miércoles, 3 de octubre de 2012

Tolerancia durnte el siglo XIII en la Península Ibérica y la intolerancia en la actualidad mexicana

http://www.despertardelsur.com/ds/index.php?option=com_content&view=article&id=39051:tolerancia-valor-que-debe-de-fomentarse-plantea-ieem&catid=9:edomex&Itemid=6

http://www.poderedomex.com/notas.asp?id=78276

http://www.ieem.org.mx/cefode/publicaciones/lineas_editoriales/reflexiones_dercho_electoral_catalogo_y_descarga.html



Tolerancia durante el siglo XIII en la
Península Ibérica y la intolerancia
en la actualidad mexicana
Tolerancia durante el siglo XIII en la



Península Ibérica y la intolerancia

en la actualidad mexicana
SILVIA PADILLA LOREDO



Tolerancia durante el siglo XIII en la
Península Ibérica y la intolerancia
en la actualidad mexicana

Silvia Padilla Loredo



Primera edición, 2012

© 2012 Instituto Electoral del Estado de México

Paseo Tollocan núm. 944, col. Santa Ana Tlapaltitlán,

C. P. 50160, Toluca, México

ISBN 970-9785-39-7 (Serie)

ISBN 978-607-9028-28-2

Los juicios y afirmaciones expresados en este documento son

responsabilidad de la autora.

Impreso en México

Publicación de distribución gratuita

Ilustración de la portada:



Tarde de columpios



Acrílico sobre tela, 130 cm x 62 cm, 2001

María Trinidad Monroy Vilchis



Entre los hombres como entre las naciones,

el respeto al derecho ajeno es la paz.



Lic. Benito Juárez García

7
Introducción



Desde la antigüedad




existen condiciones de interrelación



entre los países de Europa y África y, desde fines del siglo

XV, con América, que inciden en el desarrollo económico,

político y social actual. Desde una perspectiva histórica,

es posible analizar el presente revisando el pasado.

Durante los siglos XI, XII y parte del XIII, los gobernantes

de diferentes reinos de Europa, por motivos

económicos, políticos y religiosos, promovieron las cruzadas:

guerras sangrientas, acciones violentas de ocupación

en diferentes regiones, que habían sido invadidas

por los musulmanes, entre otras la de África, donde hoy

ocupan esos territorios diferentes países árabes (Padilla,

2002, pp. 133-135).

Esos hechos históricos determinan que en la Península

Ibérica hubiera una confrontación entre cristianos,

judíos y musulmanes durante muchos siglos, derivando

en la expulsión de los judíos de España en 1492, no sin

antes tratar de convertirlos al cristianismo. Las diferencias

religiosas han marcado fuertes procesos de unidad y lucha

durante siete siglos de dominación musulmana.

En


El espíritu de Córdoba (Antaki, 2002) se señala



la importancia de la influencia cultural musulmana, que

perdura hasta nuestros días, en la literatura, la arquitec

tura y, en general, las artes. La coexistencia, a veces pacífica
y en otras ocasiones violenta, entre judíos, cristianos
y musulmanes en la cuenca del Mediterráneo y el impacto
de la conquista y colonización española han influido
en el desarrollo global de Latinoamérica y México, a eso
se suman los efectos de la expansión del mundo globalizado
del siglo XXI.



Por lo anterior, resulta importante sacar a la luz
una investigación, cuyo nombre original fue

Tolerancia relativa
en la época de Jaime I de Aragón en la Península Ibérica, donde examino diferentes conceptos de tolerancia e intolerancia social y religiosa, retomando aspectos históricos y teóricos en un periodo crítico de la historia de occidente,
concretamente de la España del siglo XIII, descritos y transcritos en esta tesina con la que obtuve el grado de Maestría en Humanidades en la Universidad Anáhuac.



Este estudio enmarca las disputas por el poder político que se dieron después de las cruzadas, etapa en la que los factores de poder de que disponían los cristianos eran cada vez más fuertes, pero les impedían desaparecer a los musulmanes que se habían arraigado en sólidas comunidades y lo mismo pasaba con los judíos, quienes tenían a su favor la fuerza económica y sus conocimientos en lenguas, pues éstos eran políglotas y buenos negociadores de tratados económicos y políticos.

La conexión entre aquella época y la actualidad es que la tolerancia se vuelve un asunto obligado: después de procesos bélicos devastadores y en un momento en que el desarrollo económico se riñe con la sustentabilidad del desarrollo social y político. Una estrategia para ser tolerantes es a través de la palabra, en aquel momento organizada mediante disputas (hoy podrían equipararse a los debates).

Los debates permiten a los votantes tener escalas de medida entre lo que los candidatos dicen y las acciones realizadas a lo largo de sus trayectorias políticas, no sólo personales sino en función de las tendencias políticas, partidos y organizaciones que representan. Cuando el debate se anula y la palabra es acallada resurge el fenómeno de la intolerancia. En el México de hoy, como
Ackerman (2011) señala:
Por primera vez desde la pacificación de las fuerzas revolucionarias a principios del siglo XX, emergería el peligro
real de la cancelación de las elecciones federales y la imposición de un golpe de Estado desde las cúpulas militares y

con respaldo de la jerarquía católica… Ante la estrepitosa caída de las preferencias electorales para el Partido Acción

Nacional, la cancelación de las elecciones caería como anillo al dedo a Calderón quien inmediatamente aprovecharía

para alargar su propio mandato y fortalecer aún más el poder de las fuerzas armadas y la Iglesia. (p. 45)



Pero ¿qué tiene que ver el conflicto cristiano-hebreo- musulmán con el México de hoy? La respuesta no es simple, no obstante se plantea porque el análisis del siglo XIII en España permite localizar algunos elementos teóricos que vinculan cuando menos tres formas de sentir, ver y vivir la vida de quienes profesaban tres religiones —cristianos, judíos y musulmanes—, que coexistieron por más
de siete siglos bajo el poder musulmán en la Península Ibérica. Muestra las características de la dominación en la Alta Edad Media y la forma en que, bajo las cruzadas, se recuperaron territorios que prefiguraron el periodo denominado Baja Edad Media en la que se da el germen del mercantilismo y la transición al capitalismo.


10 11



con gran parte del Mediterráneo (Duby, 1987; Vinces, 1991; Gilbert, 1998).

Las categorías básicas de esta investigación para explorar el tema de la tolerancia son la economía, la
política, la religión, la literatura y, en menor medida, la arquitectura. La economía se analiza a partir de las relaciones comerciales, la especialización de los cultivos en la agricultura, la elaboración de quesos, el papel de los préstamos y el financiamiento de las cruzadas

, en el que los judíos juegan un papel importante. El aprovechamiento
de la geografía económica, en que se encuentra ubicada la región del mediterráneo, provocaba
la necesidad de contar con población que aprovechase esas ventajas de desarrollo económico, como uno de los factores condicionantes de la tolerancia relativa.
La cuestión política se aborda a partir de las relaciones que se dan entre el Rey, que representa a la Corona —como un poder civil— y el poder eclesiástico; así como por la influencia de sus antecesores, entre quienes se encuentra Fernando I, que se proclamó Rey de judíos, cristianos
y musulmanes en el ejercicio de su reinado, porque logró tener y proporcionar respaldo, de una u otra manera, a los habitantes que profesaron esas tres religiones.

La tolerancia, inscrita bajo el análisis político del periodo estudiado, se encuentra en la inclusión de cristianos, judíos y musulmanes en la toma de las decisiones, en las Cortes y en los diferentes órganos de poder del reino y sus comarcas, que en aquel entonces tiene un impacto directo de la figura del Rey hacia la población que practicaba diferentes religiones, se le agrega el adjetivo de 

relativa porque sus actitudes no siempre fueron
constantes ni permanentes, quizá por las presiones eclesiásticas a que estaba sometido.

En estos primeros años del siglo XXI sólo han cambiado los actores, los nombres de países que ocupan territorios para saquear sus materias primas o el tipo de armas, las cuales son cada vez más destructivas, por lo que las guerras convencionales son distintas en su duración e impacto, pero con los mismos fines: el sometimiento de un país o región a otro país o bloque de países.

La búsqueda de territorios que permitieran el crecimiento

económico en el siglo XIII es similar a la lucha

actual de los Estados Unidos por el control de espacios

estratégicos, especialmente de la producción petrolera,

pero las necesidades de desarrollo económico de los reinos

conquistados, de aquel entonces, obligaban a conquistar

con la fuerza, pero a convencer por la palabra a

quienes se les perdonaba la vida y se negociaba la forma

de seguir viviendo a cambio del impulso del desarrollo

económico precapitalista, del que en mayor o menor

medida se beneficiarían todos.

Cuando el Rey Jaime I y sus Cortes buscaban la

consolidación de los terrenos conquistados debían pensar

ya no en procesos coercitivos, sino en la combinación

de los mismos con el consenso que legitimara las acciones

e impidiera que la disidencia fuese un obstáculo para

el comercio y los negocios. Así, los motivos religiosos podían

pasar a un plano menor en el incipiente desarrollo

del capitalismo, de ahí que en el ejercicio del poder se

utilizaran mecanismos de tolerancia relativa.

En el siglo XIII se perfilaba la pugna —abierta

o soterrada— entre los poderes civil y eclesiástico por

el dominio de territorios conquistados en la Península

Ibérica, particularmente el reino de la Corona de

Aragón, que en los siglos XIV y XV representaba cerca

de un tercio de la península y se complementaba



12 13



El aspecto religioso abarca una época en que el

islam —en la Península Ibérica— no ha terminado de

morir y el cristianismo no se ha consolidado, donde los

judíos son grandes beneficiarios, en cierto momento, y

terminan siendo expulsados de estos territorios al igual

que los musulmanes, posteriormente.

Un arma privilegiada después de la artillería de

fuego, al terminar las cruzadas es


la palabra, especialmente



la de los libros sagrados de cristianos (la Biblia) y judíos

(la Torá) que serán defendidas por ellos a través de

disputas. La disputa de Barcelona se da en un momento

excepcional en el que se combinan diversos factores, los

judíos son invitados a defender sus creencias, convocados

por el Rey; porque a los judíos, aun cuando no aceptan

las creencias del cristianismo se les respetó durante un

tiempo, a diferencia de los musulmanes que en todo este

periodo de la reconquista (que no se analiza aquí), sí tuvieron

oportunidad de debatir sus creencias, pero es evidente

que fueron expulsados paulatina y selectivamente

de la Península Ibérica, en la medida en que se fue consolidando

el cristianismo. Sólo se les toleró mientras los

cristianos fueron una población minoritaria.

Otra forma de mostrar la existencia de la tolerancia

es en el arte, la filosofía y la literatura. Averroes,

Tomás de Aquino y Maimónides son personajes de indiscutible

trascendencia en la filosofía. Los tres bajo diferentes

ópticas nutrieron sus pensamientos en la relación

que sostenían unos con otros.

En el caso de la arquitectura, no se destruyó totalmente

lo existente, de tal forma que en la actualidad

se conservan construcciones como la Plaza de San

Jaime —en la ciudad de Barcelona— donde perviven

el arte románico, gótico, mozárabe y mudéjar en interesantes

combinaciones simbióticas, con adecuaciones

modernistas.

La producción literaria se ve influida por el verso

y la prosa de diferentes temáticas; el carácter épico

de obras como el


Poema del Mío Cid (Anónimo, 1991),



La canción de Roldán



, la literatura mística de Gonzalo de



Berceo, las elegías de Abel Beka o Abu al Baqa y la diversidad

temática de Sem Tov de Carrión, entre otros,

muestran la interdependencia y combinación de estilos

literarios.

El fenómeno intelectual, artístico y cultural refleja

una tolerancia relativa, donde cristianos, judíos y

musulmanes se reconocen unos a otros compartiendo

y construyendo una identidad hispana, este fenómeno

se expresó con mayor intensidad en Castilla.

La estructura de este estudio muestra un acercamiento

al concepto de


tolerancia relativa; después esboza



el ambiente que se vivía en la Península Ibérica y el reino

de Aragón. También hace alusión a las principales características

de la vida de Jaime I, a las batallas y acuerdos

principales que le permitieron consolidar e incrementar

su reino; así como la relación que estableció con las Cortes,

la población y la Iglesia católica. En lo referente a las

órdenes mendicantes daba prioridad a la Orden de los

Dominicos, por el papel destacado que éstos tuvieron

en el reino de Aragón, en la formación de las escuelas

de lenguas y el estudio de la religión, las costumbres y la

cultura de otras comunidades que profesaban creencias

distintas a la católica, con fines de evangelización.

Finalmente, se aborda el contexto y resultados de

la disputa de Barcelona, como un ejemplo del carácter

relativo y temporal de la tolerancia de Jaime I; se menciona

la importancia de utilizar las experiencias pasadas



14 15



con la mirada en las necesidades de explicación que

exige el presente, partiendo de la hipótesis de que actualmente

hay países que saquean materias primas, desertifican

territorios dejándolos despoblados, utilizan

armas cada vez más destructivas —a las de las guerras

convencionales en las que su duración e impacto es diferente,

pero el sometimiento de un país o región a

otro país o bloque de países no ha cambiado (Gassino y

Riobó, 2004, pp. 30-48)—, hacen uso indiscriminado de

la fuerza bruta del Estado, es decir, del abuso de la violencia

contra las minorías disidentes y, en muchos casos,

se ha cancelado el diálogo y la concertación.

