron
tener un gran acercamiento y hasta participar en altas
esferas del poder en la península.
Una línea de emires omeyas gobernó al-Ándalus
entre 756 y 1031. Desde 929, en que Abd al-Rahman III
tomó el título de califa, constituyeron un califato independiente
de Damasco, con capital en Córdoba, que vivió
momentos de gran esplendor cultural y alcanzó el
predominio territorial en la Península Ibérica, debido a
la debilidad de los nacientes reinos hispano-cristianos.
La tolerancia se explica, en buena medida, porque
la población de la península era más numerosa que
los musulmanes árabes y estos últimos no tenían una
teologización amplia y rigurosa (Cahen, 1995, p. 45).
Con la caída del califato de Córdoba, la anarquía
subsiguiente condujo al inicio de la desintegración del
poder musulmán en al-Ándalus y su atomización en una
serie de pequeños estados denominados reinos de taifas,
posterior a ello, llegan los almorávides, almohades y la
reconquista cristiana.
Al iniciar el siglo XI el trato que recibieron cristianos
y judíos fue diferenciado a lo largo y ancho de la
península, en función de las condiciones históricas que
se presentaron y de la conformación de las estructuras
políticas, siendo mayor el rechazo hacia los mismos al
sur y centro del entonces llamado corredor andalusí, lo
que condujo a un mayor desarrollo del norte de la misma,
que tras la reconquista cristiana se pobló con los expulsados
de otras regiones. Esto propició altos márgenes
de negociación a los reyes cristianos para la repoblación
y reorganización de territorios reconquistados.
a sí mismo emir (príncipe) y no califa (defensor de la fe
islámica) porque no tenían como meta fundamental la
conversión al islam; para él era más conveniente tener
súbditos que les pagaran impuestos.
Por medio de estos pagos, considerados por el musulmán
como significativos del reconocimiento de la alta soberanía
de la comunidad musulmana, los habitantes conservaban
sus propiedades, no pudiendo los árabes establecerse más
que fuera de ellas: a estos pagos se añadían las obligaciones
de fidelidad que no tenían virtualidad más que en el periodo
de conquista albergar a los musulmanes, informarles, no
informar a los enemigos, etcétera y una cláusula, la prohibición
de vestirse al modo árabe. (Cahen, 1995, pp. 17-19)
A la llegada de los musulmanes a muchos pobladores
se les dejó conservar sus tierras, religión y costumbres.
Más que como una muestra de tolerancia como una actitud
de indiferencia, tal es el caso de los muladíes y de los
mozárabes, quienes eran propietarios de las mismas y se
encargaban de su explotación a condición de pagar impuestos
de renta de tierras,
jaray; las tierras que el nuevo
Estado heredaba de los bienes de los antiguos estados o
de los propietarios privados desaparecidos se daban en
propiedad a musulmanes árabes que tenían la posesión
de tales dominios,
Day a (plural diya), pero estas tierras no
se sustraían de ningún modo al poseedor del control de la
administración central (Cahen, 1995, p. 39).
El caso de los judíos era, en buena medida, especial
porque se les consideraba propiedad del califa y
durante mucho tiempo los musulmanes usaron los servicios
de los judíos para administrar el territorio, la recolección
de impuestos y para una serie de actividades de
34 35
ban por ser expulsados. Los judíos que sobrevivieron a
la espada fueron forzados a convertirse públicamente.
Muchas familias judías, entre ellas la de Maimónides,
huyeron a oriente, pero muchas más se refugiaron en el
norte de la península, en territorio cristiano.
Un factor que incide en el inicio de las luchas por
la reconquista es el asesinato de Ramiro I de Aragón a manos
de un musulmán fanático en 1063, a partir del cual se
generan una serie de batallas (Le Goff, 1995, p. 192).
Tras la conquista de Toledo (1085) por Alfonso
VI, los reyes taifas de Sevilla, Granada y Badajoz pidieron
ayuda al dirigente almorávide Yusuf Ibn Tasfin, que
derrotó al monarca castellano en la batalla de Sagrajas
(1086). En el año 1090, los almorávides, con el apoyo
de los juristas malikíes y del pueblo llano, descontentos
de sus soberanos, invadieron al-Ándalus y conquistaron
los diversos reinos taifas: Granada (1090), Sevilla
(1091), Badajoz (1094), Valencia (1102). Granada se
convirtió en la capital de la influencia almorávide.
Los almohades llevaron a cabo la conquista de alÁndalus,
fragmentada de nuevo en reinos de taifas. El
dominio de la península se inició en 1147 con la ocupación
de Sevilla, pero no culminó hasta 1172. En esta
fecha, el segundo califa almohade Yusuf I (1163-1184)
incorporó el reino de Valencia y Murcia, que se había
mantenido independiente bajo la soberanía de Ibn Mardanis,
conocido como el Rey Lobo. Sevilla se convirtió
en la capital andalusí del imperio almohade.
Con la unificación de al-Ándalus, los almohades
intensificaron su ofensiva contra los reinos cristianos. El
gran ataque se produjo en 1195. El califa Yusuf II (1184-
1199) aplastó al ejército castellano dirigido por Alfonso
VIII en la batalla de Alaricos. En los años siguientes, los
Almorávides y almohades.
Antes de concluir el siglo
XI llegaron a la península, procedentes del norte
de África, los almorávides, que unificaron nuevamente
al-Ándalus; pese a esto, Alfonso I de Aragón realizó importantes
conquistas en el valle medio del Ebro, ante
todo Zaragoza (1118). Unos años más tarde, ya con los
almorávides en retirada, el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer IV (protagonista de la fusión con el reino de
Aragón), completó la ocupación del valle del Ebro, con
la toma de Tortosa (1148) y Lérida (1149); Alfonso VIII
de Castilla, por su parte, avanzó por la submeseta sur,
conquistando Cuenca (1177).
No obstante, la llegada de los almohades, también
desde el norte de África, en la segunda mitad del siglo
XII, contuvo otra vez a los cristianos. Pero la resonante
victoria alcanzada por una coalición de reyes cristianos
formada por Pedro I de Aragón y Cataluña, Sancho VII
de Navarra y Alfonso VIII de Castilla en las Navas de Tolosa
(1212) no sólo acabó con los almohades sino que
abrió paso a la irrupción de los cristianos en lo que quedaba
de al-Ándalus.
Hasta el siglo XI, la comunidad mozárabe vivió un
periodo de relativa tranquilidad, pero a partir de la llegada
de los almorávides, primero, y de los almohades,
después, pusieron fin a las comunidades judías de al-Ándalus
en 1140, imponiendo ante todo una dictadura militar.
Sus dirigentes, que ejercían un poder absoluto, ostentaron
el título de califas, pero no contaron en ningún
momento con el apoyo popular. Pese a todo, durante
la dominación almohade al-Ándalus vivió una época de
indudable progreso desde el punto de vista económico.
Después, la situación de cristianos y judíos se deterioró,
de tal forma que se convertían, morían o acaba
36
37
almohades dirigieron campañas devastadoras contra las
fronteras de León y de Castilla, defendidas por las órdenes
religiosas militares. La gravedad de la situación
obligó a los reyes cristianos a postergar sus diferencias
internas para hacer un frente común contra los almohades.
En el año 1212 las tropas cristianas destrozaron al
ejército almohade en la batalla de las Navas de Tolosa.
Con esta derrota el poder de los almohades en la península
quedó prácticamente aniquilado.
La confianza que los califas omeyas tenían en los
judíos convirtió a éstos en sujetos de sospecha, dando
como resultado que la presencia judía en la Península
Ibérica estuviera cuestionada, lo que se sumó a los hechos
que producirían su expulsión —en forma definitiva—
en 1492 de Castilla y Aragón, en 1496 de Navarra y
en 1498 de Portugal, acompañada posteriormente con
la expulsión de los últimos musulmanes en 1608.
Cultura.
En el terreno cultural es interesante observar
que Abd al-Rahman I proclamó la independencia de
al-Ándalus, los contactos religiosos y culturales siguieron
vivos, aunque sólo fuera por el precepto islámico de peregrinar
a La Meca, que suponía para los peregrinos un
rico contacto cultural con las ciudades orientales como
Bagdad o El Cairo. Así fue como se introdujo la poesía
árabe en la naciente cultura arábigo-andalusí. Entre los
principales eruditos y recopiladores de esta época destaca
la poesía amorosa de Ibn Abd Rabbihi (860-940) y Abú
al-Qali (901-967), al que se deben estudios sobre poesía
antigua; Ibn Bassam de Santarem (?-1147) realizó la antología
conocida como
Dahira (Tesoro) de gran valor literario
e histórico; otra antología notable es el
Libro de
la esfera de la literatura
, compilado por Said al-Magrabi de
Alcalá la Real. Con el fin de dar esplendor a su emirato independiente,
Abd al-Rahman III, llevó a al-Ándalus a los
artistas más eminentes; quienes crearon escuela y pronto
tuvieron magníficos seguidores autóctonos, como Yahya
al-Hakam al-Bakri (?-864) conocido como Al-Gazal, por
su belleza, quien escribió poesía satírica, y Abd al-Malik
(796-852), que fue el primer historiador andalusí.
Abd Al-Rahman III se rodeó de poetas y eruditos
para conseguir una conciencia nacional y así surgieron
dos escuelas poéticas características, la sevillana, más
proclive a la poesía amorosa y lírica, y la cordobesa,
más intelectual y filosófica. Pero el gran protector de las
artes y las ciencias fue Al Hakam, durante su reinado aparecieron
obras como el
Libro de los huertos, una antología
de poetas arábigo-andalusíes. Es una época de veladas palaciegas
y poetas cortesanos en las que participó Almanzor
y destacó el gran poeta Ibn Hani de Elvira (?-972).
Hay autores judíos importantes como Samuel
ben Nagrela, autor de una imitación del Eclesiastés,
quien muere en 1055, cinco años después muere Bakia
ben Pakuda, también llamado Tomás de Kempis, que escribió
Deberes de los corazones.
Abenhayan, historiador musulmán,
escribió
Al Mactabis sobre historia de España.
Cuando se presentó la descomposición del poderío
omeya surgieron los reinos de taifas; aunque desde
un punto de vista político y militar se debilitaron, en
ellos las letras arábigo-andalusíes alcanzaron un gran desarrollo.
En Sevilla sobresalió al-Mutamid y en Córdoba
Ibn Hazm (944-1064). En 1080 Moisés ben Ezra escribe
El collar de la paloma,
un tratado amoroso que cantó al
amor, la alegría y los placeres y que se difundió por toda
Europa; también escribió un tratado sobre el arte de escribir
denominado
Diálogos y recuerdos. En el periodo de
38 39
estudio hay obras como
Las bellas cualidades de los españoles,
de Aben Bassam.
En el reino de Badajoz se cultivó la investigación
y la historia, y en el de Zaragoza destacó el filósofo Ibn
Sina, así como Avempace, ubicado como Ibn Bagga
(980-1037), quien mostró que la religión islámica poseía
verdades que compartía con el cristianismo. Con los almohades
hubo un nuevo impulso, resurgió el estudio de
la filosofía y en el arte una de las joyas literarias fue la
Giralda de Sevilla
.
Con la llegada de los almorávides, más toscos que
los refinados andalusíes, la literatura cortesana, intelectual
y elitista cede ante otra más popular; a esta época
pertenecen las
moaxajas,6 composiciones líricas en algunas
de las cuales se han encontrado jarchas (Diez Echarri
y Franqueza, 1979, pp. 54-56).
7 Este género fue cultivado
con gran maestría por Ibn Quzmán (1078-1160).
Las grandes figuras de este periodo son Ibn Hafaga
de Alcira (?-1134) e Ibn al-Zaqqah. Los almohades
fueron una potencia religiosa que predicaba la unidad
de Alá desde la pureza del Corán. Con ellos se desarrolló
una literatura filosófica de gran hondura en la que
destacaron figuras como Tufayl de Guadix, autor de
El
viviente hijo del vigilante
—conocido durante la Edad Media
como el Filósofo Autodidacta—; y el gran Ibn Rusd
(1126-1198), al que los escolásticos llamaron Averroes,
e Ibn Arabí de Murcia, figura representativa del sufismo
arábigo-español.
Yehudá Haleví (n. 1085 poeta y filósofo autodidacta
judío) escribe el
Himno a la creación y diversas jaryas
(jarchas), casi a la par Avempace escribió el
Libro del entendimiento
del hombre
. A este personaje, nacido en 1085,
se le considera el primer comentarista de Aristóteles de
esta época (Diez Echarri y Franqueza, 1979, pp. 54-56).
Los judíos tuvieron una amplia participación en la
conformación de la Escuela de Traductores de Toledo,
cuando bajo dominio musulmán el Estado promovió la
traducción de textos clásicos griegos. Se traducen libros
de Avicena, Algazal, Avicebron y otros, primero a lenguas
vulgares, de ahí al latín y, con Alfonso X, el Sabio,
se retraducen al castellano vulgar. Uno de los traductores
judíos destacado de esta época es Juan Hispalesne
(Diez Echarri y Franqueza, 1979, p. 69).
De acuerdo con Le Goff (1995, pp. 243-253), el
siglo XIII representa un auge del estudio y experimentación.
Grandes teólogos aristotélicos le dan un giro a la
relación ciencia-fe, se rescata el pensamiento de grandes
filósofos, entre ellos Averroes (1926-1128), Maimónides
(1135-1204) y Tomás de Aquino (1224-1274). Se
difunde en la península el derecho romano, como se
comprueba en las
Siete partidas, la magna obra del Rey
castellano-leonés Alfonso X, consistente en diversos ordenamientos
para ejercer un gobierno civil, además del
fomento del conocimiento enciclopédico. Libros como
Los doce sabios
y Los diez mandamientos parecen corresponder
al siglo XIII (Diez y Franqueza, 1979, pp. 64-84).
En el periodo comprendido entre los siglos XI
y XIII se consolidan las lenguas romances, como el
castellano, el catalán o el gallego, cuestión que da características
distintas a la población y también hace
necesaria la presencia de los judíos que saben árabe
6
Las moaxajas (muwassahas) se reducen a una composición poética inventada por
el poeta arábigo andalusí Muccadam de Cabra y que termina con una estrofilla
en árabe vulgar o mozárabe.
7
Estrofillas españolas anteriores a toda tradición literaria hispánica conocida, que figuran
al final de las muwassahas (moaxajas) hebraicas o árabes. Jarcha significa salida.
Son en suma versos finales en forma de estribillo, compuestas en dialecto mozárabe.
40 41
en un mundo que no se puede desarabizar, si acaso,
sólo por la guerra.
Instituciones políticas.
En al-Ándalus el poder político
no estaba separado de la religión. Los califas eran la
máxima autoridad terrenal y espiritual.
El ocaso de los almorávides, iniciado en 1140, no se
produjo exclusivamente por factores externos. Su implantación
en al-Ándalus tuvo un carácter eminentemente militar
y fanático en lo religioso que contribuyó a desintegrar
la heterogénea sociedad existente, motivó la emigración
de numerosos mozárabes y judíos hacia tierras cristianas,
provocó el descontento de la población y repercutió negativamente
en el desarrollo de las letras, las ciencias y
la filosofía (Cahen, 1995, p. 128). Aun cuando muchos
autores árabes o mudéjares siguieron trabajando en los
reinos cristianos, su influencia ya se había dejado sentir
en toda Europa (Muñiz, 1995, p. 29).
Factores económicos.
En el periodo de estudio existió
un amplio desarrollo portuario, agrícola y artesanal,
que benefició a la población en su conjunto, en esto contribuyó
la división regional e intrarregional del trabajo,
con la conformación y consolidación de ciudades que
surgen entre los siglos XI y XIII, en los diferentes reinos
confederados de la Corona de Aragón.
Con el paso del feudalismo al capitalismo surgieron
nuevas formas de organización económica como los
gremios, las cofradías y organizaciones de trabajadores
portuarios como la
Consollat del Mar. En la zona oriental
de la península surgieron tres núcleos de resistencia. En
los Pirineos occidentales nació el reino de Pamplona, que
se expandió hacia el valle del Ebro en los inicios del siglo
X. En los Pirineos centrales se constituyó el condado de
Aragón. El más oriental de dichos núcleos era la Marca
Hispánica, fruto de la colaboración entre los naturales de
aquel territorio y los reyes francos. La Marca estaba integrada
por diversos condados, de los cuales el más importante
era el de Barcelona, en donde destacó, a finales del
siglo IX, Vifredo, el Velloso
. Un siglo después se rompieron
prácticamente los vínculos de los Condes de la Marca
con los reyes francos, acontecimiento que ha sido considerado
como el acta de nacimiento de Cataluña.
Al norte de la península se habían ido formando pequeños
estados cristianos (León, Castilla, Navarra, Aragón,
Barcelona, etcétera). En donde a los judíos se les asignó
un barrio como parte de las estrategias de repoblación que
facilitaron el ascenso de los mismos en la escala del poder.
El surgimiento de las ciudades implicó una modificación
de relaciones políticas y sociales en su conjunto, algunos de
los antiguos siervos se convirtieron en nobles.
8
Reconquista cristiana.
La división entre los musulmanes
los hizo fácil presa de ataques que fueron motivados
a la voz de “Dios lo quiere” del Papa Gregorio VII en
el siglo XI, que organiza las cruzadas en principio para
la recuperación de Jerusalén como sede del cristianismo
y simultáneamente para expulsar a los musulmanes de
toda Hispania.
La parte occidental tuvo los avances más espectaculares
llevados a cabo por Alfonso VI, rey de Castilla y León
(titulación surgida en el siglo XI), quien ocupó Toledo
(1085) y otras localidades del valle del Tajo, al tiempo que
impulsó la repoblación de la Extremadura, es decir, el territorio
situado entre el Duero y el sistema central. En la
zona oriental, los reyes de Aragón (también el antiguo
8
Sobre todo el oficio de herrero tuvo una enorme importancia porque pasar de
las construcciones de madera a las de piedra también tuvo un impacto político y
social trascendente.
42 43
sulmanes (no así con los campesinos), mientras que los
judíos recibieron el mismo trato que los cristianos; las
diferencias no obstante se fueron estableciendo cuando
se especializaron las actividades económicas, así “un aspecto
que se puso en vigor en España en el siglo XIII es
la prohibición de cobrar interés entre cristianos y sólo
desde entonces el préstamo a interés pasó a ser una especialidad
judía” (Baer, 1981, pp. 91, 131,132).