Internacionalmente hay un resurgimiento de los

fundamentalismos nacionalistas y religiosos promovidos

o exacerbados por potencias extranjeras, utilizando

pretextos para invadir países, como ocurrió en fechas

posteriores al 11 de septiembre de 2001, después de que

fueron atacados el Pentágono y las torres del World Trade

Center (Nueva York), que tenían un valor simbólico

del poder financiero de los Estados Unidos. Con el pretexto

de ese hecho



Habrá una diferente relación entre los Estados Unidos y el

resto de los países del mundo y una nueva distribución del

poder, que se manifestará preferentemente en el orden militar

y el empleo de las fuerzas, que abarcará también otros

campos no militares. (Gassino y Riobó, 2004, p. 93)



Por otro lado, “la ONU se presenta cada vez más

como un superestado mundial, que tiende a gobernar

todas las dimensiones de la vida, del pensamiento y de

las actividades humanas, ejerciendo un control cada vez

más centralizado de la información y del conocimiento…

la estrategia que siguen algunas de sus agencias es

combatir a la pobreza eliminando a los pobres… propone

estrategias para disminuir el número de comensales

en la mesa de la humanidad” (Gassino y Riobó, 2004,

pp. 115-116). Con el respaldo de esta organización internacional,

en los siguientes años se inició un proceso

contra los gobiernos que no eran afines al gobierno

norteamericano, se declaró la guerra a Irak en marzo de

2003 por parte del presidente norteamericano Bush, sin

que pudiera demostrar que en ese país estuvieran fabricando

armas nucleares como justificación inicial para la

invasión a ese territorio; ocupación que por cierto concluyó

el 31 de diciembre de 2011, según compromisos

del presidente Barack Obama.

Existen analogías históricas, pues mientras que

los llamados cruzados de los reinos europeos iniciaron,

hace cerca de mil años, la reconquista de las tierras santas,

después de que los musulmanes habían conquistado

siete siglos antes territorios de lo que hoy es España y

de otros países de Europa, ahora se repite esta situación

con el bloque militar de la Organización del Tratado del

Atlántico Norte (OTAN) mediante una guerra contra

Libia de sólo 227 días, con la cual Estados Unidos vence

a las tropas de Muamar el-Gadafi, con el apoyo de los

principales gobiernos europeos occidentales, a cargo

del Africom, unidad del Mando estadounidense, del 19

al 31 de marzo de 2011 y después la OTAN (Rozoff y

Voltaire, 2011).



Al hacer referencia al asesinato de Gadafi y su hijo Muatasim,

la exhibición pública de sus cuerpos y la celebración

entusiasta como si fuera la de un acontecimiento deportivo,

por gente como la Secretaria de Estado de Estados



16 17



tolerancia y persecución que recuerdan las peores épocas

del autoritario régimen de Partido de Estado. (Ackerman,

2011, p. 45)



Actualmente, bajo el concepto de guerra preventiva,

Estados Unidos ha irrumpido en asuntos internos

de muchos países, ha contaminado sus políticas internas, de

tal forma que actúa bajo la enfermedad del


sospechosismo



para evitar que germinen las amenazas que imagina.



Por ello es que semánticamente, se entiende como guerra

preventiva la que, contra las normas del derecho público,

emprende una nación contra otra presuponiendo que ésta

se prepara para atacarla… la frase de Bush “El que no está

con los Estados Unidos está con el terrorismo” es una expresión

que traduce la mentalidad de claro corte fundamentalista,

que curiosamente lo coloca en la misma línea

de sus enemigos. Sólo cambia el signo de cada facción.

(Gassino y Riobó, 2004, p. 147)



La contaminación del fundamentalismo norteamericano

raya en los absurdos al señalar:



Es importante para todos los países, según Estados Unidos,

adoptar una política de “tolerancia cero” para la actividad

terrorista dentro de sus fronteras. Establecen para ello diferencias

según la capacidad y actitud de los Estados: Con

aquellos Estados que tengan voluntad y sean capaces, Estados

Unidos reforzará viejas alianzas o hará otras nuevas,

para combatir el terrorismo y coordinar acciones; con los

Estados débiles pero con voluntad de actuar, los apoyará en

sus esfuerzos para construir sus instituciones y capacidades

necesarias para ejercer autoridad sobre todo su territorio y

Unidos, Hillary Clinton; el representante de Rusia para la

OTAN, Dmitri Rogozin arremetió contra ellos como emblemáticos

de un triunfalismo sádico. (Rozoff y Voltaire,

2011, p. 61)



Como antes sucedió con Irak, existe la amenaza

contra Siria, país con grandes reservas del petróleo que

requiere la economía estadounidense.

Lamentablemente estas guerras y la falta de respeto

a los derechos humanos, con actos de intolerancia

contra los débiles, no sólo se producen en lejanas tierras

de África del Norte y Medio Oriente, sino también en

México, uno de múltiples ejemplos es la violación a una

indígena por un soldado del ejército mexicano. Al respecto,

en cumplimiento de una sentencia de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos, el secretario de

Gobernación, Alejandro Poiré, señaló: “Señora Valentina

Rosendo, a Usted, a su hija, les extiendo la más sincera

de las disculpas por los hechos ocurridos hace casi

una década, en los que resultaron gravemente lesionadas

en sus derechos” (López, 2011, p. 42).

Estas muestras de autoritarismo ocurrieron en el

estado de Guerrero hace 10 años, ahora se repiten al derramar

la sangre de los estudiantes normalistas, el 12 de

diciembre de 2011, en esa misma entidad.



El artero asesinato de tres jóvenes normalistas por la fuerza

pública en Guerrero, los estudiantes ultimados en Guadalajara,

las acusaciones penales en contra del padre Solalinde,

el ataque a Norma Andrade, la desaparición de los

ecologistas de Guerrero y la andanada de asesinatos y amagos

a la prensa y a los defensores de Derechos Humanos en

todo el país, configuran un escalofriante escenario de in


18



19



reconquista cristiana de la Península Ibérica y concretamente

del reino de Aragón, reflejando un despliegue

de acciones y proposiciones que implicaban un esfuerzo

del Rey para lograr un equilibrio de fuerzas que le

permitiera sostener un gobierno civil y contrarrestar el

poder eclesiástico, sin alterar los principios básicos del

cristianismo por su carácter mismo de cruzado y por las

relaciones sostenidas con los reinos de Castilla, León y

Portugal, y de aspectos económico-políticos y, en menor

medida, religiosos, estéticos y literarios, como una

unidad espacio-temporal de análisis. En la actualidad,

Estados Unidos parece anular toda posibilidad de conciliación

o coexistencia pacífica entre las naciones.

Estos factores permiten enriquecer el análisis de

fenómenos político-electorales en México, remontando

aspectos históricos y teóricos en un periodo crítico de la

historia de Occidente, concretamente de los reinos del

siglo XIII que conforman el país de España.

La reconquista de España abría expectativas que

implicaban un amplio desarrollo económico, que no podía

realizarse con la sola presencia de los cristianos. Eso

por sí mismo marcó la coyuntura política para que la

convivencia más o menos pacífica de las tres culturas se

hiciera indispensable. Era necesario que árabes, hebreos

e hispanos continuaran desarrollándose en un ambiente

donde —sin ignorar las cuestiones religiosas— se respetó

el derecho de los demás a tener diferencias sociales y

culturales, siempre y cuando los vencidos pagaran derechos

por el uso de la tierra a los vencedores, este pago

servía también de protección a los vencidos.

Estas enseñanzas parecen ser retomadas por el

pueblo de España, en el último cuarto del siglo XX, que

ante la influencia devastadora del franquismo requería



luchar contra el terrorismo donde él exista; con los Estados

que no tengan voluntad de actuar, actuarán decididamente

para contrarrestar la amenaza y obligarlos a que dejen

de apoyar al terrorismo. (Gassino y Riobó, 2004, p. 158)



En esa dinámica muchos estados, incluido México,

aplican mandatos estadounidenses en su política interna

a pesar de que:



La llamada tolerancia cero va dirigida a un enemigo invisible,

no importa quién ni cómo sea, en tanto sea considerado

como amenaza. Así se define como enemigos a los actores

estratégicos, tales como las organizaciones terroristas, especialmente

las fundamentalistas: Hezbollah en el Líbano;

Hamas, Jihad Islámica, Frente de Liberación de Palestina

y Frente Popular de Liberación de Palestina; Kahame

Chai y Kach en Israel; Al Qaeda en Afganistán; Abu Nidal,

Muyahidín Jalq y Ansar en Irak; Hermandad Musulmana,

Grupo Islámico Al Gamma’at y Al Jihad en Egipto, sólo

por nombrar algunas… sino también a los países que las

apoyan, dándoles cobertura de distinta naturaleza. En algunos

casos tal redefinición involucra incluso hasta individuos

aislados, por considerarlos referentes ideológicos de

tales organizaciones y, por consiguiente, elementos de elevada

atracción psicológica con predisposición a levantar las

banderas del fundamentalismo islámico, o del sentimiento

antioccidental, especialmente antinorteamericano, cualquiera

sea el lugar del mundo donde ellos se encuentren.

(Todisco, 2004, p. 288)



Mientras que el reinado de Jaime I, el Conquistador,

formó parte de un proceso de consolidación de

nuevas estructuras histórico-sociales, que se vivían en la



20 21



Se aclara que en el anexo se señalan fechas previas

y posteriores para contextualizar la importancia del periodo

de estudio, visto desde el presente y en conexión

con países que antes y ahora siguen influyendo en el devenir

global, político y social de la Península Ibérica y

Latinoamérica.



1


La palabra halajá significa “el camino por el cual uno marcha”. La halajá es práctica,



no teórica. La halajá es legalista, no filosófica. Aunque la fe es la base a partir

de la cual la halajá se desarrolla, coloca su mayor énfasis en los actos. La halajá

se ocupa de la aplicación adecuada de los preceptos (mitzvot) en toda situación

y circunstancia (los preceptos de origen bíblico no pueden ser modificados en

esencia, aquéllos de origen rabínico pueden ser modificados en ciertas circunstancias

y condiciones por estudiosos competentes y autorizados). La halajá exige

un compromiso en la conducta. Ella trata con obligaciones éticas y deberes religiosos.

Los hábitos alimentarios de una persona, su vida sexual, su ética comercial,

sus actividades sociales, sus diversiones, sus manifestaciones artísticas, todo

esto se encuentra bajo la cobertura de la ley religiosa de los valores religiosos y de

las directivas espirituales del judaísmo (Halevy, 2000).



un gran acuerdo para la unión de fuerzas políticas y sociales

que se generó tras la muerte de Franco y propició

el regreso de la monarquía en 1975.



Acotaciones



Es importante destacar que, en el marco espacio-temporal

de este estudio, en la Península Ibérica predominó

el cristianismo católico, mientras que en Bizancio se

practicaba el ortodoxo y en lo que hoy es Gran Bretaña,

el anglicano. Por lo que cuando se habla de cristianismo

se refiere al católico, apostólico y romano. También entre

los musulmanes existieron diferencias importantes

entre corrientes menos ortodoxas, como los omeyas, y

más apegadas al islam como fuente doctrinaria y política

como los almorávides y almohades. La disputa maimodiana

también perfiló diferencias entre los judíos

cabalistas de la época, al controvertir el aspecto de la

conciliación entre fe y razón, que atraía a los jóvenes

judíos, y la aplicación ortodoxa de la halajá.


1



23



Tolerancia



Panorámicamente se analizan




diferentes elementos teóricos



para conformar el concepto de


tolerancia relativa



como hilo conductor de este estudio y la forma en que

se expresa en la Península Ibérica durante el siglo XIII,

en el reinado de Jaime I de Aragón, desde una perspectiva

socio-política.

El concepto


tolerancia adopta ciertos matices que



se desprenden de la existencia misma de distintos actores

políticos y sociales, quienes en aquella época se

ven precisados a coexistir, en la Península Ibérica, manteniendo

formas diferentes de ser, pensar y actuar en

función de su cultura, costumbres y credos religiosos,

fenómeno acompañado de diversas prácticas ligadas a

distintas identidades.


2



Puede manifestarse tolerancia prácticamente en

todas las actividades humanas, especialmente en los aspectos

religiosos, culturales, políticos y en las relaciones

de género, e implica el respeto a las formas de

pensar y de actuar de los otros.



2


Los días de fiesta eran los viernes para los musulmanes; los sábados para los judíos



y los domingos para cristianos, había diferentes costumbres alimentarias o

de vestir. Los judíos, por ejemplo, no consumían carne de cerdo.



24 25



La tolerancia política se presenta como una concesión

del Estado a los gobernados; tolerar y ser tolerado

constituyen dos caras de una misma moneda; el comportamiento,

individual, social o institucional, caracterizado

por la consciente permisividad hacia los pensamientos y

acciones de otros individuos, sociedades o instituciones,

pese a que los valores morales o éticos de aquéllos no

coincidían o incluso eran desaprobados, es la condición

básica que da fuerza al concepto. Actualmente, la tolerancia

se expresa, en general, en todos los movimientos

y partidos políticos cuya máxima apuesta es el respeto

hacia las ideas o actuaciones no compartidas, conlleva

la existencia de diferentes puntos de vista, corrientes o

fracciones de opinión sobre cuestiones que en lo general

pueden ser, o no, compartidas. Se manifiesta entre

el Estado y las diferentes fuerzas políticas y sociales que

actúan en el devenir del destino de un país, una asociación,

federación, confederación, etcétera, es condición

básica de una convivencia social pacífica de diferentes

identidades donde se permite la negociación permanente

de asuntos de trascendental importancia para todos.

Teóricamente, existe coincidencia entre Epicteto

y Hobbes en el sentido de que los seres humanos, como

individuos, han de ser tolerantes con los errores de los

demás a causa de su propia debilidad porque



el Estado posee y utiliza todo su poder y fortaleza, que por el

terror que inspira es capaz de conformar voluntades de todos

aquellos para la paz, en su propio país y para la mutua ayuda

contra sus enemigos en el extranjero. (Hobbes, 1982, p. 141)


3



3


Se concibe al Estado como un ente ordenador, se toma por ejemplo la formación



del Estado judío, su división en 12 tribus. “Los hijos de Israel eran un Estado en

el desierto, pero no necesitaban los bienes de la tierra de promisión, que poste-



El carácter coercitivo del Estado permite la aplicación

de reglas generales tanto en lo secular como en lo

religioso, desprendiendo al concepto de connotaciones

morales o éticas, donde pesa más la fuerza política que

sustenta al Estado. Spinoza (1982) considera que:



El Estado no debe intervenir en la conciencia, ha de


tolerar



las creencias religiosas



de cada cual. De esta suerte se asegura



la coexistencia pacífica entre los hombres de diferentes

confesiones religiosas... la violencia y la imposición son incapaces

de influir sobre la creencia religiosa. (p. XXXVI)



Luego la tolerancia es también un asunto de

legitimidad,


4 requiere bases mínimas de consenso, que van



acompañadas de situaciones materiales concretas, además

de la voluntad moral o política de los actores involucrados.

Para John Locke (1632-1704), pensador inglés,

autor de


Epístola de la tolerancia



el concepto constituía un debate sustancialmente jurídico

en el que las alternativas se centraron en la tipificación

penal de las prácticas religiosas... Él buscó introducir un

factor de racionalidad en la ordenación social, fijando los

límites de la intervención estatal legítima de manera que

pudiera lograrse un equilibrio entre la libertad del individuo

y la autoridad del gobierno. (Locke, 1998, p. XVII)


5



riormente fue dividida entre ellos, no a su propio arbitrio, sino según el criterio

de Eleazar el sacerdote y Josué su general”.



4


Se entiende por legitimidad la capacidad del Estado para contar con la aprobación



tácita de los gobernados que están conformes, en lo general, con la actuación

del Estado, sin que necesariamente medie coerción alguna.



5


La autoridad del Estado encuentra, pues, un límite concreto en la preservación



de los ciudadanos (Locke, 1998 y Solar, 1996, p. 20).



26 27



Pensaba que la existencia de un estado civil necesariamente

comprende la participación de actores políticos

que hacen contrapeso a la autoridad del monarca

y dan legitimidad a sus acciones (Kamen, 1967, p. 244),

cuestión de vital importancia, pues, como se apreciará

más adelante, Jaime I abre posibilidades de participación

a diferentes sectores de la población de su reino en

la toma de decisiones.

De lo anterior, se desprende que el concepto de



tolerancia



es también objeto de consenso, producto de la



correlación de fuerzas, de capacidad de negociación y

concertación de los actores políticos y sociales, individuales

o colectivos, con el Rey y sus Cortes.

La tolerancia religiosa, en su sentido más común,

se puede entender como concesión de libertad a aquéllos

que disienten en cuanto a religión y, llevado a la

escala más alta del poder, como una concesión denominada

tolerantismo.

La dificultad se presenta en el sentido de concebir

al Estado como elemento nuclear, por así decirlo,

porque justamente la conciencia religiosa es el primer

reducto del individuo que se configura jurídicamente

como inaccesible al Estado y al resto de los particulares.

Por tanto, la primera y más cruenta batalla en ese proceso

de afirmación se libra en el campo de las creencias

religiosas y desembocará en la tolerancia como primera

forma de permitir la disidencia y, posteriormente, en la

plena libertad de conciencia y de culto.

Para el análisis de la intolerancia social y religiosa,

es necesario considerar que una sociedad en desarrollo

que comulga con principios político-autoritarios no puede

otorgar la tolerancia a todos los credos, la inexistencia de

tolerancia implica por tanto intolerancia, la cual va representada

por sistemas políticos teñidos de totalitarismo que

excluye las diferentes formas de ser y pensar del otro (los

otros), en cuanto personas, en sus acciones y creencias.

Por lo anterior y considerando que en el periodo

y región de estudio no hay un poder totalitario, se

maneja el concepto de


tolerancia relativa como parte de



un esfuerzo por despojar al término de connotaciones

actuales ligadas a la democracia (como actualmente es

entendida) y de definiciones modernas del Estado, ya

que en esa época apenas se perfilan rasgos de los estados

modernos y no ha nacido todavía el Estado Nación.

Por tanto, la tolerancia se encuentra más ligada a

las presiones que el reino tiene, en cuanto Estado, que

no logra ser autónomo ni está aún totalmente dominado

por la Iglesia, pero que se enfrenta a la imperiosa

necesidad de adecuar su incipiente sistema político a

las necesidades que plantea el surgimiento de la acumulación

originaria del capital y las grandes transformaciones

sociales, científicas y tecnológicas, que abren el paso

del feudalismo al capitalismo; por tanto, precisa que el

reino adopte actitudes acordes al incremento y consolidación

del poder existente.

Por ello, la tolerancia relativa incluye la pluralidad

de manifestaciones políticas de diferentes gremios,

cofradías, organizaciones religiosas y variantes de las religiones

que nacen, se reproducen y perviven durante el

siglo XIII en forma necesaria e inevitable. As,í la tolerancia

relativa se expresa por la fuerza y número de integrantes

que logra aglutinar en torno a proyectos de desarrollo

económico y por la importancia de las actividades que

se sujetan a los fines de un mundo diferente al propiamente

feudal.



29



Península Ibérica en el siglo XIII



En este apartado se pretende




contextualizar el objeto de



estudio, estableciendo las características regionales

en términos territoriales, demográficos, históricos (en

cuanto al periodo inmediatamente anterior), haciendo

referencia a aspectos políticos y culturales que sirven de

base para explicar el concepto de


tolerancia relativa. Se



hace énfasis en las diferencias de tácticas y estrategias

de dominación y guerra de los musulmanes: omeyas,

almohades y almorávides, así como la amalgama de sus

manifestaciones en la política, la cultura y las artes.



Límites territoriales.




La Península Ibérica limita al



norte con el mar Cantábrico y los montes Pirineos, Francia.

Al oriente con el mar Mediterráneo, al sur con el

estrecho de Gibraltar y se mantiene muy cerca de África

por Marruecos y el puerto de Cádiz. Al este sus límites

son con el océano Atlántico.

Bajo el reinado de San Luis (1226-1270), a través

del tratado de Corbeil-Aragón (1258), se estabilizan las

fronteras del reino de Aragón en la Península Ibérica y

Francia. Las fronteras con los reinos de Castilla y Navarra

se van formando a través de acuerdos de guerra, en que

los reinos cristianos se dividen el territorio a reconquistar.



30 31



la población hispano visigoda porque veían ventajas económicas

y sociales al convertirse en musulmanes. Su arabización

fue muy profunda, hasta el punto de que en los

siglos IX y X apenas se distinguían de los musulmanes

de origen árabe; frecuentemente se sublevaban contra

el poder de la aristocracia árabe porque esperaban tener

los mismos derechos, aun cuando pagaban menos

impuestos que los mozárabes, cristianos y judíos.

Los almorávides (del árabe


al-murabit, que significa



hombres del ribat) llegaron del monte Atlas, eran

una confederación de tribus beréberes. Los mozárabes

(del árabe


musta’rab, que significa arabizado) eran cristianos



que vivían bajo la dominación musulmana en

al-Ándalus, estaban obligados a pagar impuestos de carácter

personal y territorial, por lo que formaban parte

de los grupos de tributarios o


dimhíes. Los cristianos de



al-Ándalus conservaron su organización política, jurídica

y eclesiástica, pero también se arabizaron lingüística y

culturalmente; muchos de ellos eran bilingües y biculturales

(Cahen, 1995).

Los judíos gozaban, en lo que sería España, de

una situación considerablemente mejor que los judíos

del resto de Europa, a pesar de la discriminación existente

reflejada en el Concilio de 1215 (Vidal, 1995,

p. 178).


. Desde el califato omeya los judíos fueron considerados



propiedad primero del califa y después de los

reyes, y gozaron de la confianza de ambos, ejerciendo

labores administrativas de alto nivel.



Del emirato al califato.




Después del derrocamiento



del califato omeya de Damasco en el año 750, un miembro

de la familia, Abd al-Rahman I, consiguió llegar a la

Península Ibérica, a la que se le llamará al-Ándalus, donde

fundó un emirato independiente en 756. Se nombró



Carácter pluriétnico.




La conformación de la Península



Ibérica bajo el poder musulmán dará características

interesantes a una región que antes estuvo habitada por

suevos, romanos y visigodos, convertidos al cristianismo

católico desde la conversión del rey Recaredo (quien antes

profesaba el arrianismo). A partir del 711 (en que

Tariq Ibn Ziyad vence a los visigodos en la Batalla de

Guadalete, auxiliado por ejércitos beréberes, que consideraban

que cualquier buen musulmán podía ser califa,

sin necesidad de que tuviera linaje de la familia de Mahoma)

la población se vuelve muy heterogénea.

La religión como el principal elemento diferenciador

entre musulmanes, cristianos y judíos se acompañaba

de diferencias étnicas entre los musulmanes,

que se encontraban formados por distintos grupos tales

como árabes, asentados principalmente en las ciudades;

beréberes (por lo general los campesinos de las zonas

montañosas, hispanos autóctonos, negros, esclavos importados)

y eslavos. Ateniéndonos a criterios económicos

existían diversas categorías sociales: de un lado, la



jassa,



clase social más elevada, representada por la aristocracia



árabe, y de otro, la masa popular urbana o


amma,



de la que formaban parte, sobre todo, muladíes y mozárabes.

En el mundo rural predominaron los aparceros,

los pequeños propietarios vinculados al Estado mediante

el pago de tributos y los campesinos adscritos a la tierra

(Cahen, 1995, p. 222).

Muchos de los pobladores de la península, con la

invasión musulmana adoptaron la categoría de muladíes

(del árabe


muwallad, que significa adoptado), nombre



con el que se conoció a los hispanos convertidos al islam

después de la conquista musulmana de al-Ándalus

o también hijos de matrimonios mixtos que salieron de



32 33



carácter diplomático, gracias al carácter políglota de los

mismos. Además de que las ocupaciones primordiales

de los judíos, el comercio y la medicina, les permitieron

tener un gran acercamiento y hasta participar en altas

esferas del poder en la península.

Una línea de emires omeyas gobernó al-Ándalus

entre 756 y 1031. Desde 929, en que Abd al-Rahman III

tomó el título de califa, constituyeron un califato independiente

de Damasco, con capital en Córdoba, que vivió

momentos de gran esplendor cultural y alcanzó el

predominio territorial en la Península Ibérica, debido a

la debilidad de los nacientes reinos hispano-cristianos.

La tolerancia se explica, en buena medida, porque

la población de la península era más numerosa que

los musulmanes árabes y estos últimos no tenían una

teologización amplia y rigurosa (Cahen, 1995, p. 45).

Con la caída del califato de Córdoba, la anarquía

subsiguiente condujo al inicio de la desintegración del

poder musulmán en al-Ándalus y su atomización en una

serie de pequeños estados denominados reinos de taifas,

posterior a ello, llegan los almorávides, almohades y la

reconquista cristiana.

Al iniciar el siglo XI el trato que recibieron cristianos

y judíos fue diferenciado a lo largo y ancho de la

península, en función de las condiciones históricas que

se presentaron y de la conformación de las estructuras

políticas, siendo mayor el rechazo hacia los mismos al

sur y centro del entonces llamado corredor andalusí, lo

que condujo a un mayor desarrollo del norte de la misma,

que tras la reconquista cristiana se pobló con los expulsados

de otras regiones. Esto propició altos márgenes

de negociación a los reyes cristianos para la repoblación

y reorganización de territorios reconquistados.

a sí mismo emir (príncipe) y no califa (defensor de la fe

islámica) porque no tenían como meta fundamental la

conversión al islam; para él era más conveniente tener

súbditos que les pagaran impuestos.



Por medio de estos pagos, considerados por el musulmán

como significativos del reconocimiento de la alta soberanía

de la comunidad musulmana, los habitantes conservaban

sus propiedades, no pudiendo los árabes establecerse más

que fuera de ellas: a estos pagos se añadían las obligaciones

de fidelidad que no tenían virtualidad más que en el periodo

de conquista albergar a los musulmanes, informarles, no

informar a los enemigos, etcétera y una cláusula, la prohibición

de vestirse al modo árabe. (Cahen, 1995, pp. 17-19)



A la llegada de los musulmanes a muchos pobladores

se les dejó conservar sus tierras, religión y costumbres.

Más que como una muestra de tolerancia como una actitud

de indiferencia, tal es el caso de los muladíes y de los

mozárabes, quienes eran propietarios de las mismas y se

encargaban de su explotación a condición de pagar impuestos

de renta de tierras,


jaray; las tierras que el nuevo



Estado heredaba de los bienes de los antiguos estados o

de los propietarios privados desaparecidos se daban en

propiedad a musulmanes árabes que tenían la posesión

de tales dominios,


Day a (plural diya), pero estas tierras no



se sustraían de ningún modo al poseedor del control de la

administración central (Cahen, 1995, p. 39).

El caso de los judíos era, en buena medida, especial

porque se les consideraba propiedad del califa y

durante mucho tiempo los musulmanes usaron los servicios

de los judíos para administrar el territorio, la recolección

de impuestos y para una serie de actividades de



34 35



ban por ser expulsados. Los judíos que sobrevivieron a

la espada fueron forzados a convertirse públicamente.

Muchas familias judías, entre ellas la de Maimónides,

huyeron a oriente, pero muchas más se refugiaron en el

norte de la península, en territorio cristiano.

Un factor que incide en el inicio de las luchas por

la reconquista es el asesinato de Ramiro I de Aragón a manos

de un musulmán fanático en 1063, a partir del cual se

generan una serie de batallas (Le Goff, 1995, p. 192).