Según Tedeschi (1992), la invasión musulmana
llevó la paz para los hispanojudíos, quienes ocuparon
importantes cargos como hombres de Estado, médicos,
banqueros, teólogos, poetas o investigadores. El mismo
autor considera que a partir del siglo XIII los judíos, no
sólo de al-Ándalus sino de Europa en general, son degradados
y obligados a vivir en áreas especiales, llamadas
juderías, sin gozar de libertad de movimiento.
Sin embargo, los repartos de tierras y concesiones
comerciales, así como el enorme poderío que tuvieron
en materia portuaria, comercial y diplomática, expresan
una tolerancia relativa hacia los judíos en la época de
estudio, pues si bien eran considerados parte de la propiedad
del Rey, como se demostrará en capítulos posteriores,
también eran excelentes aliados en los objetivos
de expansión territorial de las luchas de la cristiandad.
En este periodo existieron diversos procesos de
concertación de acuerdos, pues si bien la reconquista hacía
a los cristianos dueños
legales de la propiedad por la ley
de las armas, la negociación los hacía propietarios legítimos
en la medida en que eran reconocidos sobre la base
de sustentar las relaciones de repoblamiento y de oportunidades
de desarrollo de las comunidades, con bases
distintas de trato bajo los marcos de la tolerancia relativa,
cuestión que se observa en los siguientes apartados.
condado se hizo reino en el siglo XI) conquistaron, a fines
del siglo XI, Huesca y Barbastro, y los Condes de Barcelona
extendieron sus territorios hasta Tarragona. Las alianzas
de los reinos cristianos de León y Castilla representaron
una alianza entre las coronas y la Iglesia, que infundió a la
lucha un amplio espíritu de cruzada, primero en contra de
los musulmanes, luego, con el paso del tiempo, también
abarcó a los judíos (De la Cierva, 1998, p. 273).
A mediados del siglo XIII había en la parte cristiana
dos grandes núcleos políticos: en la zona oriental los
reinos de Castilla y León, unificados desde 1230, y en la
oriental el bloque integrado por el reino de Aragón y el
condado de Barcelona.
Repoblamiento.
En el norte de la península, los reyes
de Castilla y Aragón tenían dificultades para encontrar
voluntarios dispuestos a repoblar los territorios conquistados
a lo largo del siglo, por lo que fue necesario
que los monarcas adoptaran políticas atractivas para poblar
sus territorios con los expulsados de otras regiones,
por ello ofrecieron grandes ventajas a cristianos, judíos y
también a los musulmanes que se rindieron.
Llegaban como comunidades, no como ciudadanos
individuales de un Estado común a todos. El bien
común se constituía de alguna manera con las cabezas
organizativas de las mismas. De tal forma que se nombraba
una autoridad única para entenderse con la comunidad
judía de un reino específico, denominada aljama,
que pagaba al tesoro real sus impuestos especiales y se
encargaba de recolectar los impuestos de cristianos, y
musulmanes, gozando, en gran medida de autonomía
administrativa y judicial.
Por regla general, el conquistador cristiano siguió
una política de expropiación respecto de los nobles mu
45
Poder político en Aragón
Localizar los elementos
en el espacio físico, político, normativo
y social hace posible establecer líneas de estudio
que muestran tintes de relativa tolerancia, entendida
ésta como la coexistencia pacífica de los tres credos religiosos
que nos ocupan, y el papel asumido por parte del
Rey de Aragón en dicho proceso.
Aspectos geográficos.
El reino de Aragón llegó a
constituirse con cerca de un tercio del territorio peninsular,
con las siguientes colindancias: al norte con Francia,
al sur con Granada, al oeste con Castilla y Navarra
y al este se extendió por todo el Mediterráneo por las
Islas Baleares, Cerdeña y Sicilia; llegó a abarcar más de
la mitad de la península itálica, extendiéndose incluso
hasta los ducados de Atenas y Neopatría, aun cuando en
algunos lugares su influencia fue temporal. Todo esto lo
logró de 1232 a 1443.
Topografía.
La diversidad de cambios topográficos,
según la lejanía de las montañas, genera regiones
propicias para el cultivo de la vid, el olivo y la crianza de
ganado. En la zona nororiente, hay clima mediterráneo,
salvo en las zonas montañosas que es continental.
Producción.
La existencia de viñedos hace de la
producción vitivinícola una de las principales fuentes de
46 47
ingresos que desde el periodo en estudio hasta hoy existe,
al igual que la cría de ganado, de quesos y el cultivo
del olivo, principalmente.
Comercio.
El comercio y la guerra se combinaron,
aun antes cuando Ramón Berenguer III en 1104 concedió
a cuatro judíos barceloneses el monopolio del
transporte marítimo, partiendo de la idea de que con
el dominio del mismo se pudieran cobrar los rescates
de cautivos sarracenos a la España musulmana (De la
Cierva, 1998, p. 53).
Barcelona es una de las ciudades más importantes
y la sede del poder político del reino de Aragón; por su
situación económica y ubicación estratégica en la nueva
organización de la sociedad, al igual que Valencia y Sevilla,
generó una poderosa burguesía mercantil (De la
Cierva, 1998, p. 273).
Desarrollo marítimo.
En el siglo XIII toda Cataluña
alcanza un dinamismo admirable de prosperidad,
especialmente en la ciudad de Barcelona, y desde que
cae en manos cristianas, durante el siglo XIII, se observa
también en Valencia. A lo que se suma el contacto y conquista
de las Islas Baleares y de buena parte del Mediterráneo
que van a perfilar a Cataluña como un polo de
desarrollo portuario, comercial y de servicios.
La Corona de Aragón conoce una época de plenitud,
producto de la expansión del Mediterráneo central
y oriental en las expediciones aragonesas y la creación de
un auténtico imperio naval en el
Mare Nostrum. Lo anterior
llevó a la necesidad de instrumentar un comportamiento
político en el que desarrollaron formas nuevas de
participación para la organización de estructuras administrativas
y políticas, retomando experiencias pasadas como
los
Usatges, diseñados por Ramón de Berenguer II.
El terreno comercial marítimo.
A pesar de las dificultades
de infraestructura de los puertos, la base organizativa
de la actividad marítima se apoya en dos instituciones
diferentes:
1. Los cónsules de ultramar como representantes de
poder, con la función de velar por los intereses
generales del comercio catalán, que llegaron a ser
unos 70.
2. El
Consolat del Mar como agrupación de comerciantes
y armadores de Barcelona que velaban por la
conservación y reglamentación de su puerto y de
su ribera. Esta institución fue creada por Jaime I en
1257. El
Consolat del Mar existía en los principales
puertos de la metrópoli (Busquets, 1992, p. 42).
El comercio marítimo tuvo un gran impulso del
siglo XI al XIII, haciendo posible el desarrollo portuario.
Los Condes y el rey Jaime I explotaron la ubicación
geopolítica desde Gerona hasta Valencia, valiéndose de la
experiencia guerrera para las luchas de reconquista en el
mar Mediterráneo y después de los conocimientos que los
judíos tenían en materia de comercio y administración
para el asentamiento de puertos y de las necesidades de
expansión de una burguesía cristiana naciente.
Estructura política.
La Corona de Aragón se constituyó
en 1137 con la unión del reino de Aragón y del
condado de Barcelona, con el matrimonio de Petronila
y Ramón Berenguer IV en 1150. Los Condes de Barcelona
conquistaron Huesca y Barbastro y extendieron sus
territorios hasta Tarragona para, en 1148-1149, tomar
Tortosa y Lérida, respectivamente. Su hijo Alfonso II amplió
el poder sobre los territorios de Aragón y Cataluña,
48 49
manteniendo la autonomía de cada reino, con relación
a sus normas jurídicas e instituciones políticas, preservando
su independencia.
El fuero juzgo (que consistió en una forma de organizar
el poder para dar participación a los grupos de poder reexistentes
en la toma de decisiones importantes para los
reinados, condados, ducados o marquesados) pervivió intensamente
en Aragón y Cataluña hasta que se impuso en
ésta el Código de los
Usatges… Es entonces cuando las autoridades
políticas catalanas reconocen a los judíos como
un grupo social definido, lo cual tiene su apropiado reflejo
en el primer código legal de Cataluña,
Els Usatges de la Cort
de Barcelona. (Lacave, 1992, p. 19)
Éste se define como “sistema de derecho con predominio
territorial promulgado por el Conde de Barcelona
Ramón Berenguer I, entre 1064 y 1069 con un
profundo arraigo popular” (De la Cierva, 1998, p. 272).
Factor político en el siglo XIII.
El trato hacia los
judíos, de parte de los reyes cristianos fue diferente al
que dio a los musulmanes, como se ha expuesto en el
presente trabajo, porque con los judíos se mantuvieron
relaciones fundamentalmente económicas y, en algunas
ocasiones, éstos financiaron a los reyes, entre otras empresas,
en las cruzadas a cambio de múltiples privilegios.
A pesar de ello, se les expulsó una vez consolidado el
cristianismo y el poder civil en 1492, después de múltiples
presiones.
El poder judicial aragonés se articuló en torno a
una institución de suma originalidad: el Justicia “es una
figura masculina que tenía la facultad de juzgar asuntos
de una localidad en el reino de Aragón” (Le Goff, 1995,
p. 198), que surge en el siglo XII, y que actúa en situaciones
de anormalidad jurídica o “contrafuero”, y en las
cartas pueblas (especie de leyes y reglamentos sobre el
trato comercial y jurídico que se debería de dar, sobre
todo en la relación de cristianos con judíos y, en menor
medida, con musulmanes).
La administración del territorio encomendado a la
autoridad de los Condes en Cataluña se encargaba a una
jerarquía encabezada por los
viguiers y los batles (bailíos),
muy distinta de la que regía en los reinos occidentales.
La institución municipal es más jerárquica y menos autónoma
que en León y Castilla. Los Condes de Barcelona
se distinguieron como grandes repobladores que favorecieron
la nueva colonización con beneficios fiscales muy
generosos. La economía era como la castellana, de base
agrícola y se permitió que numerosos musulmanes permanecieran
en los campos conquistados con la condición
de que ningún musulmán tuviera autoridad sobre
los judíos.
Al mismo tiempo existía, fuera de las Cortes, un
poder especial para la administración de las comunidades
judías con sede en los denominados
calls.9 Esta
ramificación administrativa servía también para el control
de las comunidades judías, musulmanas y cristianas.
Recaía, generalmente, en manos de los judíos que eran
nombrados bailíos y funcionaban como representantes
del Rey en las delimitaciones territoriales que les asignaban;
esta labor se fortalecía por los constantes viajes de
los mandatarios y sus Cortes por todo el territorio que
estaba bajo dominio real.
9
Especie de barrios de judíos que fueron ubicados en las proximidades del palacio
real o incluso como anexos al mismo reino.
50 51
Con lo anterior se reafirma que el grado de tolerancia
relativa hacia el judío estaba relacionada, por un lado, con el
hecho de que el Rey lo necesitaba para la administración de
los territorios e interpretación de la lengua árabe, por otro,
el judío requería garantizar su seguridad física, por su doble
papel de administrador-recaudador y comerciante, pues
la cercanía con el Rey le permitía estrechar sus relaciones y
tener mayores márgenes de negociación, tanto de sus condiciones
de vida y de trabajo, como de la de sus comunidades.
Para regular estas relaciones al interior del reino
de Aragón se desarrollan instituciones políticas como el
Consejo de los Cien Jurados con personas de todos los
estamentos sociales, excepto militares. El rey Jaime I dictó
sendas disposiciones en 1249 y 1265 para poner en
marcha este sistema organizativo. Cada año, de los 100
jurados cinco eran electos para gobernar una ciudad
con la ayuda de un consejo permanente de 30 miembros
denominado
Trentanari. Este sistema rige para Barcelona
y su entorno desde 1249.
En Cataluña gozaban de un poder legislativo más decisivo
que en otros parlamentos y tenían un organismo ejecutivo
—Diputación General o Generalitat— que ha sido
adaptado, durante la segunda república,
10 en el proceso
de la transición
incompleta a la democracia. (De la Cierva,
1998, pp. 272-273)
Las formas políticas adoptadas perfilaron un poder
legislativo que servía de equilibrio entre el poder
real y las Cortes de los diferentes reinos que conservaron
su autonomía.
A pesar de lo anterior, en el siglo XIII, el carácter
político también estaba configurando una entidad diferente
a la de la Hispania en su conjunto,
Al Rey no le está permitido decir “el Estado soy yo” el Estado
está por encima de él... la nueva noción del reino
lleva consigo una independencia, una soberanía absoluta
“franquicia real” que implica la idea de inalienabilidad del
territorio y de los derechos del reino y entre estos derechos
estaban los judíos como propiedad no precisamente
del Rey, en sí mismo, sino del reino. Este principio de inalienabilidad
fue especialmente reafirmado en Aragón a lo
largo del siglo XIII (lo mismo en Aragón que en Castilla) e
Inglaterra. (Le Goff, 1995, p. 212)
Estrategias militares.
La Corona de Aragón se propuso
luchar hacia el sur contra los musulmanes y hacia el
norte, en Occitania (las regiones del actual sur de Francia,
limítrofes con Cataluña), contra los francos, pero
la derrota y muerte de Pedro II en la batalla de Muret
(1213), ante los cruzados franceses que dirigía Simón IV,
señor de Montfort, hicieron que la Corona de Aragón
abandonara el interés en la expansión hacia Occitania.
Más tarde, firmó tratados de reparto con Castilla (como
el de Cazaroa, de 1179, o el de Almizra, de 1244) en que
se le asignó dirigir sus luchas hacia determinadas tierras
10
La década de los años 30 del siglo XX, fue para España una de las más agitadas de su
historia contemporánea. Comenzó con una dictadura militar, dirigida por el general
Miguel Primo de Rivera, y terminó con el inicio de otra dictadura, mucho más larga
y dura, que mantuvo durante 40 años una división radical de la sociedad española
personificada en Francisco Franco. Entre ambas dictaduras se desarrolló primero la
experiencia democrática más avanzada de la contemporaneidad española y después
la más cruenta Guerra Civil que este país tuvo en los últimos siglos. La II República
significó la equiparación constitucional con las potencias democráticas europeas; y la
posterior contienda fratricida, con una amplia participación internacional, significó
la primera etapa de la guerra mundial que estallaría a su término (Sabanet, s. f.).
52 53
de al-Ándalus con un gran éxito para Jaime I, el Conquistador,
quien protagonizó la conquista de Mallorca y
de otras islas del archipiélago balear, así como del reino
de Valencia.
En el caso de las Islas Baleares, la iniciativa y la
posterior actividad repobladora recayeron básicamente
en los catalanes. La ocupación y repoblación del reino
de Valencia fue una tarea conjunta de aragoneses y catalanes.
También intervino Jaime I en el reino de Murcia,
territorio finalmente cedido a Castilla.
Situación social de la población.
Para poblar los lugares
conquistados se invitó a quienes estaban huyendo de
la conversión forzosa, a la gente que escapaba del sistema
feudal y conseguía una libertad personal del dominio
musulmán en el sur de la Península Ibérica y del sur de
lo que hoy es Francia, quienes encontraban refugio y una
cierta autonomía jurídica. Además, su participación en el
sistema de impuestos les permitía, en gran medida, disfrutar
y asegurar las obras de utilidad pública, porque los reyes
invertían en éstas, sobre todo para la defensa frente al
invasor. Las condiciones en que se establecían se fijaban
a través de negociaciones colectivas o individuales (Baer,
1981, p. 91 y Busquets, 1992, p. 132).
.
La población se conformó básicamente por habitantes
que profesaban tres credos religiosos: cristianos,
judíos y musulmanes. Los primeros se regían a través de
una estructura municipal y básicamente por el derecho
romano, los segundos se regían por los preceptos del
Talmud y la Torá, mientras que los últimos seguían las
leyes del Corán, con todas las salvedades que pudieran
darse en las variables de la vida de pueblos alejados de
los centros de decisión de los mismos. Como parte de un
Estado confederado, en las diferentes ciudades conservaban
su autonomía, aunque los derechos patrimoniales
del reino estaban en manos de la Corona.
El estatus jurídico de las tres culturas impedía que
vivieran juntos. Los gobernantes se esforzaban en tener
separados a los judíos del resto de la población, por fines
religiosos, pero también por cuestiones de carácter
político-estratégico y económico, porque de alguna manera
constituían un escudo a cualquier ataque al castillo
del Rey.
Por otro lado, a los judíos se les consideraba propiedad
del Rey, el agredirlos implicaba atacar al Rey. En
raras excepciones eran entregados como recompensa a
los que habían colaborado en las guerras, como las órdenes
militares de los Caballeros Hospitalarios y Caballeros
Templarios en el siglo XII, sobre todo en Aragón, por
haber ayudado a los Condes de Barcelona y a los reyes
de Aragón en la reconquista.
Los Caballeros Templarios emplearon judíos en su
administración financiera, también los recibieron como
recompensa: “el Maestre de Lérida entregó a varios judíos
en régimen de aparcería perpetua tierras cuyos dueños
árabes habían sido expulsados” (Baer, 1981, pp. 99,155).
Los judíos pertenecían por ley a los señores del
país, los reyes y príncipes. De hecho, ellos antes habían
estado protegidos por los musulmanes de la dinastía omeya.
Durante la reconquista, el fuero de Teruel en 1176 sirvió
de modelo a otras ciudades para que los judíos fueran
considerados como pertenecientes al tesoro real.
En el siglo XIII se constituyen las primeras aljamas
en Barcelona, Gerona, Lérida y Tortosa.
Constituían un estadio de organización, e implicaban que
la judería disponía de las instituciones necesarias para lle
54
55
díos— (Beinart, 1996, p. 49), casos similares sucedieron
en Menorca, isla en la que los musulmanes recibieron a
Jaime I como rey (1232).
Relaciones entre religiones.
La situación económica
y el papel estratégico de los judíos en la conformación
del reino generaron la antipatía de los cristianos, sobre
todo de las Cortes, que se encubrió con motivos religiosos
y sirvió a ciertos sectores de la Iglesia y de las órdenes
mendicantes para azuzar a la gente en contra de ellos, lo
que produjo la existencia de una gran hostilidad, debida
a su carácter de recaudadores de impuestos, al grado de
acercamiento que tenían con los reyes y a su capacidad
administrativa y diplomática. Eso los convirtió, automáticamente,
en foco de envidia de las Cortes, conformadas
por Condes, Duques y Marqueses que tenían méritos de
guerra pero carecían, en gran parte, de los conocimientos
y experiencia de los judíos.
Urbanización del reino de Aragón.