Tras la conquista de Toledo (1085) por Alfonso

VI, los reyes taifas de Sevilla, Granada y Badajoz pidieron

ayuda al dirigente almorávide Yusuf Ibn Tasfin, que

derrotó al monarca castellano en la batalla de Sagrajas

(1086). En el año 1090, los almorávides, con el apoyo

de los juristas malikíes y del pueblo llano, descontentos

de sus soberanos, invadieron al-Ándalus y conquistaron

los diversos reinos taifas: Granada (1090), Sevilla

(1091), Badajoz (1094), Valencia (1102). Granada se

convirtió en la capital de la influencia almorávide.

Los almohades llevaron a cabo la conquista de alÁndalus,

fragmentada de nuevo en reinos de taifas. El

dominio de la península se inició en 1147 con la ocupación

de Sevilla, pero no culminó hasta 1172. En esta

fecha, el segundo califa almohade Yusuf I (1163-1184)

incorporó el reino de Valencia y Murcia, que se había

mantenido independiente bajo la soberanía de Ibn Mardanis,

conocido como el Rey Lobo. Sevilla se convirtió

en la capital andalusí del imperio almohade.

Con la unificación de al-Ándalus, los almohades

intensificaron su ofensiva contra los reinos cristianos. El

gran ataque se produjo en 1195. El califa Yusuf II (1184-

1199) aplastó al ejército castellano dirigido por Alfonso

VIII en la batalla de Alaricos. En los años siguientes, los



Almorávides y almohades.




Antes de concluir el siglo



XI llegaron a la península, procedentes del norte

de África, los almorávides, que unificaron nuevamente

al-Ándalus; pese a esto, Alfonso I de Aragón realizó importantes

conquistas en el valle medio del Ebro, ante

todo Zaragoza (1118). Unos años más tarde, ya con los

almorávides en retirada, el conde de Barcelona, Ramón

Berenguer IV (protagonista de la fusión con el reino de

Aragón), completó la ocupación del valle del Ebro, con

la toma de Tortosa (1148) y Lérida (1149); Alfonso VIII

de Castilla, por su parte, avanzó por la submeseta sur,

conquistando Cuenca (1177).

No obstante, la llegada de los almohades, también

desde el norte de África, en la segunda mitad del siglo

XII, contuvo otra vez a los cristianos. Pero la resonante

victoria alcanzada por una coalición de reyes cristianos

formada por Pedro I de Aragón y Cataluña, Sancho VII

de Navarra y Alfonso VIII de Castilla en las Navas de Tolosa

(1212) no sólo acabó con los almohades sino que

abrió paso a la irrupción de los cristianos en lo que quedaba

de al-Ándalus.

Hasta el siglo XI, la comunidad mozárabe vivió un

periodo de relativa tranquilidad, pero a partir de la llegada

de los almorávides, primero, y de los almohades,

después, pusieron fin a las comunidades judías de al-Ándalus

en 1140, imponiendo ante todo una dictadura militar.

Sus dirigentes, que ejercían un poder absoluto, ostentaron

el título de califas, pero no contaron en ningún

momento con el apoyo popular. Pese a todo, durante

la dominación almohade al-Ándalus vivió una época de

indudable progreso desde el punto de vista económico.

Después, la situación de cristianos y judíos se deterioró,

de tal forma que se convertían, morían o acaba


36



37



almohades dirigieron campañas devastadoras contra las

fronteras de León y de Castilla, defendidas por las órdenes

religiosas militares. La gravedad de la situación

obligó a los reyes cristianos a postergar sus diferencias

internas para hacer un frente común contra los almohades.

En el año 1212 las tropas cristianas destrozaron al

ejército almohade en la batalla de las Navas de Tolosa.

Con esta derrota el poder de los almohades en la península

quedó prácticamente aniquilado.

La confianza que los califas omeyas tenían en los

judíos convirtió a éstos en sujetos de sospecha, dando

como resultado que la presencia judía en la Península

Ibérica estuviera cuestionada, lo que se sumó a los hechos

que producirían su expulsión —en forma definitiva—

en 1492 de Castilla y Aragón, en 1496 de Navarra y

en 1498 de Portugal, acompañada posteriormente con

la expulsión de los últimos musulmanes en 1608.



Cultura.




En el terreno cultural es interesante observar



que Abd al-Rahman I proclamó la independencia de

al-Ándalus, los contactos religiosos y culturales siguieron

vivos, aunque sólo fuera por el precepto islámico de peregrinar

a La Meca, que suponía para los peregrinos un

rico contacto cultural con las ciudades orientales como

Bagdad o El Cairo. Así fue como se introdujo la poesía

árabe en la naciente cultura arábigo-andalusí. Entre los

principales eruditos y recopiladores de esta época destaca

la poesía amorosa de Ibn Abd Rabbihi (860-940) y Abú

al-Qali (901-967), al que se deben estudios sobre poesía

antigua; Ibn Bassam de Santarem (?-1147) realizó la antología

conocida como


Dahira (Tesoro) de gran valor literario



e histórico; otra antología notable es el


Libro de



la esfera de la literatura



, compilado por Said al-Magrabi de



Alcalá la Real. Con el fin de dar esplendor a su emirato independiente,

Abd al-Rahman III, llevó a al-Ándalus a los

artistas más eminentes; quienes crearon escuela y pronto

tuvieron magníficos seguidores autóctonos, como Yahya

al-Hakam al-Bakri (?-864) conocido como Al-Gazal, por

su belleza, quien escribió poesía satírica, y Abd al-Malik

(796-852), que fue el primer historiador andalusí.

Abd Al-Rahman III se rodeó de poetas y eruditos

para conseguir una conciencia nacional y así surgieron

dos escuelas poéticas características, la sevillana, más

proclive a la poesía amorosa y lírica, y la cordobesa,

más intelectual y filosófica. Pero el gran protector de las

artes y las ciencias fue Al Hakam, durante su reinado aparecieron

obras como el


Libro de los huertos, una antología



de poetas arábigo-andalusíes. Es una época de veladas palaciegas

y poetas cortesanos en las que participó Almanzor

y destacó el gran poeta Ibn Hani de Elvira (?-972).

Hay autores judíos importantes como Samuel

ben Nagrela, autor de una imitación del Eclesiastés,

quien muere en 1055, cinco años después muere Bakia

ben Pakuda, también llamado Tomás de Kempis, que escribió



Deberes de los corazones.



Abenhayan, historiador musulmán,



escribió


Al Mactabis sobre historia de España.



Cuando se presentó la descomposición del poderío

omeya surgieron los reinos de taifas; aunque desde

un punto de vista político y militar se debilitaron, en

ellos las letras arábigo-andalusíes alcanzaron un gran desarrollo.

En Sevilla sobresalió al-Mutamid y en Córdoba

Ibn Hazm (944-1064). En 1080 Moisés ben Ezra escribe



El collar de la paloma,



un tratado amoroso que cantó al



amor, la alegría y los placeres y que se difundió por toda

Europa; también escribió un tratado sobre el arte de escribir

denominado


Diálogos y recuerdos. En el periodo de



38 39



estudio hay obras como


Las bellas cualidades de los españoles,



de Aben Bassam.

En el reino de Badajoz se cultivó la investigación

y la historia, y en el de Zaragoza destacó el filósofo Ibn

Sina, así como Avempace, ubicado como Ibn Bagga

(980-1037), quien mostró que la religión islámica poseía

verdades que compartía con el cristianismo. Con los almohades

hubo un nuevo impulso, resurgió el estudio de

la filosofía y en el arte una de las joyas literarias fue la



Giralda de Sevilla



.



Con la llegada de los almorávides, más toscos que

los refinados andalusíes, la literatura cortesana, intelectual

y elitista cede ante otra más popular; a esta época

pertenecen las


moaxajas,6 composiciones líricas en algunas



de las cuales se han encontrado jarchas (Diez Echarri

y Franqueza, 1979, pp. 54-56).


7 Este género fue cultivado



con gran maestría por Ibn Quzmán (1078-1160).

Las grandes figuras de este periodo son Ibn Hafaga

de Alcira (?-1134) e Ibn al-Zaqqah. Los almohades

fueron una potencia religiosa que predicaba la unidad

de Alá desde la pureza del Corán. Con ellos se desarrolló

una literatura filosófica de gran hondura en la que

destacaron figuras como Tufayl de Guadix, autor de


El



viviente hijo del vigilante



—conocido durante la Edad Media



como el Filósofo Autodidacta—; y el gran Ibn Rusd

(1126-1198), al que los escolásticos llamaron Averroes,

e Ibn Arabí de Murcia, figura representativa del sufismo

arábigo-español.

Yehudá Haleví (n. 1085 poeta y filósofo autodidacta

judío) escribe el


Himno a la creación y diversas jaryas



(jarchas), casi a la par Avempace escribió el


Libro del entendimiento



del hombre



. A este personaje, nacido en 1085,



se le considera el primer comentarista de Aristóteles de

esta época (Diez Echarri y Franqueza, 1979, pp. 54-56).

Los judíos tuvieron una amplia participación en la

conformación de la Escuela de Traductores de Toledo,

cuando bajo dominio musulmán el Estado promovió la

traducción de textos clásicos griegos. Se traducen libros

de Avicena, Algazal, Avicebron y otros, primero a lenguas

vulgares, de ahí al latín y, con Alfonso X, el Sabio,

se retraducen al castellano vulgar. Uno de los traductores

judíos destacado de esta época es Juan Hispalesne

(Diez Echarri y Franqueza, 1979, p. 69).

De acuerdo con Le Goff (1995, pp. 243-253), el

siglo XIII representa un auge del estudio y experimentación.

Grandes teólogos aristotélicos le dan un giro a la

relación ciencia-fe, se rescata el pensamiento de grandes

filósofos, entre ellos Averroes (1926-1128), Maimónides

(1135-1204) y Tomás de Aquino (1224-1274). Se

difunde en la península el derecho romano, como se

comprueba en las


Siete partidas, la magna obra del Rey



castellano-leonés Alfonso X, consistente en diversos ordenamientos

para ejercer un gobierno civil, además del

fomento del conocimiento enciclopédico. Libros como



Los doce sabios



y Los diez mandamientos parecen corresponder



al siglo XIII (Diez y Franqueza, 1979, pp. 64-84).

En el periodo comprendido entre los siglos XI

y XIII se consolidan las lenguas romances, como el

castellano, el catalán o el gallego, cuestión que da características

distintas a la población y también hace

necesaria la presencia de los judíos que saben árabe



6


Las moaxajas (muwassahas) se reducen a una composición poética inventada por



el poeta arábigo andalusí Muccadam de Cabra y que termina con una estrofilla

en árabe vulgar o mozárabe.



7


Estrofillas españolas anteriores a toda tradición literaria hispánica conocida, que figuran



al final de las muwassahas (moaxajas) hebraicas o árabes. Jarcha significa salida.

Son en suma versos finales en forma de estribillo, compuestas en dialecto mozárabe.



40 41



en un mundo que no se puede desarabizar, si acaso,

sólo por la guerra.



Instituciones políticas.




En al-Ándalus el poder político



no estaba separado de la religión. Los califas eran la

máxima autoridad terrenal y espiritual.

El ocaso de los almorávides, iniciado en 1140, no se

produjo exclusivamente por factores externos. Su implantación

en al-Ándalus tuvo un carácter eminentemente militar

y fanático en lo religioso que contribuyó a desintegrar

la heterogénea sociedad existente, motivó la emigración

de numerosos mozárabes y judíos hacia tierras cristianas,

provocó el descontento de la población y repercutió negativamente

en el desarrollo de las letras, las ciencias y

la filosofía (Cahen, 1995, p. 128). Aun cuando muchos

autores árabes o mudéjares siguieron trabajando en los

reinos cristianos, su influencia ya se había dejado sentir

en toda Europa (Muñiz, 1995, p. 29).



Factores económicos.




En el periodo de estudio existió



un amplio desarrollo portuario, agrícola y artesanal,

que benefició a la población en su conjunto, en esto contribuyó

la división regional e intrarregional del trabajo,

con la conformación y consolidación de ciudades que

surgen entre los siglos XI y XIII, en los diferentes reinos

confederados de la Corona de Aragón.

Con el paso del feudalismo al capitalismo surgieron

nuevas formas de organización económica como los

gremios, las cofradías y organizaciones de trabajadores

portuarios como la


Consollat del Mar. En la zona oriental



de la península surgieron tres núcleos de resistencia. En

los Pirineos occidentales nació el reino de Pamplona, que

se expandió hacia el valle del Ebro en los inicios del siglo

X. En los Pirineos centrales se constituyó el condado de

Aragón. El más oriental de dichos núcleos era la Marca

Hispánica, fruto de la colaboración entre los naturales de

aquel territorio y los reyes francos. La Marca estaba integrada

por diversos condados, de los cuales el más importante

era el de Barcelona, en donde destacó, a finales del

siglo IX, Vifredo, el Velloso


. Un siglo después se rompieron



prácticamente los vínculos de los Condes de la Marca

con los reyes francos, acontecimiento que ha sido considerado

como el acta de nacimiento de Cataluña.

Al norte de la península se habían ido formando pequeños

estados cristianos (León, Castilla, Navarra, Aragón,

Barcelona, etcétera). En donde a los judíos se les asignó

un barrio como parte de las estrategias de repoblación que

facilitaron el ascenso de los mismos en la escala del poder.

El surgimiento de las ciudades implicó una modificación

de relaciones políticas y sociales en su conjunto, algunos de

los antiguos siervos se convirtieron en nobles.


8



Reconquista cristiana.




La división entre los musulmanes



los hizo fácil presa de ataques que fueron motivados

a la voz de “Dios lo quiere” del Papa Gregorio VII en

el siglo XI, que organiza las cruzadas en principio para

la recuperación de Jerusalén como sede del cristianismo

y simultáneamente para expulsar a los musulmanes de

toda Hispania.

La parte occidental tuvo los avances más espectaculares

llevados a cabo por Alfonso VI, rey de Castilla y León

(titulación surgida en el siglo XI), quien ocupó Toledo

(1085) y otras localidades del valle del Tajo, al tiempo que

impulsó la repoblación de la Extremadura, es decir, el territorio

situado entre el Duero y el sistema central. En la

zona oriental, los reyes de Aragón (también el antiguo



8


Sobre todo el oficio de herrero tuvo una enorme importancia porque pasar de



las construcciones de madera a las de piedra también tuvo un impacto político y

social trascendente.



42 43



sulmanes (no así con los campesinos), mientras que los

judíos recibieron el mismo trato que los cristianos; las

diferencias no obstante se fueron estableciendo cuando

se especializaron las actividades económicas, así “un aspecto

que se puso en vigor en España en el siglo XIII es

la prohibición de cobrar interés entre cristianos y sólo

desde entonces el préstamo a interés pasó a ser una especialidad

judía” (Baer, 1981, pp. 91, 131,132).

Según Tedeschi (1992), la invasión musulmana

llevó la paz para los hispanojudíos, quienes ocuparon

importantes cargos como hombres de Estado, médicos,

banqueros, teólogos, poetas o investigadores. El mismo

autor considera que a partir del siglo XIII los judíos, no

sólo de al-Ándalus sino de Europa en general, son degradados

y obligados a vivir en áreas especiales, llamadas

juderías, sin gozar de libertad de movimiento.

Sin embargo, los repartos de tierras y concesiones

comerciales, así como el enorme poderío que tuvieron

en materia portuaria, comercial y diplomática, expresan

una tolerancia relativa hacia los judíos en la época de

estudio, pues si bien eran considerados parte de la propiedad

del Rey, como se demostrará en capítulos posteriores,

también eran excelentes aliados en los objetivos

de expansión territorial de las luchas de la cristiandad.

En este periodo existieron diversos procesos de

concertación de acuerdos, pues si bien la reconquista hacía

a los cristianos dueños


legales de la propiedad por la ley



de las armas, la negociación los hacía propietarios legítimos

en la medida en que eran reconocidos sobre la base

de sustentar las relaciones de repoblamiento y de oportunidades

de desarrollo de las comunidades, con bases

distintas de trato bajo los marcos de la tolerancia relativa,

cuestión que se observa en los siguientes apartados.

condado se hizo reino en el siglo XI) conquistaron, a fines

del siglo XI, Huesca y Barbastro, y los Condes de Barcelona

extendieron sus territorios hasta Tarragona. Las alianzas

de los reinos cristianos de León y Castilla representaron

una alianza entre las coronas y la Iglesia, que infundió a la

lucha un amplio espíritu de cruzada, primero en contra de

los musulmanes, luego, con el paso del tiempo, también

abarcó a los judíos (De la Cierva, 1998, p. 273).

A mediados del siglo XIII había en la parte cristiana

dos grandes núcleos políticos: en la zona oriental los

reinos de Castilla y León, unificados desde 1230, y en la

oriental el bloque integrado por el reino de Aragón y el

condado de Barcelona.



Repoblamiento.




En el norte de la península, los reyes



de Castilla y Aragón tenían dificultades para encontrar

voluntarios dispuestos a repoblar los territorios conquistados

a lo largo del siglo, por lo que fue necesario

que los monarcas adoptaran políticas atractivas para poblar

sus territorios con los expulsados de otras regiones,

por ello ofrecieron grandes ventajas a cristianos, judíos y

también a los musulmanes que se rindieron.

Llegaban como comunidades, no como ciudadanos

individuales de un Estado común a todos. El bien

común se constituía de alguna manera con las cabezas

organizativas de las mismas. De tal forma que se nombraba

una autoridad única para entenderse con la comunidad

judía de un reino específico, denominada aljama,

que pagaba al tesoro real sus impuestos especiales y se

encargaba de recolectar los impuestos de cristianos, y

musulmanes, gozando, en gran medida de autonomía

administrativa y judicial.

Por regla general, el conquistador cristiano siguió

una política de expropiación respecto de los nobles mu


45



Poder político en Aragón



Localizar los elementos




en el espacio físico, político, normativo



y social hace posible establecer líneas de estudio

que muestran tintes de relativa tolerancia, entendida

ésta como la coexistencia pacífica de los tres credos religiosos

que nos ocupan, y el papel asumido por parte del

Rey de Aragón en dicho proceso.



Aspectos geográficos.




El reino de Aragón llegó a



constituirse con cerca de un tercio del territorio peninsular,

con las siguientes colindancias: al norte con Francia,

al sur con Granada, al oeste con Castilla y Navarra

y al este se extendió por todo el Mediterráneo por las

Islas Baleares, Cerdeña y Sicilia; llegó a abarcar más de

la mitad de la península itálica, extendiéndose incluso

hasta los ducados de Atenas y Neopatría, aun cuando en

algunos lugares su influencia fue temporal. Todo esto lo

logró de 1232 a 1443.



Topografía.




La diversidad de cambios topográficos,



según la lejanía de las montañas, genera regiones

propicias para el cultivo de la vid, el olivo y la crianza de

ganado. En la zona nororiente, hay clima mediterráneo,

salvo en las zonas montañosas que es continental.



Producción.




La existencia de viñedos hace de la



producción vitivinícola una de las principales fuentes de



46 47



ingresos que desde el periodo en estudio hasta hoy existe,

al igual que la cría de ganado, de quesos y el cultivo

del olivo, principalmente.



Comercio.




El comercio y la guerra se combinaron,



aun antes cuando Ramón Berenguer III en 1104 concedió

a cuatro judíos barceloneses el monopolio del

transporte marítimo, partiendo de la idea de que con

el dominio del mismo se pudieran cobrar los rescates

de cautivos sarracenos a la España musulmana (De la

Cierva, 1998, p. 53).

Barcelona es una de las ciudades más importantes

y la sede del poder político del reino de Aragón; por su

situación económica y ubicación estratégica en la nueva

organización de la sociedad, al igual que Valencia y Sevilla,

generó una poderosa burguesía mercantil (De la

Cierva, 1998, p. 273).



Desarrollo marítimo.




En el siglo XIII toda Cataluña



alcanza un dinamismo admirable de prosperidad,

especialmente en la ciudad de Barcelona, y desde que

cae en manos cristianas, durante el siglo XIII, se observa

también en Valencia. A lo que se suma el contacto y conquista

de las Islas Baleares y de buena parte del Mediterráneo

que van a perfilar a Cataluña como un polo de

desarrollo portuario, comercial y de servicios.

La Corona de Aragón conoce una época de plenitud,

producto de la expansión del Mediterráneo central

y oriental en las expediciones aragonesas y la creación de

un auténtico imperio naval en el


Mare Nostrum. Lo anterior



llevó a la necesidad de instrumentar un comportamiento

político en el que desarrollaron formas nuevas de

participación para la organización de estructuras administrativas

y políticas, retomando experiencias pasadas como

los


Usatges, diseñados por Ramón de Berenguer II.



El terreno comercial marítimo.




A pesar de las dificultades



de infraestructura de los puertos, la base organizativa

de la actividad marítima se apoya en dos instituciones

diferentes:

1. Los cónsules de ultramar como representantes de

poder, con la función de velar por los intereses

generales del comercio catalán, que llegaron a ser

unos 70.

2. El


Consolat del Mar como agrupación de comerciantes



y armadores de Barcelona que velaban por la

conservación y reglamentación de su puerto y de

su ribera. Esta institución fue creada por Jaime I en

1257. El


Consolat del Mar existía en los principales



puertos de la metrópoli (Busquets, 1992, p. 42).

El comercio marítimo tuvo un gran impulso del

siglo XI al XIII, haciendo posible el desarrollo portuario.

Los Condes y el rey Jaime I explotaron la ubicación

geopolítica desde Gerona hasta Valencia, valiéndose de la

experiencia guerrera para las luchas de reconquista en el

mar Mediterráneo y después de los conocimientos que los

judíos tenían en materia de comercio y administración

para el asentamiento de puertos y de las necesidades de

expansión de una burguesía cristiana naciente.



Estructura política.




La Corona de Aragón se constituyó



en 1137 con la unión del reino de Aragón y del

condado de Barcelona, con el matrimonio de Petronila

y Ramón Berenguer IV en 1150. Los Condes de Barcelona

conquistaron Huesca y Barbastro y extendieron sus

territorios hasta Tarragona para, en 1148-1149, tomar

Tortosa y Lérida, respectivamente. Su hijo Alfonso II amplió

el poder sobre los territorios de Aragón y Cataluña,



48 49



manteniendo la autonomía de cada reino, con relación

a sus normas jurídicas e instituciones políticas, preservando

su independencia.



El fuero juzgo (que consistió en una forma de organizar

el poder para dar participación a los grupos de poder reexistentes

en la toma de decisiones importantes para los

reinados, condados, ducados o marquesados) pervivió intensamente

en Aragón y Cataluña hasta que se impuso en

ésta el Código de los


Usatges… Es entonces cuando las autoridades



políticas catalanas reconocen a los judíos como

un grupo social definido, lo cual tiene su apropiado reflejo

en el primer código legal de Cataluña,


Els Usatges de la Cort



de Barcelona. (Lacave, 1992, p. 19)



Éste se define como “sistema de derecho con predominio

territorial promulgado por el Conde de Barcelona

Ramón Berenguer I, entre 1064 y 1069 con un

profundo arraigo popular” (De la Cierva, 1998, p. 272).



Factor político en el siglo XIII.




El trato hacia los



judíos, de parte de los reyes cristianos fue diferente al

que dio a los musulmanes, como se ha expuesto en el

presente trabajo, porque con los judíos se mantuvieron

relaciones fundamentalmente económicas y, en algunas

ocasiones, éstos financiaron a los reyes, entre otras empresas,

en las cruzadas a cambio de múltiples privilegios.

A pesar de ello, se les expulsó una vez consolidado el

cristianismo y el poder civil en 1492, después de múltiples

presiones.

El poder judicial aragonés se articuló en torno a

una institución de suma originalidad: el Justicia “es una

figura masculina que tenía la facultad de juzgar asuntos

de una localidad en el reino de Aragón” (Le Goff, 1995,

p. 198), que surge en el siglo XII, y que actúa en situaciones

de anormalidad jurídica o “contrafuero”, y en las

cartas pueblas (especie de leyes y reglamentos sobre el

trato comercial y jurídico que se debería de dar, sobre

todo en la relación de cristianos con judíos y, en menor

medida, con musulmanes).

La administración del territorio encomendado a la

autoridad de los Condes en Cataluña se encargaba a una

jerarquía encabezada por los


viguiers y los batles (bailíos),



muy distinta de la que regía en los reinos occidentales.

La institución municipal es más jerárquica y menos autónoma

que en León y Castilla. Los Condes de Barcelona

se distinguieron como grandes repobladores que favorecieron

la nueva colonización con beneficios fiscales muy

generosos. La economía era como la castellana, de base

agrícola y se permitió que numerosos musulmanes permanecieran

en los campos conquistados con la condición

de que ningún musulmán tuviera autoridad sobre

los judíos.

Al mismo tiempo existía, fuera de las Cortes, un

poder especial para la administración de las comunidades

judías con sede en los denominados


calls.9 Esta



ramificación administrativa servía también para el control

de las comunidades judías, musulmanas y cristianas.

Recaía, generalmente, en manos de los judíos que eran

nombrados bailíos y funcionaban como representantes

del Rey en las delimitaciones territoriales que les asignaban;

esta labor se fortalecía por los constantes viajes de

los mandatarios y sus Cortes por todo el territorio que

estaba bajo dominio real.



9


Especie de barrios de judíos que fueron ubicados en las proximidades del palacio



real o incluso como anexos al mismo reino.



50 51



Con lo anterior se reafirma que el grado de tolerancia

relativa hacia el judío estaba relacionada, por un lado, con el

hecho de que el Rey lo necesitaba para la administración de

los territorios e interpretación de la lengua árabe, por otro,

el judío requería garantizar su seguridad física, por su doble

papel de administrador-recaudador y comerciante, pues

la cercanía con el Rey le permitía estrechar sus relaciones y

tener mayores márgenes de negociación, tanto de sus condiciones

de vida y de trabajo, como de la de sus comunidades.

Para regular estas relaciones al interior del reino

de Aragón se desarrollan instituciones políticas como el

Consejo de los Cien Jurados con personas de todos los

estamentos sociales, excepto militares. El rey Jaime I dictó

sendas disposiciones en 1249 y 1265 para poner en

marcha este sistema organizativo. Cada año, de los 100

jurados cinco eran electos para gobernar una ciudad

con la ayuda de un consejo permanente de 30 miembros

denominado


Trentanari. Este sistema rige para Barcelona



y su entorno desde 1249.



En Cataluña gozaban de un poder legislativo más decisivo

que en otros parlamentos y tenían un organismo ejecutivo

—Diputación General o Generalitat— que ha sido

adaptado, durante la segunda república,


10 en el proceso



de la transición


incompleta a la democracia. (De la Cierva,



1998, pp. 272-273)



Las formas políticas adoptadas perfilaron un poder

legislativo que servía de equilibrio entre el poder

real y las Cortes de los diferentes reinos que conservaron

su autonomía.

A pesar de lo anterior, en el siglo XIII, el carácter

político también estaba configurando una entidad diferente

a la de la Hispania en su conjunto,



Al Rey no le está permitido decir “el Estado soy yo” el Estado

está por encima de él... la nueva noción del reino

lleva consigo una independencia, una soberanía absoluta

“franquicia real” que implica la idea de inalienabilidad del

territorio y de los derechos del reino y entre estos derechos

estaban los judíos como propiedad no precisamente

del Rey, en sí mismo, sino del reino. Este principio de inalienabilidad

fue especialmente reafirmado en Aragón a lo

largo del siglo XIII (lo mismo en Aragón que en Castilla) e

Inglaterra. (Le Goff, 1995, p. 212)



Estrategias militares.