El diseño de las
ciudades cristianas tenía que considerar la separación de
las comunidades cristiana, musulmana y judía. Se basó en
proteger a los judíos, porque estaban bajo salvaguarda del
monarca. Por ello, a las juderías se les ubicó a un lado
de la iglesia, dentro o a un lado del palacio real. Tal es el
caso de Aragón, Castilla y León, donde por orden de los
monarcas los judíos vivían en el interior de los castillos o
zonas fortificadas, que solían tener puertas que los cerraban,
aunque en principio nada impedía la libre circulación.
Y, por sus características, estaban acostumbrados a
vivir bajo sus propias reglas y en barrios propios.
No obstante, eso no los eximía de muchos abusos
de autoridad por parte de los que llegaban a cobrar los
impuestos de la aljama o cuando en las juderías se buscaba
a los ladrones y se castigaba a los que supuestamente
var una vida judía, tales como Sinagoga, Rabino y auxiliares
de Sinagoga, cementerio propio, miqwé (baño ritual),
Talmud, Torá (escuela religiosa), carnicería propia, horno
propio y hospital para pobres. Pero además disponía de
un sistema de gobierno superiormente organizado. Y en
ese sentido la aljama era equivalente al ayuntamiento entre
los cristianos [mediante ellas, a los judíos se les reconoce
como un grupo social definido y contemplado en el primer
Código Legal de Cataluña
Els Usatges de la Cort de Barcelona].
(Lacave, 1992, pp. 10,19)
Ocupaciones principales.
Cristianos y musulmanes
se dedicaron a la agricultura, y la cría de ganado; las actividades
predominantes de los judíos de la región fueron
el comercio y las actividades portuarias. Los judíos,
de alguna manera, también concentraron el poder económico
junto con la incipiente burguesía cristiana de
aquel momento.
Los gremios cristianos.
A diferencia de Aragón, el
sistema gremial se desarrolló más en Castilla, León y Galicia,
donde influyen mucho más en la vida municipal. El
poder creciente de las cofradías suscita el recelo de las
autoridades de los reyes de la Corona de Aragón.
Judíos, cristianos y musulmanes encontraban, cada
cual a su manera, posibilidades de mayor o menor desarrollo,
con base en la especialización del trabajo en la que
el carácter cerrado de los gremios daba una influencia
específica por área (De la Cierva, 1998, p. 273).
En Valencia la mayor parte de la población musulmana
se quedó en el lugar donde había habitado hasta
entonces y durante mucho tiempo siguió constituyendo
la mayoría de la población de ese lugar —un reino cruzado
habitado por musulmanes y administrado por ju
56
57
los estaban protegiendo (Beinart, 1996, p. 12). En términos
generales, se protegía a los judíos pero también se
les impedía tener propiedades; estuvieron sometidos a
actitudes ambivalentes (De los Ríos, 1986, p. 103).
Aspecto de las casas.
Con Jaime I, a finales del siglo
XIII se crearon las divisiones territoriales denominadas
viguiers
(comarcas para los catalanes), que debieron mantenerse
hasta la imposición de los corregimientos en el
periodo de Felipe V (Busquets, 1992, p. 209).
Al respetar la vida de muchos musulmanes en las
principales regiones portuarias del reino, destacan Valencia
y Mallorca, aunque en muchos casos se les destinaron
zonas especiales de residencia como los
arrabales.
Por regla general, el barrio judío consistía en un conjunto
de calles estrechas, callejuelas y callejones sin salida, de
aspecto mísero y poco agradable; así eran también las morerías
o barrios de moros en las ciudades cristianas. En ese
conjunto solía haber una “calle mayor de la judería” y “una
plaza de la judería” o “de la sinagoga”, agrupándose a su
alrededor la serie de callejuelas o callejones... El edificio
principal era la sinagoga. Por parte judía estos edificios no
requerían nada especial en su arquitectura. Sin embargo,
dado que ellos vivían muy cerca del Castillo o a veces dentro
de él, se observa que el Rey Jaime I se preocupó por
mandar construir, un ejemplo lo es el proyecto del trazado
con plaza central de Villarreal en 1274, encargando al ingeniero
Nicolasa —originario de la costa de Liguria. (Lacave,
1992, p. 48)
Entonces, se concluye de este apartado que las
diferentes circunstancias sociales influyeron en la formación
de las ciudades, cuyas características específicas
urbanas eran determinadas por la necesidad de relación
que exigían las actividades económicas y políticas. La
forma de habitar los espacios contribuía, con relativa tolerancia,
a la convivencia entre la población que profesaba
las tres religiones.
59
Jaime I de Aragón. Antecedentes
La personalidad de Jaime I
es digna de analizar por parte
de los teóricos de los partidos políticos: para ello conviene
observar una serie de hechos que tienen que ver con
la necesidad de instrumentar una tolerancia relativa en
las relaciones de poder entre el Estado y las diferentes
fuerzas políticas y sociales, teniendo como base fundamental
la negociación, que hace posible, en gran medida,
reducir los márgenes de inestabilidad, una vez que se
reconquistaban reinos a través de las cruzadas.
Aquí se describen los antecedentes y hechos de
la vida de Jaime I, que permiten explorar la existencia
de una tolerancia, entendida ésta como el respeto a la
existencia de otras religiones y autonomía de las poblaciones
que practicaban alguno de los tres monoteísmos.
Cuestión que no era sencilla porque Jaime I tuvo como
confesor a un integrante de la recién llegada orden de
los dominicos (conocidos como los perros de Dios) al
reino de Aragón, quien sería general de dicha orden,
inquisidor, formador de inquisidores, maestro de teóricos
importantes como Ramón Martí y Raimundo Lulio,
consejero de Humberto de Romans y muy allegado a diferentes
papas, heredando con ello todo el peso de una
fuerte influencia eclesiástica de origen franco.
60 61
Por otro lado, el padre de Jaime I, Pedro II el Católico,
moriría en una cruzada, hecho que también marcaría
al Rey y a varias generaciones posteriores, además
de que su predecesora, María de Montpellier y Comnema,
le había heredado sangre francesa, por vía materna
y por haber nacido en Montpellier.
Influencia de Raimundo de Peñafort.
Siguiendo la
misma tónica se llega hasta el momento en que el padre
de Jaime I, Pedro II, muere en una cruzada, predicada
por Domingo de Guzmán, contra los albigenses (Le
Goff, 1995, p. 237) y queda huérfano a temprana edad.
Desde entonces hereda el reino, el espíritu guerrero y la
fe. Jaime I, descendiente de franco-españoles, vivió rodeado
de un ambiente caballeresco, su vida giró en torno
a la guerra y al espíritu religioso, vivió escuchando relatos
de una serie de luchas; fue imbuido en el culto al honor
de quienes morían por la fe. Al mismo tiempo recibe un
reino debilitado por la derrota de Pedro II, en que perdió
gran parte del territorio franco. El ambiente en que se
desarrolló durante su infancia era más militar que intelectual,
a través de sus conquistas duplicó lo heredado y
fue Rey durante 53 años.
Es necesario considerar que las condiciones económicas,
políticas, sociales y de desarrollo de la acumulación
originaria del capital, que enfrentó Jaime I en la
Corona de Aragón, muestran a un hombre que, en muchos
aspectos, no se dejó dominar por el poder papal y,
en algún momento, trató de frenar las acciones desmedidas
de las órdenes mendicantes, sobre todo de la orden
de los dominicos, pese a tener tan cerca la influencia de
la corriente cisterciense parisina.
La actitud de Jaime I fue ambivalente, defendió a
la población bajo criterios utilitarios, pues en la medida
en que judíos y musulmanes eran parte funcional del
motor de la economía en materia de agricultura, artesanía,
comercio, desarrollo portuario y relaciones exteriores,
éstos fueron respetados y hasta formaron parte
de su corte o tuvieron su representación, pero también
fue cediendo a las presiones de las Cortes y el clero; lo
que condujo a la inclusión de miembros prominentes de
las órdenes mendicantes y de la nobleza a las esferas del
poder y con ello a la expansión de la Iglesia católica en
toda la península.
Los orígenes de la reconquista se remontan a batallas
como las de Covadonga, ganada por el rey Pelayo
(718), la de Poitiers, por Carlos Martell (732), y la de Ludovico
Pío en el siglo VIII, donde luchan contra los árabes
musulmanes de la región y establecen la Marca Hispánica
que dura hasta el año 801, cuando Almanzor invade (985).
Posterior a ello se da lugar al Condado de Borrell que se
independiza del reino carolingio en 988. Pero la verdadera
avanzada se inicia en 1035 cuando Fernando I se convierte
en el primer Conde-Rey de Castilla (Anónimo, 1995, p. 4).
En esa época, la península llega a un gran esplendor; ya se
perfilan dos reinos en España, el de Castilla y Aragón.
Monarquías con tintes hereditarios.
Fernando I pasa
de Conde a Rey, a partir de ese momento se instaura
la monarquía; después de diversos triunfos, Fernando I
decide partir su reino y heredarlo entre sus cinco hijos:
Sancho II, Alfonso VI, García, Urraca y Elvira, dejándoles
Castilla, León, Galicia, Zamora y Toro, respectivamente.
Guerras familiares.
La forma de heredar deja a Sancho
II inconforme con el reparto, por lo que emprende
la guerra contra los hermanos y los vence a todos, pero
es asesinado por un emisario de Urraca y el reino queda
en manos de Alfonso VI.
62 63
Enlaces matrimoniales.
Alfonso VI se allega de caballeros
como el Cid Campeador, que por su arrojo, descrito
en obras literarias (Anónimo, 1991, pp. 217, 219, 279)
logra varios triunfos e incluso llega a emparentar con la
realeza a través de la boda con Jimena Díaz, prima del rey
Alfonso VI, en el año 1074. No obstante que durante esa
época convulsa Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador,
había matado al padre de la que sería su esposa.
El Cid y Jimena llegaron a ser reyes de Valencia
y una de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar se casa con
Ramón de Berenguer III (los Condes de Berenguer fueron,
tradicionalmente, Condes de Barcelona y son los
antecesores de Jaime I), obteniendo los condados de
Besalú y Cerdeña en la península y el de Provenza, que
llegaba hasta Niza, en Francia. Varias bodas de este tipo
sirvieron para conformar el reino de Aragón, sobre todo
entre los descendientes de Ramón de Berenguer IV, este
último se casó con la hija de Ramiro II, Petronila, con lo
que se unieron los reinos de Cataluña y Aragón. Ya desde
Ramón de Berenguer I, Cataluña había adquirido los
condados de Tolosa, Cascarona, Manerbes, Saber, Narbona
y Foix. El Cid es un ejemplo claro de cómo los
caballeros llegan a formar parte de la nobleza; muestra
que las recompensas muchas veces iban más allá de
las dotaciones de territorio, llegando a que los generales
fueran investidos como Duques y a los Coroneles
se les asignara la distinción de Condes.
Estados confederados.
El Rey, desde pequeño, tenía
la necesidad de conservar el reino y el cuidado de las
comarcas; aunque contaba con las Cortes, era necesaria
la transformación, ante todo por el carácter expansionista
que imponía la dinámica de los estados monárquicos
vecinos (León y Castilla, en Hispania, y los vecinos de la
franja de los Pirineos). Por lo que desarrolla, con ayuda
de las Cortes, una serie de instituciones administrativas,
que servirán de base posteriormente a los Estados nacionales.
Constituyó un reino confederado, cuestión que
las mismas circunstancias demandaban, dado el enorme
poderío económico, sobre todo marítimo de la región y
la existencia de unidades diversas que, en un ambiente
de guerra, era muy difícil centralizar, porque los feudos
no terminaban de disminuir su gran peso.
Cada reino conquistado funcionaba de manera
autónoma y al interior de los condados o reinos por cada
tipo de confesión religiosa tenían su propia administración
(Baer, 1981, pp. 165,169). Eso era propiciado por el gobierno
“se decía que el judío que se convirtiera la islamismo o el
musulmán que judaizara serían condenados a servidumbre
perpetua”.
. En muchos de los casos, tenían como cabeza
administrativa a los judíos, quienes contaban con experiencia
administrativa y podían garantizar fidelidad, en función
del contrapeso que hacían entre cristianos y musulmanes
(Baer, 1981, pp. 94, 162, 164 y 242).
En su juventud, Jaime I se rodeó de consejeros,
en su mayoría judíos, sobre todo para la conducción de
la administración de los territorios conquistados, el comercio
interior y marítimo, además de la relación con
los reinos musulmanes del sur de la Península Ibérica,
de África y parte de Asia. A ellos les permitió ejercer cargos
públicos, diversos oficios tales como la medicina, el
comercio y la usura regulada (limitando a 20% de los
sueldos las ganancias anuales de los judíos).
Por otra parte, respetó la vida de los musulmanes
dedicados a la agricultura y algunos oficios, a quienes se
les llamó mudéjares, derivado del término
mudayyan que
significa “tributario” con matiz de manso, domesticado
64 65
(Montgomery, 1992, p. 162 y Baer, 1981, p. 159). Les
permitió conservar su religión, leyes y costumbres además
de darles libertad de seguir ejerciendo sus oficios,
aunque les impidió detentar cargos superiores. Todo a
cambio de sumisión y pago de impuestos.
El dilema.
En el terreno religioso, el Rey se encuentra
ante una permanente presión por parte de la Iglesia
católica que pretendía incrementar su influencia sobre
toda la población del reino. Fue partícipe del despunte del
cristianismo que, en miras a su consolidación, tenía una
lucha a muerte contra las herejías, que no tardaría en alcanzar
a los judíos y, posterior a su muerte, obviamente a
los musulmanes, que durante su reinado aún pudieron habitar
el reino (Baer, 1981, p. 180). El Conquistador estaba
en un permanente dilema. Por un lado, tenía en los judíos
el mejor auxilio para la repoblación, la administración, las
relaciones con los árabes musulmanes, el comercio y el crecimiento
intelectual y por otro enfrentaba a su confesor
Raimundo de Peñafort, quien además de intelectual, buen
conocedor de la región catalana aragonesa, impulsor del
estudio de lenguas, poseía excelentes relaciones con el papado
y había sido general de la Orden de los Dominicos,
por lo que trataba, con bastante éxito, de influir en el Rey
para aplicar las disposiciones papales en el reino de Aragón
que iban, en muchos de los casos, en contra de judíos y
musulmanes (Baer, 1981, pp. 180, 182, 191, 193).
En su reino se sentaron las bases, entre otras cosas,
para el impulso del comercio, la instauración y aprovechamiento
de rutas comerciales del Mediterráneo que
con el paso del tiempo llegan hasta Atenas, acompañadas
de un despunte del cristianismo, influido, en gran
parte, por la cercanía de los francos y en concreto con
Langueduc (Baer, 1981, p. 164).
Bajo su reinado la diversidad de idiosincrasias
provocó la necesidad de impulsar el estudio de lenguas
y de instrumentar una estrategia de conversión, con miras
al establecimiento de un incremento de población
cristiana, impulsada fundamentalmente por los papas
Inocencio III y Gregorio IX (Domingo y Larcala, 1998,
pp. 316-330).
La política económica se realizó en torno a la
guerra, el comercio y la agricultura, fundamentalmente
vitivinícola y de granos, así como el pastoreo cuya actividad
recaía en cristianos y musulmanes. Las artesanías
estaban en manos de los gremios y las cofradías.
Actividades como el comercio, el desarrollo portuario
y la actividad agrícola y ganadera permiten la existencia
de una serie de encuentros y desencuentros entre
judíos, cristianos y musulmanes, en toda la cuenca del
Mediterráneo, sin precedentes.
La recaudación de impuestos, la administración
portuaria, el manejo de las relaciones con la población árabe
musulmana eran un eje importante para el financiamiento
de la guerra, la reconstrucción y embellecimiento
de las ciudades; actividades en las que el rey Jaime,
como sus homólogos de Castilla y León, se apoyó en la
población judía (Baer, 1981, p. 161).
Cuando la nobleza toma conciencia del proceso
de acumulación —en el que está inserta— de la riqueza
generada en un reino en expansión y del poderío que
están alcanzando los judíos y la población musulmana,
quienes cuentan con relativa autonomía, tienen la necesidad
de expandir su poder para generar más privilegios
para ella misma.
Control marítimo.
El desarrollo portuario en Barcelona
y Sevilla, y también de las diferentes islas conquis
66
67
tadas, así como los lazos comerciales con el Mediterráneo,
requirieron la participación de personajes judíos
destacados, por lo que los cargos de bailíes, almojarifes
y representantes de la Corona también fueron auxiliados
por la población judía. Para controlar los frutos de las
relaciones marítimas, el Rey impulsó, con ayuda de los
Consulados para Ultramar y en 1257 con la creación de
la
Consollat del Mar (Busquets, 1992, p. 42), la custodia
de los intereses generales del comercio. Los Consulados
eran una especie de agrupación social al interior de los
puertos, para regular las actividades de comerciantes y
armadores, que se encargaba del mantenimiento y reglamentación
del puerto y la ribera para el desarrollo
general de los puertos. Esto se dio de manera más pronunciada
en Barcelona, aunque existían en los principales
puertos de la metrópoli.
Papel de la Iglesia.
La Iglesia estaba recuperando
poder gracias a las gestas heroicas del siglo XIII caracterizadas
por un periodo epopéyico, donde las luchas por
la instauración del cristianismo son el objetivo principal;
en este ambiente surgieron personalidades carismáticas
que enfrentaron casi siempre a los musulmanes, pero
también hubo acciones ambivalentes con la mayoría de
la población e, incluso en ocasiones, lucharon cristianos
contra cristianos.
Por otro lado, la Iglesia contribuyó a impedir que
los cristianos realizaran una amplia acumulación de capitales,
limitó las relaciones sociales con judíos y musulmanes,
restringió el préstamo a interés —usura— y con
ello generó el aislamiento de las actividades propiamente
comerciales a la cristiandad misma, porque daban
prioridad a la agricultura (Baer, 1981, p. 173). Los reyes
cristianos de la península inhibieron su desarrollo, cuestión
que favorecía a los judíos a través de la acumulación
y circulación del capital, en el incipiente capitalismo que
se estaba generando.
Aunque la Iglesia presionó para que los judíos no
ocuparan cargos públicos, no adquirieran propiedades
de los cristianos, se vistieran de manera distinta y vivieran
prácticamente separados, cabe señalar que no todos
los reyes aplicaban de manera mecánica estas disposiciones
(Baer, 1981, pp. 135, 164-165). Este desarrollo se combinó
con el fortalecimiento del poder de la Iglesia católica
en la Península Ibérica y en gran parte de Europa
occidental, que en ocasiones se uniría a los nobles para
atacar a los judíos y acceder a los cargos que éstos ostentaban,
alimentando un rencor social, sumado al estigma
de considerar a los judíos como deicidas (por la muerte
de Jesucristo) que tendrá graves repercusiones.