La Corona de Aragón se propuso



luchar hacia el sur contra los musulmanes y hacia el

norte, en Occitania (las regiones del actual sur de Francia,

limítrofes con Cataluña), contra los francos, pero

la derrota y muerte de Pedro II en la batalla de Muret

(1213), ante los cruzados franceses que dirigía Simón IV,

señor de Montfort, hicieron que la Corona de Aragón

abandonara el interés en la expansión hacia Occitania.

Más tarde, firmó tratados de reparto con Castilla (como

el de Cazaroa, de 1179, o el de Almizra, de 1244) en que

se le asignó dirigir sus luchas hacia determinadas tierras



10


La década de los años 30 del siglo XX, fue para España una de las más agitadas de su



historia contemporánea. Comenzó con una dictadura militar, dirigida por el general

Miguel Primo de Rivera, y terminó con el inicio de otra dictadura, mucho más larga

y dura, que mantuvo durante 40 años una división radical de la sociedad española

personificada en Francisco Franco. Entre ambas dictaduras se desarrolló primero la

experiencia democrática más avanzada de la contemporaneidad española y después

la más cruenta Guerra Civil que este país tuvo en los últimos siglos. La II República

significó la equiparación constitucional con las potencias democráticas europeas; y la

posterior contienda fratricida, con una amplia participación internacional, significó

la primera etapa de la guerra mundial que estallaría a su término (Sabanet, s. f.).



52 53



de al-Ándalus con un gran éxito para Jaime I, el Conquistador,

quien protagonizó la conquista de Mallorca y

de otras islas del archipiélago balear, así como del reino

de Valencia.

En el caso de las Islas Baleares, la iniciativa y la

posterior actividad repobladora recayeron básicamente

en los catalanes. La ocupación y repoblación del reino

de Valencia fue una tarea conjunta de aragoneses y catalanes.

También intervino Jaime I en el reino de Murcia,

territorio finalmente cedido a Castilla.



Situación social de la población.




Para poblar los lugares



conquistados se invitó a quienes estaban huyendo de

la conversión forzosa, a la gente que escapaba del sistema

feudal y conseguía una libertad personal del dominio

musulmán en el sur de la Península Ibérica y del sur de

lo que hoy es Francia, quienes encontraban refugio y una

cierta autonomía jurídica. Además, su participación en el

sistema de impuestos les permitía, en gran medida, disfrutar

y asegurar las obras de utilidad pública, porque los reyes

invertían en éstas, sobre todo para la defensa frente al

invasor. Las condiciones en que se establecían se fijaban

a través de negociaciones colectivas o individuales (Baer,

1981, p. 91 y Busquets, 1992, p. 132).


.



La población se conformó básicamente por habitantes

que profesaban tres credos religiosos: cristianos,

judíos y musulmanes. Los primeros se regían a través de

una estructura municipal y básicamente por el derecho

romano, los segundos se regían por los preceptos del

Talmud y la Torá, mientras que los últimos seguían las

leyes del Corán, con todas las salvedades que pudieran

darse en las variables de la vida de pueblos alejados de

los centros de decisión de los mismos. Como parte de un

Estado confederado, en las diferentes ciudades conservaban

su autonomía, aunque los derechos patrimoniales

del reino estaban en manos de la Corona.

El estatus jurídico de las tres culturas impedía que

vivieran juntos. Los gobernantes se esforzaban en tener

separados a los judíos del resto de la población, por fines

religiosos, pero también por cuestiones de carácter

político-estratégico y económico, porque de alguna manera

constituían un escudo a cualquier ataque al castillo

del Rey.

Por otro lado, a los judíos se les consideraba propiedad

del Rey, el agredirlos implicaba atacar al Rey. En

raras excepciones eran entregados como recompensa a

los que habían colaborado en las guerras, como las órdenes

militares de los Caballeros Hospitalarios y Caballeros

Templarios en el siglo XII, sobre todo en Aragón, por

haber ayudado a los Condes de Barcelona y a los reyes

de Aragón en la reconquista.

Los Caballeros Templarios emplearon judíos en su

administración financiera, también los recibieron como

recompensa: “el Maestre de Lérida entregó a varios judíos

en régimen de aparcería perpetua tierras cuyos dueños

árabes habían sido expulsados” (Baer, 1981, pp. 99,155).

Los judíos pertenecían por ley a los señores del

país, los reyes y príncipes. De hecho, ellos antes habían

estado protegidos por los musulmanes de la dinastía omeya.

Durante la reconquista, el fuero de Teruel en 1176 sirvió

de modelo a otras ciudades para que los judíos fueran

considerados como pertenecientes al tesoro real.

En el siglo XIII se constituyen las primeras aljamas

en Barcelona, Gerona, Lérida y Tortosa.



Constituían un estadio de organización, e implicaban que

la judería disponía de las instituciones necesarias para lle


54



55



díos— (Beinart, 1996, p. 49), casos similares sucedieron

en Menorca, isla en la que los musulmanes recibieron a

Jaime I como rey (1232).



Relaciones entre religiones.




La situación económica



y el papel estratégico de los judíos en la conformación

del reino generaron la antipatía de los cristianos, sobre

todo de las Cortes, que se encubrió con motivos religiosos

y sirvió a ciertos sectores de la Iglesia y de las órdenes

mendicantes para azuzar a la gente en contra de ellos, lo

que produjo la existencia de una gran hostilidad, debida

a su carácter de recaudadores de impuestos, al grado de

acercamiento que tenían con los reyes y a su capacidad

administrativa y diplomática. Eso los convirtió, automáticamente,

en foco de envidia de las Cortes, conformadas

por Condes, Duques y Marqueses que tenían méritos de

guerra pero carecían, en gran parte, de los conocimientos

y experiencia de los judíos.



Urbanización del reino de Aragón.




El diseño de las



ciudades cristianas tenía que considerar la separación de

las comunidades cristiana, musulmana y judía. Se basó en

proteger a los judíos, porque estaban bajo salvaguarda del

monarca. Por ello, a las juderías se les ubicó a un lado

de la iglesia, dentro o a un lado del palacio real. Tal es el

caso de Aragón, Castilla y León, donde por orden de los

monarcas los judíos vivían en el interior de los castillos o

zonas fortificadas, que solían tener puertas que los cerraban,

aunque en principio nada impedía la libre circulación.

Y, por sus características, estaban acostumbrados a

vivir bajo sus propias reglas y en barrios propios.

No obstante, eso no los eximía de muchos abusos

de autoridad por parte de los que llegaban a cobrar los

impuestos de la aljama o cuando en las juderías se buscaba

a los ladrones y se castigaba a los que supuestamente



var una vida judía, tales como Sinagoga, Rabino y auxiliares

de Sinagoga, cementerio propio, miqwé (baño ritual),

Talmud, Torá (escuela religiosa), carnicería propia, horno

propio y hospital para pobres. Pero además disponía de

un sistema de gobierno superiormente organizado. Y en

ese sentido la aljama era equivalente al ayuntamiento entre

los cristianos [mediante ellas, a los judíos se les reconoce

como un grupo social definido y contemplado en el primer

Código Legal de Cataluña


Els Usatges de la Cort de Barcelona].



(Lacave, 1992, pp. 10,19)



Ocupaciones principales.




Cristianos y musulmanes



se dedicaron a la agricultura, y la cría de ganado; las actividades

predominantes de los judíos de la región fueron

el comercio y las actividades portuarias. Los judíos,

de alguna manera, también concentraron el poder económico

junto con la incipiente burguesía cristiana de

aquel momento.



Los gremios cristianos.




A diferencia de Aragón, el



sistema gremial se desarrolló más en Castilla, León y Galicia,

donde influyen mucho más en la vida municipal. El

poder creciente de las cofradías suscita el recelo de las

autoridades de los reyes de la Corona de Aragón.

Judíos, cristianos y musulmanes encontraban, cada

cual a su manera, posibilidades de mayor o menor desarrollo,

con base en la especialización del trabajo en la que

el carácter cerrado de los gremios daba una influencia

específica por área (De la Cierva, 1998, p. 273).

En Valencia la mayor parte de la población musulmana

se quedó en el lugar donde había habitado hasta

entonces y durante mucho tiempo siguió constituyendo

la mayoría de la población de ese lugar —un reino cruzado

habitado por musulmanes y administrado por ju


56



57



los estaban protegiendo (Beinart, 1996, p. 12). En términos

generales, se protegía a los judíos pero también se

les impedía tener propiedades; estuvieron sometidos a

actitudes ambivalentes (De los Ríos, 1986, p. 103).



Aspecto de las casas.




Con Jaime I, a finales del siglo



XIII se crearon las divisiones territoriales denominadas



viguiers



(comarcas para los catalanes), que debieron mantenerse



hasta la imposición de los corregimientos en el

periodo de Felipe V (Busquets, 1992, p. 209).

Al respetar la vida de muchos musulmanes en las

principales regiones portuarias del reino, destacan Valencia

y Mallorca, aunque en muchos casos se les destinaron

zonas especiales de residencia como los


arrabales.



Por regla general, el barrio judío consistía en un conjunto

de calles estrechas, callejuelas y callejones sin salida, de

aspecto mísero y poco agradable; así eran también las morerías

o barrios de moros en las ciudades cristianas. En ese

conjunto solía haber una “calle mayor de la judería” y “una

plaza de la judería” o “de la sinagoga”, agrupándose a su

alrededor la serie de callejuelas o callejones... El edificio

principal era la sinagoga. Por parte judía estos edificios no

requerían nada especial en su arquitectura. Sin embargo,

dado que ellos vivían muy cerca del Castillo o a veces dentro

de él, se observa que el Rey Jaime I se preocupó por

mandar construir, un ejemplo lo es el proyecto del trazado

con plaza central de Villarreal en 1274, encargando al ingeniero

Nicolasa —originario de la costa de Liguria. (Lacave,

1992, p. 48)



Entonces, se concluye de este apartado que las

diferentes circunstancias sociales influyeron en la formación

de las ciudades, cuyas características específicas

urbanas eran determinadas por la necesidad de relación

que exigían las actividades económicas y políticas. La

forma de habitar los espacios contribuía, con relativa tolerancia,

a la convivencia entre la población que profesaba

las tres religiones.



59



Jaime I de Aragón. Antecedentes



La personalidad de Jaime I




es digna de analizar por parte



de los teóricos de los partidos políticos: para ello conviene

observar una serie de hechos que tienen que ver con

la necesidad de instrumentar una tolerancia relativa en

las relaciones de poder entre el Estado y las diferentes

fuerzas políticas y sociales, teniendo como base fundamental

la negociación, que hace posible, en gran medida,

reducir los márgenes de inestabilidad, una vez que se

reconquistaban reinos a través de las cruzadas.

Aquí se describen los antecedentes y hechos de

la vida de Jaime I, que permiten explorar la existencia

de una tolerancia, entendida ésta como el respeto a la

existencia de otras religiones y autonomía de las poblaciones

que practicaban alguno de los tres monoteísmos.

Cuestión que no era sencilla porque Jaime I tuvo como

confesor a un integrante de la recién llegada orden de

los dominicos (conocidos como los perros de Dios) al

reino de Aragón, quien sería general de dicha orden,

inquisidor, formador de inquisidores, maestro de teóricos

importantes como Ramón Martí y Raimundo Lulio,

consejero de Humberto de Romans y muy allegado a diferentes

papas, heredando con ello todo el peso de una

fuerte influencia eclesiástica de origen franco.



60 61



Por otro lado, el padre de Jaime I, Pedro II el Católico,

moriría en una cruzada, hecho que también marcaría

al Rey y a varias generaciones posteriores, además

de que su predecesora, María de Montpellier y Comnema,

le había heredado sangre francesa, por vía materna

y por haber nacido en Montpellier.



Influencia de Raimundo de Peñafort.




Siguiendo la



misma tónica se llega hasta el momento en que el padre

de Jaime I, Pedro II, muere en una cruzada, predicada

por Domingo de Guzmán, contra los albigenses (Le

Goff, 1995, p. 237) y queda huérfano a temprana edad.

Desde entonces hereda el reino, el espíritu guerrero y la

fe. Jaime I, descendiente de franco-españoles, vivió rodeado

de un ambiente caballeresco, su vida giró en torno

a la guerra y al espíritu religioso, vivió escuchando relatos

de una serie de luchas; fue imbuido en el culto al honor

de quienes morían por la fe. Al mismo tiempo recibe un

reino debilitado por la derrota de Pedro II, en que perdió

gran parte del territorio franco. El ambiente en que se

desarrolló durante su infancia era más militar que intelectual,

a través de sus conquistas duplicó lo heredado y

fue Rey durante 53 años.

Es necesario considerar que las condiciones económicas,

políticas, sociales y de desarrollo de la acumulación

originaria del capital, que enfrentó Jaime I en la

Corona de Aragón, muestran a un hombre que, en muchos

aspectos, no se dejó dominar por el poder papal y,

en algún momento, trató de frenar las acciones desmedidas

de las órdenes mendicantes, sobre todo de la orden

de los dominicos, pese a tener tan cerca la influencia de

la corriente cisterciense parisina.

La actitud de Jaime I fue ambivalente, defendió a

la población bajo criterios utilitarios, pues en la medida

en que judíos y musulmanes eran parte funcional del

motor de la economía en materia de agricultura, artesanía,

comercio, desarrollo portuario y relaciones exteriores,

éstos fueron respetados y hasta formaron parte

de su corte o tuvieron su representación, pero también

fue cediendo a las presiones de las Cortes y el clero; lo

que condujo a la inclusión de miembros prominentes de

las órdenes mendicantes y de la nobleza a las esferas del

poder y con ello a la expansión de la Iglesia católica en

toda la península.

Los orígenes de la reconquista se remontan a batallas

como las de Covadonga, ganada por el rey Pelayo

(718), la de Poitiers, por Carlos Martell (732), y la de Ludovico

Pío en el siglo VIII, donde luchan contra los árabes

musulmanes de la región y establecen la Marca Hispánica

que dura hasta el año 801, cuando Almanzor invade (985).

Posterior a ello se da lugar al Condado de Borrell que se

independiza del reino carolingio en 988. Pero la verdadera

avanzada se inicia en 1035 cuando Fernando I se convierte

en el primer Conde-Rey de Castilla (Anónimo, 1995, p. 4).

En esa época, la península llega a un gran esplendor; ya se

perfilan dos reinos en España, el de Castilla y Aragón.



Monarquías con tintes hereditarios.




Fernando I pasa



de Conde a Rey, a partir de ese momento se instaura

la monarquía; después de diversos triunfos, Fernando I

decide partir su reino y heredarlo entre sus cinco hijos:

Sancho II, Alfonso VI, García, Urraca y Elvira, dejándoles

Castilla, León, Galicia, Zamora y Toro, respectivamente.



Guerras familiares.




La forma de heredar deja a Sancho



II inconforme con el reparto, por lo que emprende

la guerra contra los hermanos y los vence a todos, pero

es asesinado por un emisario de Urraca y el reino queda

en manos de Alfonso VI.



62 63

Enlaces matrimoniales.




Alfonso VI se allega de caballeros



como el Cid Campeador, que por su arrojo, descrito

en obras literarias (Anónimo, 1991, pp. 217, 219, 279)

logra varios triunfos e incluso llega a emparentar con la

realeza a través de la boda con Jimena Díaz, prima del rey

Alfonso VI, en el año 1074. No obstante que durante esa

época convulsa Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador,

había matado al padre de la que sería su esposa.

El Cid y Jimena llegaron a ser reyes de Valencia

y una de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar se casa con

Ramón de Berenguer III (los Condes de Berenguer fueron,

tradicionalmente, Condes de Barcelona y son los

antecesores de Jaime I), obteniendo los condados de

Besalú y Cerdeña en la península y el de Provenza, que

llegaba hasta Niza, en Francia. Varias bodas de este tipo

sirvieron para conformar el reino de Aragón, sobre todo

entre los descendientes de Ramón de Berenguer IV, este

último se casó con la hija de Ramiro II, Petronila, con lo

que se unieron los reinos de Cataluña y Aragón. Ya desde

Ramón de Berenguer I, Cataluña había adquirido los

condados de Tolosa, Cascarona, Manerbes, Saber, Narbona

y Foix. El Cid es un ejemplo claro de cómo los

caballeros llegan a formar parte de la nobleza; muestra

que las recompensas muchas veces iban más allá de

las dotaciones de territorio, llegando a que los generales

fueran investidos como Duques y a los Coroneles

se les asignara la distinción de Condes.



Estados confederados.




El Rey, desde pequeño, tenía



la necesidad de conservar el reino y el cuidado de las

comarcas; aunque contaba con las Cortes, era necesaria

la transformación, ante todo por el carácter expansionista

que imponía la dinámica de los estados monárquicos

vecinos (León y Castilla, en Hispania, y los vecinos de la

franja de los Pirineos). Por lo que desarrolla, con ayuda

de las Cortes, una serie de instituciones administrativas,

que servirán de base posteriormente a los Estados nacionales.

Constituyó un reino confederado, cuestión que

las mismas circunstancias demandaban, dado el enorme

poderío económico, sobre todo marítimo de la región y

la existencia de unidades diversas que, en un ambiente

de guerra, era muy difícil centralizar, porque los feudos

no terminaban de disminuir su gran peso.

Cada reino conquistado funcionaba de manera

autónoma y al interior de los condados o reinos por cada

tipo de confesión religiosa tenían su propia administración

(Baer, 1981, pp. 165,169). Eso era propiciado por el gobierno

“se decía que el judío que se convirtiera la islamismo o el

musulmán que judaizara serían condenados a servidumbre

perpetua”.


. En muchos de los casos, tenían como cabeza



administrativa a los judíos, quienes contaban con experiencia

administrativa y podían garantizar fidelidad, en función

del contrapeso que hacían entre cristianos y musulmanes

(Baer, 1981, pp. 94, 162, 164 y 242).

En su juventud, Jaime I se rodeó de consejeros,

en su mayoría judíos, sobre todo para la conducción de

la administración de los territorios conquistados, el comercio

interior y marítimo, además de la relación con

los reinos musulmanes del sur de la Península Ibérica,

de África y parte de Asia. A ellos les permitió ejercer cargos

públicos, diversos oficios tales como la medicina, el

comercio y la usura regulada (limitando a 20% de los

sueldos las ganancias anuales de los judíos).

Por otra parte, respetó la vida de los musulmanes

dedicados a la agricultura y algunos oficios, a quienes se

les llamó mudéjares, derivado del término


mudayyan que



significa “tributario” con matiz de manso, domesticado



64 65



(Montgomery, 1992, p. 162 y Baer, 1981, p. 159). Les

permitió conservar su religión, leyes y costumbres además

de darles libertad de seguir ejerciendo sus oficios,

aunque les impidió detentar cargos superiores. Todo a

cambio de sumisión y pago de impuestos.



El dilema.




En el terreno religioso, el Rey se encuentra



ante una permanente presión por parte de la Iglesia

católica que pretendía incrementar su influencia sobre

toda la población del reino. Fue partícipe del despunte del

cristianismo que, en miras a su consolidación, tenía una

lucha a muerte contra las herejías, que no tardaría en alcanzar

a los judíos y, posterior a su muerte, obviamente a

los musulmanes, que durante su reinado aún pudieron habitar

el reino (Baer, 1981, p. 180). El Conquistador estaba

en un permanente dilema. Por un lado, tenía en los judíos

el mejor auxilio para la repoblación, la administración, las

relaciones con los árabes musulmanes, el comercio y el crecimiento

intelectual y por otro enfrentaba a su confesor

Raimundo de Peñafort, quien además de intelectual, buen

conocedor de la región catalana aragonesa, impulsor del

estudio de lenguas, poseía excelentes relaciones con el papado

y había sido general de la Orden de los Dominicos,

por lo que trataba, con bastante éxito, de influir en el Rey

para aplicar las disposiciones papales en el reino de Aragón

que iban, en muchos de los casos, en contra de judíos y

musulmanes (Baer, 1981, pp. 180, 182, 191, 193).

En su reino se sentaron las bases, entre otras cosas,

para el impulso del comercio, la instauración y aprovechamiento

de rutas comerciales del Mediterráneo que

con el paso del tiempo llegan hasta Atenas, acompañadas

de un despunte del cristianismo, influido, en gran

parte, por la cercanía de los francos y en concreto con

Langueduc (Baer, 1981, p. 164).

Bajo su reinado la diversidad de idiosincrasias

provocó la necesidad de impulsar el estudio de lenguas

y de instrumentar una estrategia de conversión, con miras

al establecimiento de un incremento de población

cristiana, impulsada fundamentalmente por los papas

Inocencio III y Gregorio IX (Domingo y Larcala, 1998,

pp. 316-330).

La política económica se realizó en torno a la

guerra, el comercio y la agricultura, fundamentalmente

vitivinícola y de granos, así como el pastoreo cuya actividad

recaía en cristianos y musulmanes. Las artesanías

estaban en manos de los gremios y las cofradías.

Actividades como el comercio, el desarrollo portuario

y la actividad agrícola y ganadera permiten la existencia

de una serie de encuentros y desencuentros entre

judíos, cristianos y musulmanes, en toda la cuenca del

Mediterráneo, sin precedentes.

La recaudación de impuestos, la administración

portuaria, el manejo de las relaciones con la población árabe

musulmana eran un eje importante para el financiamiento

de la guerra, la reconstrucción y embellecimiento

de las ciudades; actividades en las que el rey Jaime,

como sus homólogos de Castilla y León, se apoyó en la

población judía (Baer, 1981, p. 161).

Cuando la nobleza toma conciencia del proceso

de acumulación —en el que está inserta— de la riqueza

generada en un reino en expansión y del poderío que

están alcanzando los judíos y la población musulmana,

quienes cuentan con relativa autonomía, tienen la necesidad

de expandir su poder para generar más privilegios

para ella misma.



Control marítimo.




El desarrollo portuario en Barcelona



y Sevilla, y también de las diferentes islas conquis


66



67



tadas, así como los lazos comerciales con el Mediterráneo,

requirieron la participación de personajes judíos

destacados, por lo que los cargos de bailíes, almojarifes

y representantes de la Corona también fueron auxiliados

por la población judía. Para controlar los frutos de las

relaciones marítimas, el Rey impulsó, con ayuda de los

Consulados para Ultramar y en 1257 con la creación de

la


Consollat del Mar (Busquets, 1992, p. 42), la custodia



de los intereses generales del comercio. Los Consulados

eran una especie de agrupación social al interior de los

puertos, para regular las actividades de comerciantes y

armadores, que se encargaba del mantenimiento y reglamentación

del puerto y la ribera para el desarrollo

general de los puertos. Esto se dio de manera más pronunciada

en Barcelona, aunque existían en los principales

puertos de la metrópoli.



Papel de la Iglesia.




La Iglesia estaba recuperando



poder gracias a las gestas heroicas del siglo XIII caracterizadas

por un periodo epopéyico, donde las luchas por

la instauración del cristianismo son el objetivo principal;

en este ambiente surgieron personalidades carismáticas

que enfrentaron casi siempre a los musulmanes, pero

también hubo acciones ambivalentes con la mayoría de

la población e, incluso en ocasiones, lucharon cristianos

contra cristianos.

Por otro lado, la Iglesia contribuyó a impedir que

los cristianos realizaran una amplia acumulación de capitales,

limitó las relaciones sociales con judíos y musulmanes,

restringió el préstamo a interés —usura— y con

ello generó el aislamiento de las actividades propiamente

comerciales a la cristiandad misma, porque daban

prioridad a la agricultura (Baer, 1981, p. 173). Los reyes

cristianos de la península inhibieron su desarrollo, cuestión

que favorecía a los judíos a través de la acumulación

y circulación del capital, en el incipiente capitalismo que

se estaba generando.

Aunque la Iglesia presionó para que los judíos no

ocuparan cargos públicos, no adquirieran propiedades

de los cristianos, se vistieran de manera distinta y vivieran

prácticamente separados, cabe señalar que no todos

los reyes aplicaban de manera mecánica estas disposiciones

(Baer, 1981, pp. 135, 164-165). Este desarrollo se combinó

con el fortalecimiento del poder de la Iglesia católica

en la Península Ibérica y en gran parte de Europa

occidental, que en ocasiones se uniría a los nobles para

atacar a los judíos y acceder a los cargos que éstos ostentaban,

alimentando un rencor social, sumado al estigma

de considerar a los judíos como deicidas (por la muerte

de Jesucristo) que tendrá graves repercusiones.



En 1391 las predicaciones incendiarias del arcediano de

Sevilla, Ferrán Martínez, llevan a los cristianos a asaltar la

judería, causando muchas muertes. Rápidamente, como

un reguero de pólvora, las matanzas de judíos se extienden

por casi toda España. Las ciudades de Córdoba, Toledo,

Valencia, Palma de Mallorca, Barcelona, Gerona y otras

muchas ven sus juderías asaltadas. Muchos judíos para salvarse

piden la conversión al cristianismo. Muchas juderías

quedarán muy empequeñecidas y algunas, como Barcelona

y Valencia, desaparecerán. (Kahalaf, s. f.)



Previo a ello se establecieron escuelas con la finalidad

de conocer religión, costumbres y cultura de

los “otros”, a fin de contar con elementos para la “comprensión”

de los mismos y buscar los mecanismos para

convencerlos, para finalmente acudir, paulatinamente a



68 69



forzar situaciones con el fin de lograr conversiones masivas,

con resultados poco alentadores en materia de convivencia

de credos para la posteridad.

La Iglesia contó también con las órdenes mendicantes,

que tendrán como ocupación principal la conversión

al cristianismo, a través del estudio de lenguas,

evangelios y religiones (Baer, 1981, p. 143), además de

otorgarles un poder impresionante en la administración

de bienes y en el combate a la usura. Después adquieren

mayor poder, a través de los diezmos y las presiones que

ejercen sobre los reyes.



El peso de los caballeros.




A los caballeros que colaboraron



en las guerras se les repartían territorios y se les

otorgaban títulos nobiliarios: ducados y condados; los viejos

feudos eran dominados, en muchos casos, por héroes

de guerra. A muchos de ellos, en su figura de nobles se

les incorporó a las Cortes de los reinos de la península;

poseían un poder local importante, además de representar

al Rey en la región eran vitoreados como caudillos

(Baer, 1981).

Para los cristianos hacerse caballeros de guerra

era un negocio —aún con justificación religiosa— porque

podían disponer de los terrenos conquistados, estando

obligados a aportar el quinto real a la Corona,

pero también había que invertir en ella, cuando no se

tenía dinero se recurría a los préstamos de los judíos,

con la obligación de pagar un interés. Cuando los caballeros

se vuelven sedentarios, ven a los homólogos judíos

como una competencia indeseable cuya fuerza monetaria

los ponía en enorme desventaja e intentan sacudírselos,

aunque sin ellos hubiera sido muy difícil financiar la

lucha de reconquista (Baer, 1981, pp. 162, 191, 192).



Fortificación del palacio real.




El rey Jaime I, el Conquistador,



construye su palacio real encima de donde

estuvo formado el centro romano, que tenía un perímetro

ovalado, cerrado por murallas que servían para defenderse

de las invasiones bárbaras. En el mismo barrio

se construyen palacios góticos que servirán de sede al

palacio real de Aragón y la Generalitat (sede del gobierno

autónomo de Cataluña) y que desde entonces hasta

la actualidad es el centro histórico, cívico y político de

Barcelona.