En 1391 las predicaciones incendiarias del arcediano de
Sevilla, Ferrán Martínez, llevan a los cristianos a asaltar la
judería, causando muchas muertes. Rápidamente, como
un reguero de pólvora, las matanzas de judíos se extienden
por casi toda España. Las ciudades de Córdoba, Toledo,
Valencia, Palma de Mallorca, Barcelona, Gerona y otras
muchas ven sus juderías asaltadas. Muchos judíos para salvarse
piden la conversión al cristianismo. Muchas juderías
quedarán muy empequeñecidas y algunas, como Barcelona
y Valencia, desaparecerán. (Kahalaf, s. f.)
Previo a ello se establecieron escuelas con la finalidad
de conocer religión, costumbres y cultura de
los “otros”, a fin de contar con elementos para la “comprensión”
de los mismos y buscar los mecanismos para
convencerlos, para finalmente acudir, paulatinamente a
68 69
forzar situaciones con el fin de lograr conversiones masivas,
con resultados poco alentadores en materia de convivencia
de credos para la posteridad.
La Iglesia contó también con las órdenes mendicantes,
que tendrán como ocupación principal la conversión
al cristianismo, a través del estudio de lenguas,
evangelios y religiones (Baer, 1981, p. 143), además de
otorgarles un poder impresionante en la administración
de bienes y en el combate a la usura. Después adquieren
mayor poder, a través de los diezmos y las presiones que
ejercen sobre los reyes.
El peso de los caballeros.
A los caballeros que colaboraron
en las guerras se les repartían territorios y se les
otorgaban títulos nobiliarios: ducados y condados; los viejos
feudos eran dominados, en muchos casos, por héroes
de guerra. A muchos de ellos, en su figura de nobles se
les incorporó a las Cortes de los reinos de la península;
poseían un poder local importante, además de representar
al Rey en la región eran vitoreados como caudillos
(Baer, 1981).
Para los cristianos hacerse caballeros de guerra
era un negocio —aún con justificación religiosa— porque
podían disponer de los terrenos conquistados, estando
obligados a aportar el quinto real a la Corona,
pero también había que invertir en ella, cuando no se
tenía dinero se recurría a los préstamos de los judíos,
con la obligación de pagar un interés. Cuando los caballeros
se vuelven sedentarios, ven a los homólogos judíos
como una competencia indeseable cuya fuerza monetaria
los ponía en enorme desventaja e intentan sacudírselos,
aunque sin ellos hubiera sido muy difícil financiar la
lucha de reconquista (Baer, 1981, pp. 162, 191, 192).
Fortificación del palacio real.
El rey Jaime I, el Conquistador,
construye su palacio real encima de donde
estuvo formado el centro romano, que tenía un perímetro
ovalado, cerrado por murallas que servían para defenderse
de las invasiones bárbaras. En el mismo barrio
se construyen palacios góticos que servirán de sede al
palacio real de Aragón y la Generalitat (sede del gobierno
autónomo de Cataluña) y que desde entonces hasta
la actualidad es el centro histórico, cívico y político de
Barcelona.
Casi simultáneamente se erige el edificio del ayuntamiento
municipal que alberga el
Concell de Cent (en él
concurría la participación de ciudadanos honrados y representantes
de los gremios, comerciantes y es hasta el
siglo XV en el que se incluirán militares). A un lado del
palacio estaba el Kahal de los judíos, primero al interior
y luego al exterior se construyó el Kahal mayor (Baer,
1981, pp. 89-90).
Transformaciones en el poder.
Le Goff (1995) dice
que en el reinado de Jaime I “los progresos de las Cortes,
en las que aumenta la representación de las ciudades y
los intereses materiales hacen un contrapeso al poder
real, equilibrando las funciones públicas” (p. 225). No
obstante, el poder del Rey se mantiene por encima de
todo y eso se constata cuando se observa la capacidad
de éste para heredar, en dos partes, el reino a sus hijos,
aun cuando las decisiones no se tomaban de manera
unilateral, porque en Aragón se establecieron las bases
para la transición de un reino monárquico a una especie
de división de poderes y una forma de administración
económica diferente que inicia el rompimiento paulatino
con el régimen feudal.
70 71
Órdenes mendicantes
Factores religiosos.
Coexisten las tres religiones: islam, judaísmo
y cristianismo. La Iglesia bajo el reinado de Jaime
I de Aragón adquiere una gran preeminencia. Le
son obsequiadas grandes proporciones de territorio, se
le otorgan bienes y siervos, tiene muchas facilidades para
el desarrollo y formación de órdenes monásticas tanto
de hombres como de mujeres, forma escuelas de lenguas,
cuenta con todas las facilidades para expandir el
cristianismo “vía convencimiento”, se le permite invadir
la privacidad de quienes practican judaísmo e islamismo
obligándolos a escuchar la predicación incluso en sus
propias casas y sinagogas, y las iglesias y monasterios son
instalados en los centros de las ciudades, permitiéndoseles
trabajar entre las comunidades.
Orígenes de las órdenes mendicantes.
Las órdenes
mendicantes surgen, en gran parte, bajo la dinámica de
las cruzadas, una vez realizada la “conquista militar” había
que consolidar el poder a través de la “conquista religiosa”.
Los fundadores de estas órdenes fueron en su mayoría
hombres ricos, que renunciaron a una vida cómoda para
vivir con humildad y se dedicaron al estudio y a la predicación,
quienes se dejaron guiar por “apariciones” que les
indicaban el camino. En el caso de Domingo de Guzmán
Lo anterior sirvió para limitar abusos de poder y
formó parte de acuerdos entre los reyes de las diferentes
regiones de la península, además de dar viabilidad a
la administración de una serie de reinos fragmentados,
cuyo único eje de unidad eran sólo la fe y el Rey, para
después sujetarse a una especie de participación democrática
en embrión.
En conclusión, cabe destacar que Jaime I fue un
precursor del ejercicio de reinado con una separación
entre lo civil y lo eclesiástico; así como de la incipiente
formación del capitalismo derivado de las condiciones
económicas, políticas y sociales de la época.
En la cronología (anexo) se muestran algunos aspectos
sobresalientes en la vida de Jaime I, que permiten
tener una visión general de la forma tan acelerada en
que se dan las conquistas y algunas pistas de las alianzas
que los reyes cristianos lograron establecer; lo que
delimitó la zona de influencia del reino de Aragón, en
la época de Jaime I, así como hechos anteriores y posteriores
que influyeron en el carácter
sui generis del reino
de Aragón.
72 73
también lo movió el deseo de ser mejor que los albigenses
a quienes necesitaba vencer en conocimientos.
A las órdenes las anima el espíritu de las cruzadas.
Si para los caballeros la cruzada y la reconquista constituían
de muchas formas un negocio, porque al sitiar
ciudades las saqueaban, se quedaban con el botín y obtenían
tierras, para algunos miembros de las órdenes
mendicantes también arrojaron beneficios importantes,
aunque no siempre económicos, redituaban en un incremento
de la cristiandad y, aun con todos sus riesgos,
aumentó el poderío de la Iglesia y por ende la recolección
de los diezmos.
La actividad de las órdenes mendicantes, en muchos
de los casos, fue auspiciada por reyes como Jaime I,
con un apoyo decidido de Raimundo Peñafort.
En el año de 1240 las dos órdenes más importantes de frailes
franciscanos y dominicos estaban llenas de entusiasmo,
habituadas a la vida dura y al peligro y ambas tuvieron una
gran importancia por lo que se refiere a la actividad diplomática
y misionera en Europa occidental, en Asia durante
el siglo XIII y también en el XIV. (Phillips, 1994, p. 98)
Llegada de las órdenes mendicantes al norte de la Península
Ibérica.
Los reinos de Aragón y Castilla (Baer,
1981, p. 143) son, sin duda, cuna del desarrollo de órdenes
mendicantes: carmelitas, mercedarios, dominicos
y franciscanos encuentran ahí hospitalidad importante
e, incluso, apoyo. Jaime I contribuye al sostenimiento y
desarrollo de éstas, además de premiar a los Caballeros
Templarios, Teutónicos y Hospitalarios con tierra y apoyos
de otros tipos, como recompensa por los servicios
prestados a la Corona en las guerras de reconquista.
La Orden de Predicadores, los dominicos, surge
en 1216, es dirigida por el fraile Domingo de Guzmán,
quien se admiraba del bagaje cultural de los albigenses,
por lo que vio la necesidad de promover una orden religiosa
que se dedicara al estudio para vencerlos con argumentos
y evitar que tuvieran más adeptos; para ello usó
como armas la palabra y la pluma con el fin de persuadir y
convertir a los infieles a la fe católica. “Jacques de Vitro y Honorio
III decían que había una misión divina y estaban
dispuestos a exterminar al Islam, al menos como fuerza
política” (Phillips, 1994, p. 84). Se establece en Barcelona
en 1219, llamada por don Berenguer de Palao que les
ofreció una casa en el barrio judío. Para ellos era importante
estar en ese lugar para aprender el idioma hebreo
y, al estar cerca de los judíos, entender sus costumbres y
cultura
.
Poco después se trasladaron a un nuevo convento,
al de Santa Catalina, ejercieron gran influencia cultural
y religiosa en toda Cataluña y casi la totalidad de la
Península Ibérica. Su fuerte conexión con los papas les
proporcionaba también un margen alto de autoridad y
movilidad en las comunidades en que se establecían.
Desde los primeros tiempos, los dominicos tuvieron
gran influencia cultural y religiosa en Cataluña. Su
participación fue permitida y fomentada por la Iglesia
católica, que extendía las indulgencias que daba a los
cruzados de Jerusalén a los que combatieran en la Península
Ibérica contra los musulmanes y a quienes enfrentaran
brotes de herejía de cátaros
11 y albigenses.
11
Los cátaros eran una secta maniquea medieval que se distinguía por una extremada
sencillez en las costumbres. Los albigenses eran adeptos a la doctrina cátara
que se extendió en el sur de Francia.
74 75
Jaime I quería complacer a los papas sin perder
los beneficios que le arrojaban sus protegidos, por lo
que su postura respecto a los judíos era extraordinariamente
compleja. No estaba dispuesto a dejar a los dominicos
hacer lo que se les antojara con ellos. Por un lado
quería la conversión de los judíos, pero no quería ver
alterados los principios de la calma de su reino con actos
sangrientos o con apostasías. Por ello también fomentó
el estudio de lenguas.
Escuelas de lenguas.
La experiencia de los Studia
Linguarum fue única en su tiempo, donde había un convento
en ambiente hebreo o árabe, el estudio del idioma
del lugar se imponía por sí solo (Domingo y Larcala,
1998, p. 206).
La primera escuela de lenguas, como tal, se funda
aproximadamente entre 1244 y 1245 y dura hasta la preparación
de la cruzada de San Luis, después de ella
Raimundo de Peñafort seguía promocionando este tipo de
escuelas en estrecha relación con Jaime I, el Rey castellano
Alfonso X, el Papado y las altas instancias de la orden, a fin de
obtener los elementos necesarios para utilizar el conocimiento
de la lengua y la cultura de los
infieles como medio urgente
para su evangelización. (Domingo y Larcala, 1998, p. 257)
En 1270 y 1272 Jaime I otorga privilegios a los dominicos
establecidos en Murcia como una forma de
estimular el estudio bilingüe. El estudio en Játiva fue
apoyado por Jaime II y su esposa doña Blanca, quien
legó al convento de Játiva 200 libras con destino a los
frailes predicadores, estudiantes de hebreo y árabe,
mientras esos estudios permanecieran ahí, después ese
donativo se envió al convento de Valencia.
En esa misma época se manifiesta el movimiento
cabalista, en sentido estricto, sobre todo en Francia (Narbona,
Arlés, Marsella) y en el norte de la Península Ibérica
(Gerona y Barcelona) del siglo XII al XIV (Kung,
1998, p. 175).
12 Se estaba retomando la conciliación entre
ciencia y fe de Maimónides. Los jóvenes judíos se sentían
atraídos por la ciencia, por lo que no es extraño que a los
cátaros, albigenses y judíos se les persiguiera bajo la sospecha
de que hacían proselitismo entre los cristianos.
Casi simultáneamente la orden envía monjes dominicos
hacia África con la finalidad de que aprendieran el
idioma y costumbres árabes, con objetivos de conversión.
La orden Dominica, recién fundada, adoptó como medio
particular de evangelización el estudio de las lenguas y cultura
de los pueblos entre quienes los religiosos habían de
trabajar. La zona en que las escuelas florecieron fueron la
España catalana-aragonesa y el norte de África. (Domingo
y Larcala, 1998, p. 255)
Su actuación fue propiciada por los reyes de la Península
Ibérica y los papas. En Aragón el Rey permitió
a los frailes dominicos predicar a los judíos a partir de
1242. Los efectos de la predicación eran en muchas ocasiones
desastrosos por lo que el Rey algunas veces tomó
decisiones encaminadas a minimizar el daño que esos
sermones hacían a los judíos y la tensión que creaban,
limitando el número de predicadores que podían entrar
a predicar a las sinagogas o casas de los judíos (Domingo
y Larcala, 1998, p. 283).
12
Previa al Talmud estaba la Torá. “La Torá es patria y ciudadela de la fe para los
judíos medievales”.
76 77
Para ser un buen dominico había que conocer filosofía,
historia, cultura árabe y hebrea, religión islámica
y rabínica, las lenguas y las herejías, todo para anteceder
en defensa de la fe. Un misionero debía predicar en
la lengua de su público, pues un intérprete no solía ser
capaz de traducir los argumentos con precisión, debía
tener un conocimiento completo de las Escrituras y familiarizarse
con las posiciones doctrinales de toda secta
cristiana local sin disponerse a condenarlas como heréticas
con excesiva facilidad; no debía comprometerse
con argumentos sobre detalles litúrgicos y rituales, que
no eran asuntos de fe; y debía ofrecer a sus oyentes un
ejemplo de humildad personal auténtica, no actuando
como si fuera superior (Domingo y Larcala, 1998, p. 261
y Phillips, 1994, p. 112).
Cabe señalar que sólo se enviaban estudiantes
“selectos”. Entre los asignados al estudio de Barcelona,
va como profesor Ramón Martí, quien a su vez fue estudiante
de la escuela de Túnez. Algunos de los estudiantes
sobresalientes de los Studia Linguarum fueron
después profesores, traductores e incluso inquisidores.
Otros más realizaron labores de intérpretes, que en
otros tiempos eran realizadas por los judíos.
Los dominicos por tanto fueron funcionales. Más
allá de los asuntos estrictamente religiosos, también promovieron
diversos estudios científicos.
Colegios de lenguas.
SegúnTedeschi (1992, p. 76),
Ramón Lull quería convertir a los musulmanes al catolicismo,
por ello estudió árabe, latín, filosofía y teología;
promovió el estudio de las lenguas y escribió una gran
cantidad de obras, que parecían simular actitudes dialogantes
con las culturas distintas a la cristiana. Promovió
la instalación de colegios de lenguas.
El impacto de los colegios de lenguas fue más allá
de occidente. Según Phillips, la esperanza, todavía más
ambiciosa de que el mundo musulmán pudiera ser objeto
de trabajo misionero fue acariciada en 1220 por hombres
como Jacques de Vitry, obispo de Acre, y por Francisco
de Asís; este último llegó incluso a predicar en 1219
ante el sultán de Egipto al-Kamil. En 1233 Gregorio IX
envía a varios franciscanos, cada uno de ellos con una
exposición escrita de fe cristiana y la orden de que fuera
expuesta ante los gobernantes musulmanes de Kenia,
Damasco, Alepo y también ante el califa de Bagdad. Los
enviados de Inocencio IV ante los mongoles, en 1245,
llevaban también recomendaciones para los gobernantes
de cualquier tierra musulmana con la esperanza de
que estos príncipes aceptaran el cristianismo (Phillips,
1994, p. 111).
Se concluye, entonces, que no fueron pocos los
esfuerzos de las órdenes mendicantes para allegarse de
adeptos a la fe cristiana. Utilizaron diferentes formas
de persuasión, entre las que destaca la palabra y la pluma,
con base en el conocimiento de lenguas, cultura,
costumbres y religión de las regiones donde actuaban,
contando con un fuerte apoyo de los papas y reyes de la
época. En el caso del reino de Aragón la presencia de
Raymundo de Peñafort, entre otros, fue decisiva.
79
Disputa de Barcelona
En esta parte de la investigación
se pretende ubicar el concepto
de tolerancia relativa en función de la necesidad
de la existencia de relaciones armoniosas, ante la emergencia
de nuevos actores sociales, políticos y religiosos,
que surgen del desarrollo de las fuerzas que se generan
con el mercantilismo y la formación incipiente de capitales,
así como la influencia de segmentos sociales antes
inexistentes.
La Iglesia en el siglo XIII no es homogénea, se
desarrolla con fuertes contrastes entre el papado y los
obispos locales, debido, en parte, al impacto de la política
fiscal pontificia. Las normas generales de un concilio
o de un decretal del papa o del cuerpo canónico no se
aplican en la península más que por medio de concilios
particulares y sínodos diocesanos.
La parte cristiana celebró disputas en la Alta Edad
Media, que fueron generalmente impuestas, iniciadas y
realizadas por conversos judíos, organizadas por la Iglesia
y aprovechadas por integrantes de la nobleza, quienes
se encargaban de hacer una propaganda antijudía y, en
más de un caso, atentó contra la integridad personal de
dicha comunidad. Aunque presuponían un desarrollo
importante del diálogo y la comprensión del otro para
80 81
convencerlos pacíficamente de abrazar el cristianismo,
se convirtieron en elementos de presión.
La jerarquía eclesiástica católica intentaba decidir
al menos las cuestiones concernientes a las relaciones
entre judíos y cristianos, y ejercía una considerable
presión sobre los reyes a los que los judíos, indudablemente,
estaban sometidos, algunas veces intercedía condenando
la violencia física ejercida hacia ellos, con base
en la Constitución para los Judíos, trazada por Inocencio
III, quien destacaba que deberían estar protegidos “solamente
debido a sentimientos humanitarios del cristianismo”
y no porque los judíos tuvieran ningún derecho
intrínseco a la protección (Tedeschi, 1992, p. 576).
Diferencias de concepción de la relación con judíos y
musulmanes entre reyes y papas.
Los intereses de la Iglesia
no siempre eran acordes con los de los reyes, Jaime I,
por ejemplo, no seguía al pie de la letra las instrucciones
de la Iglesia, él
se había quejado de que a los judíos se les obligara a llevar
la señal distintiva, porque consideraba que el clero estaba
aprovechando la situación para extorsionarlos y en consecuencia,
muchos judíos habían abandonado la Corona de
Aragón... el argumento principal del Rey era la pérdida
económica que le causaba la marcha de los contribuyentes
judíos. (Baer, 1981, p. 164)
Los frailes se encargaban de seguir las orientaciones
de los papas, sin embargo, Jaime I a veces los apoyaba
y otras no, a tal grado que Clemente IV en 1266 y 1267
lo exhorta para que expulse a los árabes musulmanes
del reino de Aragón y reprima a los judíos, en especial a
Nahmánides, pidiendo para él un severo castigo, exceptuando
la muerte y la mutilación de miembros, de modo
que con su ejemplo se frenara la audacia de otros.
Carácter funcional de los judíos.
Los judíos recurrían
a la negociación permanente sobre sus condiciones de
vida por su relación con el reino y los nexos con cristianos
y musulmanes. “Tenían el control casi exclusivo de
Touat y Sijilmas sobre intercambio mercantil e, incluso,
más allá del Sahara, por lo que el Rey valoraba esa relación
e intentaba estimularla” (Baer, 1981, p. 98).
Una manifestación de dicha relación se expresa
en el permiso que Jaime I dio a la aljama de dicha ciudad
para construir una sinagoga en el barrio judío, cuando
se estaba celebrando la disputa de Barcelona, a pesar de
que estaba prohibido por la Iglesia. La comunidad de
Perpiñán recibió permiso para construir una sinagoga
en 1268 y los judíos de Mallorca en 1290. Aparte los judíos
de diversos lugares del reino de Aragón recibieron
inmunidad contra detenciones en sábado y en días de
fiesta (Baer, 1981, p. 61).
También fueron protegidos de ser apedreados en
las fiestas cristianas de Viernes Santo; de alguna manera
la Corona dio continuidad a una política tolerante que
habían dejado los musulmanes, al permitir la autonomía
interna de las comunidades judías (Baer, 1981, p. 73),
pero no era una actitud permanente.
En Aragón las órdenes mendicantes iniciaron
en el decenio de 1240 una intensa campaña misionera,
obligando a judíos y musulmanes a escuchar sus sermones
contando con un amplio respaldo de los papas.
En 1242, Jaime I establecía la obligación de los árabes
musulmanes y judíos de escuchar a los obispos y frailes
predicadores y a que asistieran a las convocatorias para
escuchar pacientemente su predicación, so pena de ser
82 83
constreñidos por los oficiales quienes desatendieran ese
mandato bajo cualquier excusa (Baer, 1981, p. 170).
Mientras que el 24 de agosto de 1263, todavía autorizaba
a uno de los judíos distinguidos para organizar
una sinagoga en su casa de Barcelona, a fines del mes
tomaba una serie de disposiciones a favor de los frailes,
apoyaba su labor misionera en menoscabo de los
intereses de los judíos, como la obligación de escuchar
sermones de los dominicos, llevar sus libros, borrar de
sus libros las frases oprobiosas contra Jesús y María,
multas y quema de libros para quienes no siguieran sus
instrucciones.
Su política era tornadiza, algunos meses después
mitigaba la severidad de los decretos. El 30 de agosto decía
que a los judíos no se les debería obligar a salir de sus
casas para escuchar sermones y el 27 de marzo de 1264
daba un plazo de tres meses para que los judíos arrancasen
las hojas de aquellos libros que tuvieran frases injuriosas
contra Cristo y su madre; en febrero de 1265 los
liberaba de la obligación de responder a los dominicos
sobre el contenido de sus libros y, mientras que Clemente
IV en 1268 ordenaba acciones contra los judíos de
Aragón, Jaime I decretaba que éstos no fueran obligados
a escuchar los sermones de los frailes fuera de su barrio,
dado el peligro que encerraba la organización de esos
actos en barrios cristianos, ni que los frailes fueran a los
barrios judíos con más de 10 personas.
Al mismo tiempo garantizó a algunas aljamas el
derecho perpetuo a sus sinagogas y “dispensó a los judíos
de llevar la rueda (rota), no obligándoles más que
a vestir la capa redonda (capa rotunda), liberando a los
judíos de su corte también de ésta” (Baer, 1981, p. 175).
Pero el 12 de abril de 1265 llamó a comparecer a Nahmánides
ante un tribunal, debido a que el prior de Barcelona,
el fraile Raimundo de Peñafort, fray Arnaldo de
Segarra y fray Pablo Christiani lo acusaban de blasfemo,
por haber publicado opiniones que había hecho antes
verbalmente, con la promesa del Rey de contar con libertad
de palabra, como se verá más adelante.
El Talmud
como tal, como el libro concreto y definido
que dio pie a la polémica, no fue ampliamente conocido
ni estudiado por la Iglesia hasta el siglo XIII. Cuando
a los judíos conversos se les volvió en misioneros, se inició
la lucha contra las leyes judías, el Talmud y la Midrás
fueron elementos de debate para “demostrar” “la verdad”
cristiana a los judíos y una de las bases para que el trabajo
misionero lo utilizara para catequizar a los judíos.
Dichas estrategias empezaron en Francia: Nicolás
Donín, un judío converso que se había hecho cristiano,
tras haber sido anatematizado por las comunidades judías
de Francia por negar la validez de la ley oral, denunció el
Talmud ante Gregorio IX y presentó ante los tribunales
eclesiásticos una colección de pasajes donde se insultaba
a Jesús y a María. El 9 de junio de 1239 el Papa dictó una
orden dirigida a los prelados, frailes y reyes de Francia,
Inglaterra y la Península Ibérica “en la que disponía que
el 3 de octubre de 1240 por la mañana, cuando los judíos
se encontraban en las Sinagogas, requisaran todos sus libros
y los entregaran a los Dominicos y Franciscanos para
su examen”(Baer, 1981, p. 167). Los principales rabinos, y
al frente Rabí Yehiel de París, fueron convocados para ser
interrogados, y después de largas disputas e investigaciones
el Talmud fue condenado a la hoguera.
Esta acción cesó hasta que el papa Inocente IV
atendió, en 1247, las súplicas de los judíos, quienes argumentaban
que el Talmud era esencial para la práctica de
84 85
su fe, la cual estaba reconocida como religión tolerada
(Baer, 1981, p. 167).
Disputas como estrategia.
La relación de Jaime I con
la Iglesia y la vecindad con Francia hacen necesario señalar
que las disputas del siglo XIII se habían iniciado con
otros perfiles, tales como el uso de conversos, idioma local
y el estudio de las fuentes escritas de las religiones.
La disputa sirvió para descalificar y condenar al
Talmud. El resultado fue que la Universidad de París
condenó dicho libro y ordenó la quema de varias carretadas
de sus ediciones.
De acuerdo con Tedeschi (1992, p. 105) en 1263,
en el centro de la lucha contra la herejía que provenía
del sur de Francia, algunos judíos conversos propagaron
la noticia de que en el Talmud existían injurias contra
Jesús y los cristianos y que precisamente los textos rabínicos
demostraban que el Mesías había venido ya. En
estas aserciones se distinguió un discípulo de Raimundo
de Peñafort, Ramón Martí, que se sirvió de la obra de
un converso, Pablo Cristiano. Éstos convencieron a Raimundo
de Peñafort, inquisidor general, y a Jaime I de
la oportunidad de una disputa pública entre sabios para
demostrar a los judíos la verdad cristiana.
El contradictor fue encontrado en la persona de
Moisés ben Nahman, famoso rabino de Gerona, que en
el debate que se celebró entre el 20 y 31 de julio defendió
muy bien las razones de los judíos hasta el punto de merecer
las felicitaciones y una gratificación por parte de Jaime
I (Tedeschi, 1992, p. 105 y Baer, 1981, pp. 171, 177).
Las disputas constituyeron para las órdenes mendicantes
una forma de asumir el reto de confrontar sus
conocimientos con “el otro” con fines a la conversión al
cristianismo. Se habían estado preparando para establecer
relaciones dialogantes con los herejes, infieles, judíos
y musulmanes, estudiando su religión, lengua y cultura,
en defensa de la fe y por ello habría que poner toda la
confianza en el Señor para llevarlas a cabo; se habían establecido
una serie de reglas que debían seguir los egresados
de los Studia Linguarum y consistían en “evitar
demasiada audacia, huir de la pusilanimidad, eludir la
ostentación, el deseo de vencer, la verborrea, el desprecio
y la irritación” (Domingo y Larcala, 1998, p. 260).
La disputa de 1263.
Por la ostentación con la que se
desarrolló la disputa parecía que iba a garantizar un rotundo
éxito de los cristianos sobre los judíos pues con ella se
intentaban mostrar los resultados de la conversión de Paulo
Christiani que enfrentaría a la religión judía con argumentos
extraídos de sus propias fuentes, el Talmud y el Midrás.
Ello hacía presuponer que se contaba con un contendiente
convencido de la religión católica, esto es, convertido en sentido
amplio y que además ponía al servicio de la cristiandad
los conocimientos de su antigua religión para convencer a
los judíos de la verdad de la fe católica.
Puede pensarse en ostentación dado que por primera
vez se debaten problemas de fe cristiana con escritos
talmúdicos, entre cristianos y judíos, en la península;
se lleva a cabo en presencia del Rey, de los dignatarios
de la corte y de la masa del pueblo; también presupone
ostentación por los lugares en que se realizó: el palacio
real, el monasterio y la sinagoga, sedes de la corte y las
religiones, así como por la duración, cinco sesiones públicas:
viernes 20 de julio, lunes 23 de julio, jueves 26 de
julio, viernes 27 de julio y, lo que pudo ser demasiada
audacia, sábado 4 de agosto.
Las discusiones generadas en las que cada cual
vertía su verdad tienen poco que ver con el diálogo en
86 87
sentido moderno, porque no se trataba de comprender
realmente al otro ni de respetarlo en su fe. Por el contrario,
el objetivo inicial y final era refutar teológicamente
a judíos y musulmanes a fin de convertirlos, siguiendo
las estrategias que fueran, hasta llegar a las últimas consecuencias
.
El rey Jaime I se vio instigado por Raimundo de
Peñafort, Ramón Martí, entre otros, y la nobleza que
querían exhibir al mejor rabino de su tiempo en el reino
de Aragón, lo que de alguna manera representaría una
humillación pública para los judíos que les era imposible
eludir y por tanto había, más allá de la defensa de la
fe, cierta pusilanimidad.
Raimundo de Peñafort y Paulo Christiani querían
a Moisés ben, Nahmánides, también llamado Bonastrug
de Porta, como portavoz de los judíos porque “si
doblegaban al viejo rabino se desmoronaría fácilmente
la judería catalana” (Domingo y Larcala, 1998, p. 280).
Su deseo de vencer les impidió tomar en cuenta la gran
experiencia que como polemista tenía el mejor rabino
de su tiempo y el contexto en el que se movían.
No pudieron evitar la irritación ni durante ni
después de la disputa e incluso tuvieron que suspenderla
porque las condiciones ya no les eran adecuadas para continuar
y aceptaron la sugerencia de los frailes franciscanos
(Baer, 1981, p. 170). Los argumentos fueron diversos y en
ocasiones en tonos ríspidos (Vidal, 1995, p. 189).
Algunas mezquitas fueron transformadas en recintos
católicos (mezquita de Córdoba en 1236), a los
judíos se les obligó a disputar sobre cuestiones religiosas,
sin libertad de expresión plena, salvo en el caso de
la disputa de Barcelona. Pero esta excepción no fue la
regla en ningún lugar y le costó a Jaime I que el papa se
disgustara por la flexibilidad que mostró ante la población
judía y, sobre todo, ante Nahmánides.
Paradójicamente la intolerancia fue promovida
por la actitud de algunos integrantes de las recién creadas
órdenes mendicantes; dominicos y franciscanos se
emplearon en las huestes de la Iglesia para luchar por la
fe con armas que iban más allá de la palabra y la pluma,
algunos desacreditaron a las poblaciones judía y musulmana
con sobrenombres como “cerdos judíos”, moros,
sarracenos, creando un repertorio estandarizado de la
difamación plástica de los no cristianos. A los musulmanes
los llamaron “moros” relacionándolos con los negros
de Mauritania y sarracenos, como sinónimo de incultos,
provenientes de la sierra y fuera de la civilización.
Así, bajo la monarquía católica, los judíos de la
Península Ibérica fueron degradados, lo mismo que los
demás judíos europeos. Situación similar vivieron los musulmanes,
aunque de manera más cruda porque en la mayoría
de los casos fueron acorralados, hasta arrinconarlos
en el reino de Granada, donde resistieron, pagando tributo
a los castellanos, hasta su expulsión en el siglo XV.
Tolerancia relativa.
No obstante, hay una serie de
características que hablan de tolerancia relativa por
parte de Jaime I, entendida ésta como el margen de
diálogo, aun con todos los problemas habidos se institucionaliza
como forma de conversión pero se vuelve
tornadizo según las circunstancias siguientes.
El Rey mantiene una política de resistencia al
cumplimiento cabal de lo dispuesto por los concilios
ecuménicos de la Iglesia, que le permite mostrarse ante
la misma como disciplinado a la cristiandad, pero al
mismo tiempo busca cuidar la relación con una parte
88 89
importante de los judíos de su reino, por lo que, en
ocasiones, reprime a los judíos y en otras mitiga la represión.
La tolerancia relativa de Jaime I de Aragón se refleja
en una serie de privilegios que consisten fundamentalmente
en otorgar a los judíos cargos públicos como
bailes
—en Barcelona, Gerona o Valencia— o viguiers en
Cataluña que equivale a los recaudadores de impuestos y
guardianes del orden público, denominados
adelantados
en Castilla y León. La tolerancia también es reflejo de
las condiciones de crecimiento y expansión del poder
de los reyes cristianos en la Península Ibérica, quienes
promueven consensos para la reconquista de territorios
que estuvieron bajo el control musulmán.
Jaime I les proporcionó casas, les autorizó construir
sinagogas, respetó sus costumbres en diferentes
periodos y permitió su influencia, sobre gran parte del
reino, hasta las Islas Baleares; aunque también los utilizó
para defender las fronteras, y establecer relaciones
comerciales y políticas con otros reinos, sobre todo de
África y el Mediterráneo.
Los cristianos eran obligados a ser tolerantes ante
las circunstancias porque, al igual que los musulmanes, los
conquistadores eran aún muy pocos, comparados con el
número de habitantes que se requería para repoblar, hacer
producir la tierra y generar los productos necesarios para
el autoconsumo y la manutención del ejército, además de
contar con los excedentes necesarios para el intercambio
comercial que proporcionara los recursos para construir
fortalezas y defenderse de ataques externos.
Entre los factores políticos existe una combinación
de poder religioso con el poder civil. Bajo diversos
mecanismos judíos y musulmanes se vieron en medio de
una lucha entre la Corona y el clero por el predominio
del poder eclesiástico.
Como poder civil, el reino de Jaime I de Aragón
emana de una lucha de carácter religioso; no obstante,
asume un papel de apertura hacia la mayoría de la población,
al incluir en la toma de decisiones a judíos, cristianos
y, en menor medida, musulmanes.
Jaime, el Conquistador, convoca por igual a Pablo
Christiani que a Moisés ben Nahman (Nahmánides) a
la controversia de Barcelona en 1263. Al colocarlos en
igualdad de circunstancias, abre las mismas posibilidades
discursivas y de réplica a los protagonistas del debate.
En su carácter de cruzado (juró ante una cruz luchar
por la cristiandad) quería que los conversos fueran
convencidos para no mancillar el sacramento del bautismo
con conversiones forzosas. “Anhelaba don Jaime que
fuese en sus Estados la conversión de los judíos fruto de
espontánea convicción, evitando así la profanación del
bautismo y ahorrando el repugnante espectáculo de la
apostasía” (De los Ríos, 1986, p. 108).
Lo anterior quizá se debió a la interdependencia
que tenía con ellos para el desarrollo de las relaciones
comerciales con el exterior y a que recibió ayuda financiera
y política de parte de los judíos para la reconquista
de territorios que estuvieron en poder de los árabes, así
como para el repoblamiento de ciudades abandonadas
por los mismos y la administración de territorios en los
que se permitió a los musulmanes mudéjares seguir viviendo
e incluso que participaran en la economía, ejerciendo
sus oficios, siempre que adoptaran actitudes de
mansedumbre y sumisión.
Relación del Rey con Nahmánides.
Nahmánides
(1190-1270) escribió un comentario a la Torá y la Ha
90
91
lajá, participó en la disputa en 1263, a solicitud del Rey.
Por ser el rabino más prestigioso de su tiempo y amigo
de Jaime I, se sentía obligado a acudir al llamado. Él fue
además la cabeza de los cabalistas de su época (Assis, s. f.,
p. 102) y desde tiempo atrás había tenido una relación
muy estrecha con Jaime I. La confianza que éste depositaba
en él le había hecho objeto de consulta de asuntos
relacionados con decisiones tomadas hacia la comunidad
judía de todo el reino. Sus opiniones eran tomadas
en cuenta para asuntos que iban más allá de la aljama
gerundense. Por ello, al ser llamado a participar en la
disputa acepta con dos condiciones que le fueron concedidas,
una, libertad de palabra y, otra, que el Rey no
interviniera en el debate. “No obstante el Rey interviene,
casi al final de la disputa, cuando estaban en la Sinagoga
y predica de manera muy emotiva que Jesús es el Mesías,
permitiendo que Nahmánides le respondiera” (Assis, s.
f., p. 106).
Al final, el rabino es felicitado por el Rey por su
carácter de buen polemista y recibe del mismo una compensación
de 300 sueldos para sufragar los gastos de su
desplazamiento y por los esfuerzos para sostener la disputa,
después de haberle dicho “nunca he visto defender
tan bien una causa tan errónea” (Baer, 1981, p. 171). “Su
actitud con respecto a Nahmánides después de la controversia,
muestra claras sus intenciones hacia los judíos
que siguieron jugando un importante papel en el reino”
(Assis, s. f., p. 102).
Cuando se acusa de injurioso a Nahmánides por
publicar los resultados de la controversia de Barcelona y
el tribunal lo quiere condenar al destierro de dos años y a
que su libro sea quemado. Jaime I interviene y dice que,
sobre ese asunto, sólo debía rendir cuentas al propio rey.
“Entre los consejeros del monarca estaban el obispo de
Barcelona, otros miembros del clero secular y tres jurisperitos
y, según parece todos se inclinaban a dar la razón
a Nahmánides”. (Baer, 1981, p. 173).
Finalmente, Nahmánides fue forzado a huir “abandonó
la península para instalarse en Tierra de Israel en
1267, a los 72 años reorganizó y encabezó la comunidad
judía en Jerusalén. Murió en 1270 en Akka, fue enterrado
en Haifa” (Baer, 1981, p. 272). Como resultado de las
disputas se prohibió a los judíos contestar francamente.
13
Es conveniente señalar que legalmente los judíos eran
propiedad de la Corona, lo que habla de flexibilidad por
parte del rey. Pero también es importante indicar que el
rabino manifestó una gran disposición a acatar el deseo
del rey, al que profesaba respeto y admiración (Vidal,
1995, p. 187; Domingo y Larcala, 1998, p. 280).
Paulo Christiani. “
Era un judío converso que pudo
haber estado ahí por distintos motivos, uno porque estuviera
convencido de la fe cristiana y de la necesidad
de expandir el catolicismo, otro porque fuera forzado
a demostrar que era consecuente con su nueva fe, uno
más porque hubiera tenido una amplia preparación en
el estudio de ambas religiones y ése fuera el momento
adecuado para mostrar al rey las bondades de los Studia
Linguarum y las posibilidades de conversión que pudieran
tener los mismos. En algunas fuentes se dice que
estaba ahí por órdenes del rey, otras, que él solicitó la
programación de la disputa a instancias de Raimundo
de Peñafort a quien tenía de su lado, junto con fray Martín”
(Vidal, 1995, p. 180). De ahí que estuviera arreglada
13
http://www.faqs.org/faqs/judaism/FAQ/03-Torah-Halacha/section- 53.html
92 93
con aire pomposo y que a Raimundo de Peñafort le resultará
altamente redituable en términos de granjearse
la empatía del papa Inocente IV, con una conversión
masiva de judíos que se regían por autoridades centrales
en materia religiosa.
La relación era más compleja con los árabes musulmanes,
llamados mudéjares, que conservaban su
religión aunque no tuvieran ministros de culto, y los
poderes civil y religioso eran uno solo.
Posdisputa.
En la fase posterior a la disputa se publicaron
dos versiones de la misma, con diferentes matices.
Una con el sello real denominada
Cartas latinas, otra
en hebreo, donde Nahmánides expresa lo sucedido en
la misma, bajo el título de:
Disputa de Rambam sobre la fe
ante el Rey y los príncipes
(Keller, s. f., p. 272).
Lo anterior genera una enorme irritación en los
frailes dominicos, porque el libro de Nahmánides fue
distribuido en muchas juderías del mundo y ellos querían
desaparecerlo, enfrentándose con la defensa del
rabino por parte del Rey que le había concedido libertad
de palabra y porque la publicación se había hecho a
solicitud del obispo de Gerona.
Ramón Martí, quien percibió las deficiencias de
Christiani, emprendió la redacción de su libro
Pugio
fidei
(La daga de la fe), donde presentaba el Midrasim
en el idioma original y en traducción latina en los que,
según él, se hacía evidente la verdad del cristianismo.
Con la disputa “se convenció de la necesidad de buscar
un método más perfecto y adecuado de interpretar
las Aggadot del Talmud en sentido cristológico” (Baer,
1981, p. 197).
Para Lull, a diferencia de sus contemporáneos, la
disputa de Barcelona estuvo centrada en el uso de “autoridad”
por lo que estaba condenado a fracasar, consideraba
que debería haber “un campo de juego para todos los participantes
que disputasen no usando la autoridad, sino la
razón del Arte” (Domingo y Larcala, 1998, p. 333).
Entonces la condición ambivalente del rey Jaime
I muestra una tolerancia relativa importante al respetar
las reglas de la disputa y que la misma no tiene parangón
con hechos posteriores en Aragón; por otro lado, no se
encontraron antecedentes que indicaran actitudes similares
con los musulmanes.
95
Conclusiones
El proceso de acumulación
capitalista tiene como antecedente
el mercantilismo generado entre los siglos del XII
al XIV en el Mediterráneo a través del comercio marítimo
y mayoritario entre los poderosos reinos que se formaron
en la Europa medieval, especialmente en los que
se encuentran en la Península Ibérica y en lo que ahora
se conoce como Inglaterra, Francia e Italia.
Es la usura el mecanismo para devorar el plus valor de lo
que más tarde se conoce como ganancia y la renta de la tierra,
la usura cumple una función revolucionaria en todos
los modos de producción pre capitalistas solamente por
el hecho de que destruye y disuelve las formas de propiedad
sobre cuya firme base y constante reproducción en la
misma forma reposa la organización política… En la Edad
Media en ningún país imperaba una tasa general de interés.
La iglesia prohibió desde un primer momento todas
las operaciones a interés. Leyes y tribunales sólo brindaban
escasa protección a los préstamos. (Marx, 1980, p. 770)
Por esta razón, es importante estudiar cómo se desarrolla
en una parte de Europa del sur, específicamente
la Península Ibérica, la consolidación de la Iglesia católi
96
97
ca y su impacto en el desarrollo capitalista posterior, en
particular en lo que hoy es España.
El papel de la Iglesia católica es trascendente en
el posterior desarrollo capitalista de Europa, sus cismas
y otros aspectos históricos jugaron como una fuerza impulsora
o para frenar el desarrollo de las fuerzas productivas,
precisamente para que el capital comercial tuviera
el salto al capital industrial, en su paso por el sistema
crediticio y bancario. Esto lo resume Marx (1980) de la
siguiente manera:
La propia iglesia, o las comunidades y
pía corpora [corporaciones
piadosas] pertenecientes a ella, extrajeron de ello
sus grandes beneficios, sobre todo en tiempos de las Cruzadas.
Esto llevó gran parte de la riqueza nacional a constituir
lo que dio en llamarse “mano muerta”, sobre todo
puesto que, de esta manera, el judío no podía dedicarse a
la usura, ya que la posesión de una prenda de tal magnitud
era inocultable… Sin la prohibición de los intereses, las
iglesias y los conventos jamás habrían podido llegar a ser
tan ricos. (Marx, 1980, p. 789)
Las transformaciones económicas de Europa en la
Edad Media condujeron a España, Portugal y otros países
a diferentes niveles de desarrollo económico; pero
todos pasaron gradualmente al capitalismo y éste a su
vez en el siglo XX al neoliberalismo, aplicándose —en
forma específica— de acuerdo con sus respectivos cambios
económicos, políticos y sociales en sus territorios
según sus características geopolíticas y procesos históricos
propios.
Por supuesto, los cambios políticos han tenido diferentes
reglas de acceso al poder político, en la Europa
medieval y en América Latina. En la época colonial la Santa
Inquisición acompañó a la Iglesia católica y a los reyes de
España y de otros reinos a reprimir a los herejes o disidentes.
Durante la etapa del capitalismo, después de la Segunda
Guerra Mundial, durante la Guerra Fría y últimamente
la guerra contra el terrorismo, después de la caída de las
Torres Gemelas
, han servido a los Estados Unidos para justificar
invasiones en Afganistán, Irak y últimamente en Libia
a través de la OTAN y otros bloques militares, siempre
para someter a países o a gobiernos nacionales de diferentes
latitudes a las decisiones de los poderes económicos y
políticos imperantes.
Mientras que en la Edad Media los concilios ecuménicos
eran los instrumentos para justificar la persecución
e incluso las masacres de judíos, como fue la auspiciada
por el IV Concilio de Letrán en 1215. Después de la Segunda
Guerra Mundial la ONU primero crea el Estado
de Israel para compensar las masacres de Hitler contra
los judíos europeos y ahora intenta restituir territorios
a los palestinos que fueron despojados para crear este
Estado, el 14 de mayo de 1948, que permitió a Estados
Unidos tener un aliado en esa región estratégica, concretamente
al Estado de Israel.
Los derechos de los individuos han sido proclamados
como la parte sustancial de las revoluciones de
Francia y de otros países, se les ha otorgado el voto para
que decidan quiénes gobiernen en sus países, incluso se
les han dado derechos y garantías de respeto a su dignidad,
en la Declaración de los Derechos Humanos del
10 de diciembre de 1948. Lo cierto es que se continúan
violando una y otra vez los derechos fundamentales y
esto es consecuencia de que el respeto a los mismos, en
pleno siglo XXI, es una asignatura pendiente de las de
98
99
mocracias de los países en todo el orbe ya sean europeos
o americanos aun cuando existe “un fuerte consenso social
en torno a los valores básicos de las democracias: los
derechos del hombre, el respeto de las libertades y de la
individualidad, la tolerancia, el pluralismo” (Lipovetsky,
2003, p. 49, citado por Ruiz, 2011, p. 106).
Porque el objetivo de la democracia no ha de ser
tratar de regenerar moralmente a los ciudadanos, sino
únicamente animar y valorizar las virtudes políticas necesarias
para el mantenimiento de una sociedad pluralista.
Estas virtudes son la tolerancia, el respeto mutuo,
particularmente a los derechos fundamentales, la cortesía,
el espíritu de cooperación (Lipovetsky, 2003, p. 49,
citado por Ruiz, 2011, p. 106).
Estos conceptos tienen una vigencia diferente en
cada época y en cada país, Sartori (2001) señala que la
tolerancia ni es indiferencia ni supone un mero relativismo.
Está siempre en tensión y nunca es total. “El grado de
elasticidad está sostenido en tres criterios: primero, siempre
debemos dar razones de aquello que consideramos
intolerable; segundo, implica el principio ‘de no hacer el
mal’, de no dañar, pero al mismo tiempo no estamos obligados
a tolerar comportamientos que nos infligen daño
o perjuicio; y tercero, la reciprocidad que supone que, al
ser tolerantes con los demás, esperamos ser tolerados por
ellos” (pp. 41-43, citado por Ruiz, 2011, p. 108).
En el siglo XIII Jaime I, el Conquistador, mantiene
una tolerancia relativa con relación a la población
judía y musulmana del reino de Aragón por la necesidad
de generar el consenso necesario para el incremento y
consolidación de su poder. El margen de tolerancia que
existe en Aragón va de más a menos, según el incremento
de la influencia eclesiástica en la toma de decisiones
de los asuntos civiles de los reyes cristianos, que tiene su
base en la combinación de factores políticos, económicos
y sociales, que difieren de los de carácter religioso.
El fenómeno de la reconquista llevó consigo una
modificación en la concepción de los estratos sociales;
muchos siervos adquirieron la categoría de hombres libres,
algunos fueron premiados con cargos de nobleza,
condados, marquesados, ducados, etcétera, en toda la
península, por los servicios prestados al Rey como emisarios,
guerreros o caballeros; asumieron, incluso, cargos
importantes en las comunidades, como encargado de la
Justicia o alcalde en los municipios cristianos.
Hubo un cambio de relación de los judíos con el
Rey y la Corona en su conjunto, que se expresó en las negociaciones
aisladas con los diferentes grupos de judíos,
por la falta de un poder judaico centralizado y las dificultades
internas. Durante el reinado de Jaime I existió
respeto a la autonomía de las aljamas judías y morerías
musulmanas. Estas comunidades se organizaron a lo interno
como convenía a sus propios intereses, al mismo
tiempo que el municipio cristiano se desarrolló con sus
propias bases.
Se inició una tendencia generalizada a que las comunidades
de las distintas religiones se mantuvieran distantes,
pero el comercio, la necesidad de servicios como
los de los médicos, los artesanos, la misma organización
de las ciudades y la división del trabajo modificaron dicha
tendencia.
El momento y las circunstancias definieron, en
gran parte, la actitud del Rey hacia judíos y musulmanes.
La modificación de actitudes hacia estas poblaciones se
debió, en gran parte, a la cercanía con Francia, al recrudecimiento
de las medidas contra los judíos del Concilio
100 101
de Letrán de 1215, a la Constitución para los judíos que
sólo se aplicaba en momentos específicos.
La reconquista no dio lugar al pluralismo en el
sentido moderno porque no fue objetivo de la misma,
éste se presentó sólo como producto de las circunstancias,
siendo no obstante una muestra de que puede haber
una coexistencia de credos y de grupos sociales, sobre
todo en momentos de expansión económica.
La tolerancia relativa en la época de Jaime I se caracterizó
porque el reino de Aragón era un conjunto de
Estados confederados. Los deseos del Rey estaban sujetos
a la voluntad política de diferentes actores involucrados
en las decisiones del reino, a través de las Cortes, el
Concell de Cent
, el establecimiento de los ayuntamientos
cristianos, la existencia de al-qadis árabes y las aljamas
judías. El poder, de diversa índole, se encontraba en los
Ustages
, el Concell de Cent, los administradores por región
—los bailíos—, las cofradías, el
Concell del Mar que en sí
había desarrollado una especie de poder legislativo, que
en cierta medida, servía de freno al Rey.
Dicha forma de gobierno se combinó con un poder
monárquico hacia el Rey susceptible de tomar decisiones
importantes como heredar el reino entre sus
hijos, generar órdenes reales, convocar a las Cortes, establecer
relaciones comerciales y diplomáticas con otros
reinos, conceder permisos y apoyos para que frailes dominicos
y franciscanos llevaran a cabo misiones en Asia
y otros lugares.
En ese periodo se fomenta el desarrollo de escuelas
de lenguas al interior de la península y fuera de
ella, lo mismo hacen los reyes de León y de Castilla,
además del papado y los obispos de su reino. En los
diferentes reinos la población tenía beneficios mutuos
por lo que no era conveniente el conflicto al interior
de ninguno de ellos.
En el primer cuarto del siglo en estudio, la Iglesia
católica fue configurando un poder que, para el último
cuarto del mismo, abarcó toda la Península Ibérica,
cuestión que no sólo limitó a las Cortes sino también a
toda forma de poder existente hasta entonces, incluyendo
a los reyes herederos de Jaime I. Sus sucesores tenían
una amplia tarea en el proceso de expansión de la Corona
aragonesa, y también enfrentaron el mismo conflicto
porque el poder de la Iglesia se impuso a religiones distintas
a la cristiana.
Los dominicos se encargarían del impulso de la conversión
a la fe cristiana por la palabra a través de disputas,
por la predicación paciente o por presiones al Rey para
obligar a judíos y musulmanes a escuchar la predicación
de frailes y obispos, incluso, en sus propias casas, sinagogas
y mezquitas, a lo largo y ancho de todo el reino.
El ambiente de lucha entre el racionalismo y el
fideísmo de cualquier tipo (llámense también: herejías,
judaísmo e islam, etcétera) tensó tanto la situación que
propiciaron las implicaciones del IV Concilio de Letrán
(1215) que forma parte de los factores que provocan la
inexistencia de un auténtico diálogo y que la tolerancia
en el reinado del Conquistador fuera relativa.
El grado de participación de las minorías en momentos
pareció ir en aumento y la tolerancia que existía
hacia ellas, por parte de las Cortes, parecía obligada por
las circunstancias mismas del carácter asociativo de los
reinos y, al interior de los mismos, por las formas de organización
de las comunidades donde los individuos como
tales sólo tenían valor en función de su pertenencia a tal o
cual comunidad. Esa participación se iba definiendo por
102 103
el desarrollo alcanzado por las fuerzas armadas, el desarrollo
de las fuerzas productivas, el grado de rendición de
los vencidos, el aporte que como comunidades hacían a la
colonización de los lugares conquistados, las actitudes de
los vencedores y las aptitudes de las partes para enfrentar
el reto de la construcción de un nuevo rumbo, después
del dominio musulmán, entre otros factores.
El avance de la cristiandad en la Península Ibérica
no fue armónico ni unidireccional, sus ambiciones
eran inmensas, aunque, en principio, presuponía la persuasión
al estilo del apóstol Pablo en Tesalónica, donde
unos se convirtieron y otros no, finalmente se utilizaron
métodos coercitivos, en aras de recuperar el carácter
universalizado que dicha religión llegó a tener en el imperio
romano.
En aspectos culturales, la convivencia es señal de
la existencia de tolerancia que se muestra en la combinación
de estilos literarios, la superposición de estilos
arquitectónicos, la combinación y realimentación de conocimientos
científicos, la recuperación y fomento de
inventos como la numeración arábiga sin abandonar los
números romanos, la recuperación de infinidad de arabismos
en la formación de las lenguas romances, entre
los fenómenos que más saltan a la vista.
Esta investigación quizá permita establecer un
punto de reflexión que arroje elementos de análisis a
aquéllos que piensan que entre las culturas existen elementos
irreconciliables, porque el periodo histórico
estudiado proporciona pistas a los políticos actuales de
las formas de concertación y de negociación de límites
territoriales, de conciencia individual y colectiva, así
como de la diversidad de formas de pensar y actuar que
pueden coexistir en función de objetivos comunes de
crecimiento general —como grandes conglomerados—
por la paz, el respeto mutuo que puede conducir a la
tolerancia plena.
Este trabajo aspira, a través del análisis de hechos
del siglo XIII, a reflexionar sobre el hecho de que la tolerancia
es necesaria y posible, porque a diario conocemos,
a través de las noticias, de guerras con motivos religiosos,
por ejemplo la iniciada en 2003 de Estados Unidos contra
Irak, derivada del atentado a las Torres Gemelas del
World Trade Center de los Estados Unidos el 11 de septiembre
de 2001, que ha hecho resurgir una serie de fundamentalismos
que, si se analizan históricamente a través
del estudio de épocas y circunstancias, como la descrita,
podrá observarse cómo las comunidades de diferentes
ideologías y credos religiosos pueden coexistir.
Las luchas internas entre las diferentes fuerzas políticas
del reino de Aragón permitieron establecer delimitaciones
territoriales y ayudaron a explorar escenarios
de solución a diversos problemas.
En la actualidad hay diferentes enfoques de los
problemas por los que atraviesa España, que después de
haber sido república desde 1931 (Azaña, s. f.) ha regresado
a ser una monarquía, ha pasado de un proceso de
transición de la dictadura franquista a la democracia,
tras un periodo de mucha intolerancia y el ascenso al
reinado de Juan Carlos de Borbón (de 1975 a la fecha)
que en esa época logró un gran consenso social que se
observa con la participación de los que firmaron el Pacto
de la Moncloa en octubre de 1977:
El desarrollo de este Acuerdo se acomodará a la legislación
vigente en cada momento relativo a instituciones autonómicas
provisionales, a los efectos de adecuar la instrumen
104
105
tación prevista a la distribución de competencias que se
establezca en dicha legislación, y todo ello en un marco de
unidad de la política económica española.
Los representantes del Gobierno y de los diversos partidos
políticos con representación parlamentaria entienden que,
si las acciones expuestas se cumplen, señalarán el punto de
partida para la superación de la actual crisis económica.
Firmado en Madrid, en el Palacio de la Moncloa, el día
veinticinco de octubre de mil novecientos setenta y siete.
Firman:
Adolfo Suárez González, Felipe González Márquez, Joan Reventós
Carner, Josep María Triginer Fernández, Manuel Fraga Iribarne,
Enrique Tierno Galván Juan Ajuriaguerra Ochandiano, Miguel
Roca i Junyent, Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo y Santiago Carrillo
Solares.
Representantes de fuerzas políticas que en el
periodo anterior fueron antagónicas, como ejemplo se da
el caso de
Santiago Carrillo Solares que representaba al Partido
Comunista y
Manuel Fraga Iribarne representante de las
fuerzas conservadoras. (Gobierno español)
Mientras tanto en ese mismo año se inició en
México una transición política con una reforma electoral
para modificar las reglas de acceso al poder que tuvo,
entre otros efectos, que partidos políticos existentes que
realizaban de manera irregular actividad política sin tener
registro legal se legalizaran, después de la brutal represión
de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971;
y de que en 1976 se presentó un candidato único a la
Presidencia de la República Mexicana que fue apoyado
por el partido oficial, el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), y diversos partidos políticos aliados (Partido
Auténtico de la Revolución Mexicana, PARM, y Partido
Popular Socialista, PPS) en medio de un ambiente
de gran intolerancia, pues se generó, por un lado, la
lucha de “güerillas” en la década de los 70 y, por otro
lado, la lucha por la legalización de la actividad política
de partidos como el Partido Comunista Mexicano, que
participó sin registro en la elección presidencial de 1976,
entre otros. En un periodo muy corto de 20 años el país
cambió y en 1997 el partido hegemónico que controlaba
prácticamente el Congreso de la Unión, los congresos
locales y la totalidad de los gobiernos estatales y casi todos
los ayuntamientos perdió en ese año la mayoría en la
Cámara de Diputados federal y el Gobierno del Distrito
Federal. En esta década de los 90 también perdió el PRI
diferentes gobiernos estatales, en 2000 y 2006 la Presidencia
de la República.
De 1977 a la fecha se han realizado cambios políticos
importantes: se crearon diferentes órganos autónomos
del Estado como el Instituto Federal Electoral, la Comisión
Nacional de Derechos Humanos, el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, el Instituto de Acceso a la
Información Pública, y la Auditoría de la Federación.
Estos órganos se fueron fortaleciendo en el transcurso
del tiempo otorgándoles mayores facultades y mayor
autonomía. Prácticamente todos se han replicado a
nivel de las entidades federativas aun cuando no en todos
los casos tienen las mismas fortalezas. Sin embargo,
existen asignaturas pendientes en especial en lo que corresponde
al combate real a la corrupción y la democracia
directa, prácticamente es inexistente el referéndum
y la consulta pública. No se han establecido los mecanismos
adecuados para evitar el uso de recursos públicos
106 107
de los tres niveles de gobierno en las elecciones, lo que
genera inequidad electoral, pues se favorece a los partidos
políticos que detentan el gobierno, esto produce
crispación social, intolerancia y falta de confianza de los
ciudadanos en las instituciones públicas.
A nivel internacional es evidente la necesidad de
que se reforme y actualice la ONU para que, entre otras
cuestiones, se modifiquen sus ordenamientos a fin de
que participen los países emergentes en sus órganos
de decisión, tales como Brasil en el Consejo de Seguridad
(CEBR, 2011),
14 ya que este último desplazó a Inglaterra
en el contexto económico internacional; promueva
la paz mundial y el respeto a los derechos humanos
en forma efectiva, en especial en la región de Africa del
norte y Medio Oriente, y particularmente para acabar
con el permanente enfrentamiento entre judíos y musulmanes
en la pelea histórica de lo que denominan “sus
tierras” y se logre hacer de Jerusalén una ciudad donde
coexistan las tres religiones estudiadas para que se pueda
aplicar la tolerancia religiosa plena, ahí y en todo el
mundo (Gassino y Riobó, 2004, p. 120).
En México se requiere aprender de la búsqueda
de la transición democrática que siguió España en el último
cuarto del siglo pasado. Hasta ahora, en la República
Mexicana sólo se ha logrado la alternancia en el año
2000 en la Presidencia de la República, en un número
importante de los gobiernos estatales y en los ayuntamientos,
aun cuando esto representa un avance democrático
hacen falta cambios de fondo en el régimen político
para superar la corrupción y la impunidad.
Se ha profundizado la desigualdad social y la inseguridad
pública, hundiendo al país en una crisis económica,
política y social, que se expresa en la inseguridad y
la reaparición de la intolerancia, con manifestaciones de
un incremento alarmante de la violencia. Para muestra
de esto, basta con mencionar que durante el sexenio de
Felipe Calderón se ha superado la cifra de 51 mil 918
muertos vinculados con el crimen organizado (Castillo,
2011), como señala (Ackerman, 2011):
El naufragio nacional pareciera inevitable, las consecuencias
serían desastrosas para la nación entera, surgirían
voces que prometen “orden y paz” a toda costa. Así por
primera vez desde la pacificación de las fuerzas revolucionarias
a principios del siglo XX, emergería el peligro real
de la cancelación de las elecciones federales y la imposición
de un golpe de Estado, desde las cúpulas militares y
con el respaldo de la jerarquía católica. (p. 45)
Hay que aprender de la historia lo que no se debe
hacer, que es el fortalecimiento de la jerarquía de la Iglesia
católica para evitar la polarización que ya conocimos
con la guerra cristera en la década de los años 20 del
siglo pasado.
Durante un tiempo la iglesia católica fue perdiendo influencia
política, a pesar de ocasionales enfrentamientos
con el Estado. Las primeras constituciones mexicanas establecieron
la intolerancia religiosa al adoptar al catolicismo
como credo oficial y único permitido en el país. La constitución
de 1857 abandonó la confesionalidad del Estado y
las Leyes de Reforma, de 1859, luego de ser incorporadas a
la Constitución, ofrecieron un panorama más liberal, que
14
La economía de Brasil superó a la de Gran Bretaña y ya es la sexta más fuerte del
mundo, según el informe que difundió el Centro de Investigaciones en Economía
y Negocios (CEBR), un instituto de estudios ubicado en Londres.
108 109
se subrayó en la Constitución de 1917. Empero, en contra
de lo previsto por la Constitución, el siglo XXI marcó el
inicio de una actitud exigente de la Iglesia y complaciente
del gobierno, que denota un retroceso progresivo de la
secularidad del Estado y que abre paso a una renovada influencia
eclesiástica en la vida institucional mexicana. (Valadés,
2011, p. 71)
Con la reforma constitucional federal al artículo
124 realizada en diciembre de 2011, por la Cámara de
Diputados federal en la que autoriza actos públicos religiosos
fuera de los templos se favorece a la jerarquía
eclesiástica de la Iglesia católica “con esta aprobación,
que aún deberá ser ratificada en el Senado, se debilita
aún más el Estado laico, y se reconoce que es cada vez
más débil para regular y exigir el respeto a la laicidad”
(Poy y Gómez, 2011, p. 7).
En casi dos décadas, se ha debatido el debilitamiento
del Estado laico y de que se está avanzando hacia
el Estado confesional pues se están abriendo las puertas,
con esta última reforma a la Constitución federal de la
República, para modificar leyes secundarias para que se
permita dar clases de la religión católica en las escuelas
públicas lo cual podría generar intolerancia religiosa.
Del lado del gobierno federal de signo panista se manifiesta
otra visión: el titular de Gobernación dice que “la
modificación amplía el derecho de las personas a ejercer
libremente su religión y a manifestar sus creencias” (Poy
y Gómez, 2011, p. 7).
Es importante acotar que las dificultades que
enfrenta este estudio se refieren a la aplicación misma
del concepto
tolerancia, el cual se ha desarrollado siglos
después al periodo aquí estudiado, y, actualmente en el
siglo XXI, se acompaña de los términos de
democracia y
pluralidad
. No obstante, se analiza el concepto de tolerancia
relativa
porque puede servir para explicar la necesidad
de la ampliación de la apertura en el México actual;
sobre todo por el resurgimiento de la intolerancia y la
falta de credibilidad en el voto, como expresión de la voz
ciudadana. Cancelar el voto es cancelar las pocas voces
que se expresan a través de éste y nulificar el poder del
mismo significa delegar el mandato e incentivar esquemas
despóticos y dictatoriales.
111
Anexo
Cronología de hechos sobresalientes: alianzas
y acuerdos antes, durante y posteriores
a la vida de Jaime I de Aragón
718 Batalla de Covadonga. Triunfo del rey
Pelayo de Asturias.
731-741 Pontificado de Gregorio III.
732 Batalla de Poitiers. Triunfo de Carlos
Martell. Conquista de Toledo.
741-757 Pontificados: Zacarías; Esteban II,
15
Esteban III.
16
756-1031 Emirato de Abderramán I.
757-767 Pontificado de San Pablo I.
768-772; 772-795 Pontificados: Esteban III; Adriano I.
778-840 Luis I, el Piadoso o Ludovico Pío.
17
15
Muere antes de ser consagrado.
16
Es hijo de Sancho el Mayor de Navarra, mientras que en Navarra reina don García,
hermano de Fernando I.
17
Emperador del sacro imperio romano-germánico (814-840) y Rey de Aquitania
(781-840). Hijo y único sucesor de Carlomagno (801).
112 113
791-842 Fundan Santiago de Compostela.
18
795-816 Pontificado de León III.
801 Triunfo de Ludovico Pío.
802-850 Ramiro I derroca a los árabes en Albelda,
se apodera de Calahorra (844).
816-817; 817-824; 824- Pontificados: Esteban IV, Pascual I,
827 y (827) 827-844 Eugenio II, Valentín, Gregorio IV.
(844); 844-847; Pontificados: Sixto V, Sergio II, León IV,
847-855; (855) Anastasio.
855-858; 858-867; Pontificados: Benedicto III, San Nicolás I,
867-872; 872-882; Adriano II, Juan VIII, Marino I.
882-884
884-885; 885-891; Pontificados: Adriano III, Esteban V,
891-896; (896) Formoso, Bonifacio VI.
896-897 (897) (897) Pontificados: Esteban VI, Romano,
Teodoro II.
¿?-897 Vifredo el Velloso o Guifre de Pilos.
898-900; 900-903; Pontificados: Juan IX, Benedicto IV,
(903); 903-904; 904-911 León V, Cristóbal, Sergio III.
905 Invasión de Almanzor.
911-913; 914-928; Pontificados: Anastasio III, Juan X,
(1928) 928-931; Esteban VII, León VI.
929 Abderramán III funda el califato
independiente de Damasco, en Córdoba.
931-935 Pontificado: Juan XI.
940-1002 Almanzor (985).
c. 1024-1076 Ramón de Berenguer I, el Viejo.
1031 Fin del Califato de Córdoba.
1035-1065 Rey: Fernando I (en León).
19
1035-1076 Conde Ramón de Berenguer I.
1037 Batalla de Tamara. Derrota de Bermudo.
1040 N. Rodrigo Díaz de Vivar,
el Cid Campeador.
1050 Concilio de Coyanza.
20
c. 1053-1082 Ramón de Berenguer II,
Cabeza de Estopa.
1054 Conquista total de Rioja.
1064 Reconquista de Coimbra.
1064-1069 Código de los Ustages.
1065-1072 Rey: Sancho II.
1065-1109 Rey: Alfonso VI.
1068 Batalla de Llantada.
18
Alfonso II funda esta ciudad tras el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago.
19
Hijo de Sancho el Mayor de Navarra; en Navarra reina su hermano, don García.
20
Se reforma la disciplina eclesiástica.
114 115
1073 Pontificado de Gregorio VII, auspicia la
formación de la Orden de los Teutónicos
21
(carácter caritativo).
1074 Las bodas del Cid.
22
1075 Dictatus Papae de Gregorio VII.
1076 Destitución de Gregorio VII.
1077 Gregorio VII absuelve a Enrique IV
de la excomunión.
1081 Alfonso VI destierra al Cid.
1082-1131 Ramón de Berenguer III.
1085 Conquista de Zorita. Conquista de
Toledo por Alfonso VI.
1095 Concilio de Clermont (Francia).
1096 Reconquista de Huesca por Pedro I.
1096-1131 Conde Ramón de Berenguer III.
1096-1099 Primera cruzada. Masacre de judíos
de la Isla de Rhin (1096).
1099 Muere el Cid.
Fundan la Orden de los Caballeros de
San Juan de Jerusalén (caridad), bajo los
auspicios de Urbano III.
1104-1135 Reinado de Alfonso I, el Batallador.
c. 1113-1162 Ramón de Berenguer IV, el Santo.
1118 Conquista de Zaragoza por Alfonso I,
el Batallador.
Fundan la Orden de los Caballeros
Templarios.
23
1135 Concilio para consagrar a Alfonso VI
como el emperador o rey de León
y Castilla.
1137 Muerte de Ramiro II, rey de Aragón.
Unión de Petronila, hija de Ramiro II, y
Ramón de Berenguer IV, con lo que se
une el condado de Cataluña con el reino
de Aragón.
24
1144 Se separan Castilla y Portugal a través de
alianzas entre el papa y Alfonso Enríquez,
quien lo recibe como dote matrimonial al
contraer nupcias con Teresa, hija de
Alfonso VI.
1146 Revueltas antijudías en Rhineland en la
segunda cruzada.
1147 Conquista de Almería. Comienza una
persecución brutal, al norte de África bajo
los almohades que llega hasta 1212.
23
La orden tuvo un fin militar, por lo que se diferenciaba a este respecto de las otras
dos grandes órdenes religiosas del siglo XII: los Caballeros de San Juan de Jerusalén
y los Caballeros Teutónicos, fundadas como instituciones de caridad. La orden
obtuvo la aprobación papal en 1128, en el Concilio eclesiástico de Troyes, recibió
unos preceptos austeros que seguían estrechamente las pautas de la orden monástica
de los cistercienses, como organización estaba destinada a dar protección
armada a los viajeros. Se aprueba en 1128.
24
El contrato de esponsales se llevó a cabo en esa fecha, cuando Petronila tenía dos años
de edad y el Conde 22, el matrimonio tuvo lugar en 1950, cuando la princesa tenía 15
años y su prometido tenía 35.
21
Su concepto de la cristiandad era mucho más amplio que el de cualquiera de sus predecesores,
y para él la
militia Christi no significaba ya que los religiosos profesos libraran
batallas espirituales con fines espirituales, sino que se refería a caballeros reales
librando batallas auténticas bajo la dirección de la Iglesia. En el año 1073 pidió una
campaña contra los musulmanes de España, según la cual cualquier tierra conquistada
sería entregada al papado (Le Goff, 1995, pp. 53-54).
22
Se casa Jimena Díaz, prima del rey Alfonso VI, con Rodrigo Díaz de Vivar.
116 117
1147-1149 Segunda cruzada.
1172 Alfonso II hereda el Rosellón y
extiende la reconquista por tierras de
Teruel y Valencia hasta la frontera con
Murcia.
1176 Fuero de Teruel, sirvió de base a otras
regiones para considerar a los judíos
como propiedad del Rey y pertenecientes
al tesoro real.
1179 Tratado de Cazola entre los reyes de
Castilla y Aragón: delimitación de zonas
respectivas de reconquista en la península.
1180 Nace Pedro Nolasco (1180-1249).
25
1181 Nace Francisco de Asís (Italia).
1182 Muere Fernando II de León. El rey
Felipe Augusto de Francia declara la
expulsión de los judíos y la confiscación
de sus bienes a favor de la corona real.
n. 1196 Pedro I.
c. 1177-1213 Pedro II, el Católico.
26
1189-1192 Tercera cruzada.
1190 Muere Federico, Barbarroja, en la
tercera cruzada.
Fundación de la Orden de los Caballeros
Teutones o Teutónicos.
27
Revueltas antijudías en Inglaterra.
Masacre de York y otras ciudades.
1195 Alfonso VIII es derrotado en Alarcos por
el califa almohade Almanzur.
1196 Muerte de Alfonso II de Aragón. Sube al
trono Pedro II, el Católico.
1198-1216 Pontificado de Inocencio III.
1199 Fundación de la Orden de Mercedarios.
1200 Se suman al reino de Castilla, Guipúzcoa y
Álava. Son arrebatados a Navarra.
1202-1204 Cuarta cruzada.
1203 Nace Jaime I.
1204 Pedro II adquiere Montpellier. Muerte de
Maimónides.
1208 Nace la Orden de los Franciscanos.
1209 Cruzada contra los albigenses y triunfo
de Simón Montfort, protegido del papa a
través de la toma de la ciudad de Beziers.
Es vencido y muere Pedro II, el Católico,
de Aragón, con él se acaba el predominio
de Aragón sobre el sur de Francia y queda
huérfano Jaime I.
25
Heredó de sus padres una muy cuantiosa fortuna que dedicó al pago de rescates de
cautivos cristianos prisioneros por los musulmanes, formó, con ayuda de Raimundo de
Peñafort, una asociación para tal fin, el 10 de agosto de 1218, con la aprobación y apoyo
del Rey de la Corona de Aragón, Jaime I, el Conquistador, denominada la Orden de
Santa María de la Merced, cuya sede quedó establecida en el hospital de Santa Eulalia
de Barcelona y en 1235 pasó a estar regida por la regla de San Agustín.
26
Rey de Aragón (1196-1213). Hijo de Alfonso II de Aragón, quien murió en 1196
y padre de Jaime I (Le Goff, 1995, p. 124).
27
A mediados del siglo XII nacieron las órdenes españolas de Calatrava, Alcántara,
Santiago y Montesca (Berceo, 1992, p. XXVI).
118 119
Se funda la primera comunidad
franciscana. Bajo el auspicio de Inocencio
III, dirigida por Francisco de Asís
(1182-1226).
28
Fundan Orden de los Carmelitas.
29
1212 Conquista de Úbeda y Baeza, así como
de Navas de Tolosa.
30
1213 Cruzada contra los albigenses.
1213-1276 Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador.
1214 Muere Alfonso VIII de Castilla.
Se funda la primera Universidad
Española en Palencia, la cual se traslada a
Valladolid.
Empieza a gobernar Enrique I, bajo la
tutela de su hermana Berenguela.
1215 Masacre judía.
IV Concilio de Letrán.
31
Se funda la Orden de los Dominicos.
Se funda la Universidad de Salamanca.
32
1216-1222 Domingo de Guzmán (1170-1221),
33
primer general de la Orden
(mendicante) de los Dominicos.
34
1216-1227 Pontificado de Honorio III, quien corona
a Federico II.
1217 Conquista de Cáceres.
1217-1252 Fernando III, el Santo,
35 primero Rey de
Castilla y después, a la muerte de su tío
Enrique I,
36 de León.
1218 (10 de agosto) Se aprueba la Orden de los Mercedarios,
de carácter militar, lego y mendicante,
bajo los auspicios de Honorio III.
37
1220 Fernando III se casa con la princesa
alemana Beatriz de Suabia.
Jaime, el Conquistador, toma Albarracín.
1221 Muere en Bolonia Domingo de Guzmán.
28
Giovanni Francesco Bernardone nació en Asís; durante su juventud llevó una vida
mundana y despreocupada. Después de una batalla entre las ciudades de Asís y Perugia,
Francisco fue encarcelado durante un año en esta última ciudad. Mientras estuvo
prisionero sufrió una grave enfermedad que le hizo reflexionar y decidió cambiar su
forma de vida. Fundó la Orden de los Franciscanos.
29
Carmelitas es el nombre popular que reciben los miembros de la Orden de Nuestra
Señora del Monte Carmelo. Orden religiosa católica fundada como una comunidad
de ermitaños de Palestina, en el siglo XII. El ermitaño francés Berthold escribe la regla
original en 1209, pero el patriarca latino de Jerusalén, Alberto de Vercelli, la hace más
severa: les exigía vivir en pobreza y en total soledad, absteniéndose de comer carne.
Tendrá mayor importancia en Europa que en su patria de origen, al igual que la Orden
de los Caballeros Teutónicos (Le Goff, 1995, p. 74). Es fundada por Berthold y Alberto
de Vercelli, es aprobada en 1226 por Honorio III.
30
Nombre de la localidad francesa donde nació Jaime I.
31
Se proclama el dogma de la transubstanciación y la confesión auricular.
32
Bajo el reinado de Alfonso IX de León, se estudia el trívium y el cuadrívium, teología,
medicina y derecho, fundado en el fuero juzgo.
33
Domingo de Guzmán nació hacia el año 1170 en Caleruega, Burgos. A los 17 años
ingresó en la Universidad de Palencia, donde estudió teología y filosofía. Conocido
por su generosidad, se dice que vendió todas sus posesiones para ayudar a los pobres
durante una época de escasez en 1191. Domingo y varios compañeros recibieron una
casa y una Iglesia en Prouille (cerca de Toulouse), donde comenzaron su vida de penitencia,
estudio y predicación. En 1206 se fundó un convento para mujeres. Domingo
murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221, durante una campaña misionera personal en
el norte de Italia. Fue canonizado en 1243.
34
Auspiciada por el papa Honorio III.
35
Hijo de Alfonso IX de León y doña Berenguela.
36
Se hizo llamar Rey de las Tres Religiones.
37
Fundada por Pedro Nolasco.
120 121
Jaime, el Conquistador, contrae
matrimonio con Leonor de Castilla.
Se inicia la construcción de la catedral
de Burgos.
1221-1224 Fundación de la Escuela de Traductores
de Toledo.
1222 Muere Alfonso II, rey de Portugal.
1222-1237 Jordán de Sajonia (1190-1237) es
nombrado segundo general de los
dominicos.
1224 Fundación de la Universidad de Nápoles.
1225 Nace Tomás de Aquino.
1226 Mueren Honorio III y Francisco de Asís.
1227 Conquista de Cáceres.
1227-1241 Pontificado de Gregorio IX.
Establece la Inquisición.
38
1229 Conquista de Mallorca por Jaime I de
Aragón. Se instala ahí la escuela de lenguas.
Fernando manda un ejército contra
África, ayuda a recobrar el trono de
Almamún.
39
1229-1232 Conquista de Baleares por Jaime I.
1230 Conquista de Badajoz.
Sexta cruzada.
40 Conquista de Menorca
por Jaime I de Aragón.
1232 Disputa maimodiana. La isla de Menorca
se somete a Jaime I.
1233-1424 Fundan Orden (mendicante)
de los Servitas.
1234 La isla de Ibiza se somete a la
Corona de Aragón.
1235 Toma de Ibiza por Jaime I de Aragón.
Libelo de sangre en Alemania.
Nace Ramón Lull en Palma, Mallorca.
1236 Conquista de Córdoba por Fernando III,
el Santo.
Severa persecución antijudía en Francia.
1238 Sitio de Valencia por Jaime I.
Raimundo de Peñafort (1180-1275),
tercer general de los dominicos, redacta la
regla definitiva de la Orden Dominicana.
1239 (poco después) Convento de Valencia
(enseñanza del árabe).
1240 Disputa de París.
Se crea la Universidad de Tolosa.
38
Excomulga a Federico III.
39
Gracias a esa ayuda se permite a los castellanos instalar una iglesia en Marruecos.
40
Es organizada por Federico II contra la voluntad del papa Gregorio IX y obtiene por
medios diplomáticos la mitad de Tierra Santa.
122 123
1240-1285 Pedro III, el Grande.
41
1241 Se condena la usura en España.
Caída de los judíos de Frankfort.
Quema de libros de Maimónides.
Conquista de Murcia por Fernando III, el
Santo, de Castilla.
42
Muere Gregorio IX. Pontificado
de Celestino IV.
1241-1252 Juan, el Teutónico (1180-1252),
cuarto general de los dominicos.
1242 Quema del Talmud en París.
1243-1254 Pontificado de Inocencio IV.
1243-1311 Jaime II (de Mallorca).
43
1244 Conquista de Játiva por Jaime I de Aragón.
Tratado de Almizra, confirmación de los
convenios de Cazarola entre Castilla
y Aragón.
En Túnez se establece la enseñanza
del árabe.
44
1245 Conquista de Alcira y Játiva.
1246 El infante Alfonso negoció y firmó el
tratado de Aragón.
45
1247 Inocencio IV decreta constitución para los
judíos. Cruzada de los vendos.
1248 Conquista de Valencia; conquista de
Sevilla por Fernando III.
46
1249 Jaime I dispone el
Consell de Cent como
forma de gobierno de Barcelona
y su entorno.
Alfonso X, el Sabio, se casa con
Violante de Aragón.
47
1250 El Rey confirma privilegios, si venían de
África y tenían salvoconductos.
Acusación de crimen ritual contra los judíos.
El rey Jaime I confirma privilegios a
norafricanos a quienes previamente había
dado salvo-conductos.
48
1252 Muere Fernando III, el Santo, en Sevilla.
49
1252-1284 Reinado de Alfonso X de Castilla.
1254 Muere el papa Inocente IV.
41
Rey de Aragón (1276-1285). Hijo de Jaime I y su segunda esposa Violante de Hungría.
Casado con Constanza Staufen de Sicilia.
42
Alfonso X, el Sabio, conquista Murcia ayudado por su suegro Jaime I de Aragón.
43
Rey de Mallorca (1276-1285, 1298-1311). Hijo de Jaime I de Aragón y Violante de Hungría.
Nació en Montpellier (en la actual Francia).
44
Con ayuda de los reyes de Aragón y Castilla en 1250 se enviaron ocho estudiantes a
Túnez, esta acción se mantendrá hasta la cruzada de San Luis.
45
Heredero al trono de Fernando III de Castilla (Beinart, 1996, p. 113).
46
Tras 18 meses de asedio.
47
Hija de Jaime I de Aragón.
48
Asentados en Palma, Felantix, Simeu, Alcudia, Inca, Sóller y Pollensa, así como al resto
de sus correligionarios en la isla que se dedicaban al comercio, la agricultura y la artesanía
(Beinart, 1996, p. 105).
49
Cuando se disponía a pasar el estrecho para llevar la guerra a África.
124 125
1254-1261 Pontificado de Alejandro IV.
1254-1263 Humbert de Romans (1194-1277), quinto
general de los dominicos.
1255 Libelo de sangre en Lincoln, Inglaterra.
1257 Creación de la
Consollat del Mar.
Sitio de Niebla (provincia de Huelva)
por Alfonso X, el Sabio.
50
1258 Jaime I devuelve Alicante a Castilla,
arrancada a los musulmanes.
Tratado de Corbeil entre San Luis de
Francia y Jaime I de Aragón
51
(Le Goff, 1995, p. 224).
1259 Convento de Barcelona
(enseñanza del árabe).
1261-1264 Pontificado de Urbano IV.
1263 Conquista de Elche.
Disputa de Barcelona.
1264 Juan de Vercelis (1200-1283), general de
los dominicos.
1265-1268 Pontificado de Clemente IV.
1266 Conquista de Murcia de Jaime I en unión
con los castellanos. Se instala la enseñanza
del hebreo.
52
1268 Jaime I devuelve a Castilla la región de
Alicante, que había ganado a los
musulmanes y poblado con catalanes.
53
1270 Muere Luis, rey de Francia, víctima de
peste, durante la octava cruzada.
54
1271-1276 Pontificado de Gregorio X.
55
1274 Fundación del convento franciscano.
56
1276 Muere Jaime I de Aragón.
Pontificado de Adriano V.
Sube al trono de Aragón Pedro III,
el Grande o el Épico.
Se instala el Colegio de Lenguas de Miramar.
57
1276-1277 Pontificado de Juan XXI.
1276-1285 Reinado de Pedro III de Aragón. Rey de
Aragón, de Cataluña y de Valencia, casado
con Suabia, hija del regente de Sicilia,
Manfredo.
1277-1280; 1281-1285 Pontificados: Nicolás III, Martín IV.
1281 Convento Estalla (enseñanza del hebreo).
1284-1295 Reinado de Sancho IV en Castilla.
50
Los musulmanes usan por primera vez la pólvora, que se dice fue descubierta por Roger
Bacon en 1214.
51
De hecho, Jaime I renunció a todos los derechos sobre los territorios al norte de los
Pirineos.
52
Dura hasta 1275-1276, en que se producen sublevaciones árabe-musulmanes.
53
De hecho, Jaime I renunció a todos los derechos sobre los territorios al norte de
los Pirineos.
54
Al igual que la séptima cruzada, organizada por el mismo Rey, esta cruzada fue
infructuosa.
55
Ordena a los cardenales permanezcan encerrados hasta que se eligiera un nuevo
pontífice (Berceo, 1992, p. XXIX).
56
Su principal centro de actividad estaba en el norte de África.
57
Por parte de Raymundo Lulio en el convento franciscano, fundado dos años antes.
126 127
1285-1287 Pontificado de Honorio IV.
1288 Se funda la Universidad de Coímbra.
1288-1292 Pontificado de Nicolás IV.
1290 Expulsión definitiva de los judíos de
Inglaterra y primera de las grandes
expulsiones de la Edad Media.
1292 Conquista de Tarifa.
1294; 1294-1303 Pontificados: Celestino V, Bonifacio VIII.
1298 Denuncia de profanación de ostia
de Nottingham.
1298-1299 Masacre de 200 judíos en 146 localidades
en el centro y sur de Alemania.
1303-1304 Pontificado de Benedicto XI.
1305 Dos excomuniones de Barcelona por
estudiar las obras de Maimónides.
1305-1314 Pontificado de Clemente V.
1306 Expulsión parcial de judíos en Francia.
1306-1320 Los participantes de la segunda cruzada
en Francia contra los musulmanes en
España, atacaron a judíos en 120
localidades al sur de Francia.
1311-1312 En Oxford, Bolonia y Salamanca se
establece la enseñanza del árabe,
caldeo y hebreo.
Concilio de Viena bajo el pontificado
de Clemente V.
1312 Escuela de lenguas en Játiva.
1316-1334 Pontificado de Juan XXII.
1327-1335 Alfonso IV.
1334-1342 Pontificado de Benedicto XII.
1336- 1387 Pedro IV, el Ceremonioso.
58
1342-1352; 1362-1370; Pontificados: Clemente VI, Urbano V,
1370-1378; 1378-1389; Gregorio XI, Urbano VI, Bonifacio IX.
1389-1404
1394 Expulsión definitiva de los judíos en Francia.
1424 Expulsiones definitivas de judíos en
Colonia y en Nüremberg.
1438 Expulsión definitiva de los judíos
en Estrasburgo.
1492 Expulsión definitiva de los judíos
en España.
1497 Expulsión definitiva de los judíos
en Portugal.
58
Conde de Barcelona y cuarto Rey de Aragón. Hijo de Alfonso IV y Teresa de Entenza,
destronó a su primo Jaime de Mallorca, y el 29 de marzo de 1344 hizo proclamar
solemnemente que el reino de Mallorca (con sus islas, los condados de Rosellón,
Cerdaña, Conflent y demás Estados que habían pertenecido a Jaime II de Mallorca)
quedaba perpetuamente incorporado a la Corona de Aragón (1344-1349).
128 129
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1572 Fundan la Orden de los Hospitalarios.
59
59
Nace la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Granada, España, al calor de
la vida testimonial de Juan de Dios. Oficialmente es reconocida por la Iglesia como
Familia Religiosa de Derecho Pontificio el 1 de enero de 1572. Los Caballeros Hospitalarios
de San Juan de Jerusalén era una orden militar establecida en esa isla
durante las cruzadas, con el objetivo de ofrecer ayuda médica a los peregrinos, también
se dedicaban a guarnicionar y mantener las fortalezas de los estados cruzados,
al igual que los templarios (Phillips, 1994, p. 68).
Fuente: elaboración propia con datos de Berceo (1992, pp. XXVI, XXIX), Beinart
(1996, pp. 105 y 113), Domingo y Larcala (1998), Le Goff (1995, pp. 53, 54, 74, 124,
224), Vidal (1995) y Phillips (1994, p. 68).
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Índice
Introducción 7
Tolerancia 23
Península Ibérica en el siglo XIII 29
Poder político en Aragón 45
Jaime I de Aragón. Antecedentes 59
Órdenes mendicantes 71
Disputa de Barcelona 79
Conclusiones 95
Anexo 111
Fuentes consultadas 129
CONSEJO GENERAL
M. en D. Jesús Castillo Sandoval
Consejero Presidente
Lic. J. Policarpo Montes de Oca Vázquez
Mtro. Arturo Bolio Cerdán
M. en D. Abel Aguilar Sánchez
M. en D. Jesús G. Jardón Nava
D. en A. P. José Martínez Vilchis
Lic. Juan Carlos Villarreal Martínez
Consejeros Electorales
M. en A. P. Francisco Javier López Corral
Secretario Ejecutivo General
Representantes de los partidos políticos
PAN Lic. Juan Antonio Flores Coto
PRI Lic. Eduardo Guadalupe Bernal Martínez
PRD Lic. Mario Enrique del Toro
PT Lic. Joel Cruz Canseco
PVEM C. Esteban Fernández Cruz
MC Lic. Horacio Enrique Jiménez López
NA Lic. Benjamín Ramírez Retama
JUNTA GENERAL
M. en D. Jesús Castillo Sandoval
Consejero Presidente
M. en A. P. Francisco Javier López Corral
Secretario Ejecutivo General
Lic. Jesús George Zamora
Director de Organización
Lic. Rafael Plutarco Garduño García
Director de Capacitación
Dr. Sergio Anguiano Meléndez
Director de Partidos Políticos
Lic. José Mondragón Pedrero
Director de Administración
Lic. Humberto Infante Ojeda
Director del Servicio Electoral Profesional
Lic. Alma Patricia Sam Carbajal
Directora Jurídico-Consultiva
Lic. Hernán Mejía López
Titular del Órgano Técnico de Fiscalización
Mtro. Ruperto Retana Ramírez
Contralor General
Ing. Pablo Carmona Villena
Jefe de la Unidad de Informática y Estadística
Dr. Ángel Gustavo López Montiel
Titular del Centro de Formación y Documentación Electoral
Mtro. Juan Carlos Muciño González
Jefe de la Unidad de Comunicación Social
Representantes de las coaliciones
“Compromiso con el Estado de México” (diputados)
Lic. José Neira García
“Comprometidos con el Estado de México” (diputados)
Lic. Ángel Luz Lugo Nava
“Compromiso por el Estado de México” (diputados)
Lic. Macario Yáñez Valdovinos
“MORENA” (diputados)
Lic. Ricardo Moreno Bastida
“Comprometidos por el Estado de México” (ayuntamientos)
Lic. Jorge Torres Rodríguez
“MORENA” (ayuntamientos)
Lic. Armando Bautista Gómez
“Movimiento Progresista” (ayuntamientos)
Lic. Javier Rivera Escalona
“Unidos Es Posible” (ayuntamientos)
Lic. Agustín Ángel Barrera Soriano
“El Cambio Verdadero” (ayuntamientos)
Lic. Marcos Álvarez Pérez
Comité Editorial
Presidente
Mtro. Jesús Castillo Sandoval
Integrantes
Dr. Gabino E. Castrejón García
Dr. Juan W. Cruz Rivero
Dr. Edgar A. Hernández Muñoz
M. en A. P. Francisco Javier López Corral
Dra. Irma Méndez de Hoyos
Dra. Rosa María Mirón Lince
Dr. Carlos A. Morales Paulín
Secretario Técnico
Dr. Ángel Gustavo López Montiel
Coordinadores de la edición
Ángel Gustavo López Montiel
Titular del Centro de Formación y Documentación Electoral
Ciro García Marín
Subdirector de Documentación y Promoción Editorial
Área de Promoción Editorial
Jorge Armando Becerril Sánchez
María Guadalupe Bernal Martínez
Merecedes Viridiana Macedo
Diseño gráfico y editorial
Ana Llely Reyes Pérez
Tania López Reyes
Luther Fabián Chávez Esteban
Azálea Belem Eguía Saldaña
Editorial
Tolerancia durante el siglo XIII en la Península
Ibérica y la intolerancia en la actualidad mexicana
se terminó de imprimir en el mes de mayo de
2012. En los talleres de
La edición estuvo a cargo del Área de
Promoción Editorial del Centro de Formación y
Documentación Electoral del Instituto Electoral
del Estado de México. Esta edición consta de
2,000 ejemplares.
En la formación se utilizaron las fuentes ITC New
Baskerville, de la familia Baskerville, diseñada por
John Baskerville y Bookman Old Style diseñada
por Ong Chongwah.
Publicación de distribución gratuita
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