Casi simultáneamente se erige el edificio del ayuntamiento

municipal que alberga el


Concell de Cent (en él



concurría la participación de ciudadanos honrados y representantes

de los gremios, comerciantes y es hasta el

siglo XV en el que se incluirán militares). A un lado del

palacio estaba el Kahal de los judíos, primero al interior

y luego al exterior se construyó el Kahal mayor (Baer,

1981, pp. 89-90).



Transformaciones en el poder.




Le Goff (1995) dice



que en el reinado de Jaime I “los progresos de las Cortes,

en las que aumenta la representación de las ciudades y

los intereses materiales hacen un contrapeso al poder

real, equilibrando las funciones públicas” (p. 225). No

obstante, el poder del Rey se mantiene por encima de

todo y eso se constata cuando se observa la capacidad

de éste para heredar, en dos partes, el reino a sus hijos,

aun cuando las decisiones no se tomaban de manera

unilateral, porque en Aragón se establecieron las bases

para la transición de un reino monárquico a una especie

de división de poderes y una forma de administración

económica diferente que inicia el rompimiento paulatino

con el régimen feudal.



70 71



Órdenes mendicantes



Factores religiosos.




Coexisten las tres religiones: islam, judaísmo



y cristianismo. La Iglesia bajo el reinado de Jaime

I de Aragón adquiere una gran preeminencia. Le

son obsequiadas grandes proporciones de territorio, se

le otorgan bienes y siervos, tiene muchas facilidades para

el desarrollo y formación de órdenes monásticas tanto

de hombres como de mujeres, forma escuelas de lenguas,

cuenta con todas las facilidades para expandir el

cristianismo “vía convencimiento”, se le permite invadir

la privacidad de quienes practican judaísmo e islamismo

obligándolos a escuchar la predicación incluso en sus

propias casas y sinagogas, y las iglesias y monasterios son

instalados en los centros de las ciudades, permitiéndoseles

trabajar entre las comunidades.



Orígenes de las órdenes mendicantes.




Las órdenes



mendicantes surgen, en gran parte, bajo la dinámica de

las cruzadas, una vez realizada la “conquista militar” había

que consolidar el poder a través de la “conquista religiosa”.

Los fundadores de estas órdenes fueron en su mayoría

hombres ricos, que renunciaron a una vida cómoda para

vivir con humildad y se dedicaron al estudio y a la predicación,

quienes se dejaron guiar por “apariciones” que les

indicaban el camino. En el caso de Domingo de Guzmán

Lo anterior sirvió para limitar abusos de poder y

formó parte de acuerdos entre los reyes de las diferentes

regiones de la península, además de dar viabilidad a

la administración de una serie de reinos fragmentados,

cuyo único eje de unidad eran sólo la fe y el Rey, para

después sujetarse a una especie de participación democrática

en embrión.

En conclusión, cabe destacar que Jaime I fue un

precursor del ejercicio de reinado con una separación

entre lo civil y lo eclesiástico; así como de la incipiente

formación del capitalismo derivado de las condiciones

económicas, políticas y sociales de la época.

En la cronología (anexo) se muestran algunos aspectos

sobresalientes en la vida de Jaime I, que permiten

tener una visión general de la forma tan acelerada en

que se dan las conquistas y algunas pistas de las alianzas

que los reyes cristianos lograron establecer; lo que

delimitó la zona de influencia del reino de Aragón, en

la época de Jaime I, así como hechos anteriores y posteriores

que influyeron en el carácter


sui generis del reino



de Aragón.



72 73



también lo movió el deseo de ser mejor que los albigenses

a quienes necesitaba vencer en conocimientos.

A las órdenes las anima el espíritu de las cruzadas.

Si para los caballeros la cruzada y la reconquista constituían

de muchas formas un negocio, porque al sitiar

ciudades las saqueaban, se quedaban con el botín y obtenían

tierras, para algunos miembros de las órdenes

mendicantes también arrojaron beneficios importantes,

aunque no siempre económicos, redituaban en un incremento

de la cristiandad y, aun con todos sus riesgos,

aumentó el poderío de la Iglesia y por ende la recolección

de los diezmos.

La actividad de las órdenes mendicantes, en muchos

de los casos, fue auspiciada por reyes como Jaime I,

con un apoyo decidido de Raimundo Peñafort.



En el año de 1240 las dos órdenes más importantes de frailes

franciscanos y dominicos estaban llenas de entusiasmo,

habituadas a la vida dura y al peligro y ambas tuvieron una

gran importancia por lo que se refiere a la actividad diplomática

y misionera en Europa occidental, en Asia durante

el siglo XIII y también en el XIV. (Phillips, 1994, p. 98)



Llegada de las órdenes mendicantes al norte de la Península

Ibérica.




Los reinos de Aragón y Castilla (Baer,



1981, p. 143) son, sin duda, cuna del desarrollo de órdenes

mendicantes: carmelitas, mercedarios, dominicos

y franciscanos encuentran ahí hospitalidad importante

e, incluso, apoyo. Jaime I contribuye al sostenimiento y

desarrollo de éstas, además de premiar a los Caballeros

Templarios, Teutónicos y Hospitalarios con tierra y apoyos

de otros tipos, como recompensa por los servicios

prestados a la Corona en las guerras de reconquista.

La Orden de Predicadores, los dominicos, surge

en 1216, es dirigida por el fraile Domingo de Guzmán,

quien se admiraba del bagaje cultural de los albigenses,

por lo que vio la necesidad de promover una orden religiosa

que se dedicara al estudio para vencerlos con argumentos

y evitar que tuvieran más adeptos; para ello usó

como armas la palabra y la pluma con el fin de persuadir y

convertir a los infieles a la fe católica. “Jacques de Vitro y Honorio

III decían que había una misión divina y estaban

dispuestos a exterminar al Islam, al menos como fuerza

política” (Phillips, 1994, p. 84). Se establece en Barcelona

en 1219, llamada por don Berenguer de Palao que les

ofreció una casa en el barrio judío. Para ellos era importante

estar en ese lugar para aprender el idioma hebreo

y, al estar cerca de los judíos, entender sus costumbres y

cultura


.



Poco después se trasladaron a un nuevo convento,

al de Santa Catalina, ejercieron gran influencia cultural

y religiosa en toda Cataluña y casi la totalidad de la

Península Ibérica. Su fuerte conexión con los papas les

proporcionaba también un margen alto de autoridad y

movilidad en las comunidades en que se establecían.

Desde los primeros tiempos, los dominicos tuvieron

gran influencia cultural y religiosa en Cataluña. Su

participación fue permitida y fomentada por la Iglesia

católica, que extendía las indulgencias que daba a los

cruzados de Jerusalén a los que combatieran en la Península

Ibérica contra los musulmanes y a quienes enfrentaran

brotes de herejía de cátaros


11 y albigenses.



11


Los cátaros eran una secta maniquea medieval que se distinguía por una extremada



sencillez en las costumbres. Los albigenses eran adeptos a la doctrina cátara

que se extendió en el sur de Francia.



74 75



Jaime I quería complacer a los papas sin perder

los beneficios que le arrojaban sus protegidos, por lo

que su postura respecto a los judíos era extraordinariamente

compleja. No estaba dispuesto a dejar a los dominicos

hacer lo que se les antojara con ellos. Por un lado

quería la conversión de los judíos, pero no quería ver

alterados los principios de la calma de su reino con actos

sangrientos o con apostasías. Por ello también fomentó

el estudio de lenguas.



Escuelas de lenguas.




La experiencia de los Studia



Linguarum fue única en su tiempo, donde había un convento

en ambiente hebreo o árabe, el estudio del idioma

del lugar se imponía por sí solo (Domingo y Larcala,

1998, p. 206).

La primera escuela de lenguas, como tal, se funda

aproximadamente entre 1244 y 1245 y dura hasta la preparación

de la cruzada de San Luis, después de ella



Raimundo de Peñafort seguía promocionando este tipo de

escuelas en estrecha relación con Jaime I, el Rey castellano

Alfonso X, el Papado y las altas instancias de la orden, a fin de

obtener los elementos necesarios para utilizar el conocimiento

de la lengua y la cultura de los


infieles como medio urgente



para su evangelización. (Domingo y Larcala, 1998, p. 257)



En 1270 y 1272 Jaime I otorga privilegios a los dominicos

establecidos en Murcia como una forma de

estimular el estudio bilingüe. El estudio en Játiva fue

apoyado por Jaime II y su esposa doña Blanca, quien

legó al convento de Játiva 200 libras con destino a los

frailes predicadores, estudiantes de hebreo y árabe,

mientras esos estudios permanecieran ahí, después ese

donativo se envió al convento de Valencia.

En esa misma época se manifiesta el movimiento

cabalista, en sentido estricto, sobre todo en Francia (Narbona,

Arlés, Marsella) y en el norte de la Península Ibérica

(Gerona y Barcelona) del siglo XII al XIV (Kung,

1998, p. 175).


12 Se estaba retomando la conciliación entre



ciencia y fe de Maimónides. Los jóvenes judíos se sentían

atraídos por la ciencia, por lo que no es extraño que a los

cátaros, albigenses y judíos se les persiguiera bajo la sospecha

de que hacían proselitismo entre los cristianos.

Casi simultáneamente la orden envía monjes dominicos

hacia África con la finalidad de que aprendieran el

idioma y costumbres árabes, con objetivos de conversión.



La orden Dominica, recién fundada, adoptó como medio

particular de evangelización el estudio de las lenguas y cultura

de los pueblos entre quienes los religiosos habían de

trabajar. La zona en que las escuelas florecieron fueron la

España catalana-aragonesa y el norte de África. (Domingo

y Larcala, 1998, p. 255)



Su actuación fue propiciada por los reyes de la Península

Ibérica y los papas. En Aragón el Rey permitió

a los frailes dominicos predicar a los judíos a partir de

1242. Los efectos de la predicación eran en muchas ocasiones

desastrosos por lo que el Rey algunas veces tomó

decisiones encaminadas a minimizar el daño que esos

sermones hacían a los judíos y la tensión que creaban,

limitando el número de predicadores que podían entrar

a predicar a las sinagogas o casas de los judíos (Domingo

y Larcala, 1998, p. 283).



12


Previa al Talmud estaba la Torá. “La Torá es patria y ciudadela de la fe para los



judíos medievales”.



76 77



Para ser un buen dominico había que conocer filosofía,

historia, cultura árabe y hebrea, religión islámica

y rabínica, las lenguas y las herejías, todo para anteceder

en defensa de la fe. Un misionero debía predicar en

la lengua de su público, pues un intérprete no solía ser

capaz de traducir los argumentos con precisión, debía

tener un conocimiento completo de las Escrituras y familiarizarse

con las posiciones doctrinales de toda secta

cristiana local sin disponerse a condenarlas como heréticas

con excesiva facilidad; no debía comprometerse

con argumentos sobre detalles litúrgicos y rituales, que

no eran asuntos de fe; y debía ofrecer a sus oyentes un

ejemplo de humildad personal auténtica, no actuando

como si fuera superior (Domingo y Larcala, 1998, p. 261

y Phillips, 1994, p. 112).

Cabe señalar que sólo se enviaban estudiantes

“selectos”. Entre los asignados al estudio de Barcelona,

va como profesor Ramón Martí, quien a su vez fue estudiante

de la escuela de Túnez. Algunos de los estudiantes

sobresalientes de los Studia Linguarum fueron

después profesores, traductores e incluso inquisidores.

Otros más realizaron labores de intérpretes, que en

otros tiempos eran realizadas por los judíos.

Los dominicos por tanto fueron funcionales. Más

allá de los asuntos estrictamente religiosos, también promovieron

diversos estudios científicos.



Colegios de lenguas.




SegúnTedeschi (1992, p. 76),



Ramón Lull quería convertir a los musulmanes al catolicismo,

por ello estudió árabe, latín, filosofía y teología;

promovió el estudio de las lenguas y escribió una gran

cantidad de obras, que parecían simular actitudes dialogantes

con las culturas distintas a la cristiana. Promovió

la instalación de colegios de lenguas.

El impacto de los colegios de lenguas fue más allá

de occidente. Según Phillips, la esperanza, todavía más

ambiciosa de que el mundo musulmán pudiera ser objeto

de trabajo misionero fue acariciada en 1220 por hombres

como Jacques de Vitry, obispo de Acre, y por Francisco

de Asís; este último llegó incluso a predicar en 1219

ante el sultán de Egipto al-Kamil. En 1233 Gregorio IX

envía a varios franciscanos, cada uno de ellos con una

exposición escrita de fe cristiana y la orden de que fuera

expuesta ante los gobernantes musulmanes de Kenia,

Damasco, Alepo y también ante el califa de Bagdad. Los

enviados de Inocencio IV ante los mongoles, en 1245,

llevaban también recomendaciones para los gobernantes

de cualquier tierra musulmana con la esperanza de

que estos príncipes aceptaran el cristianismo (Phillips,

1994, p. 111).

Se concluye, entonces, que no fueron pocos los

esfuerzos de las órdenes mendicantes para allegarse de

adeptos a la fe cristiana. Utilizaron diferentes formas

de persuasión, entre las que destaca la palabra y la pluma,

con base en el conocimiento de lenguas, cultura,

costumbres y religión de las regiones donde actuaban,

contando con un fuerte apoyo de los papas y reyes de la

época. En el caso del reino de Aragón la presencia de

Raymundo de Peñafort, entre otros, fue decisiva.



79



Disputa de Barcelona



En esta parte de la investigación




se pretende ubicar el concepto



de tolerancia relativa en función de la necesidad

de la existencia de relaciones armoniosas, ante la emergencia

de nuevos actores sociales, políticos y religiosos,

que surgen del desarrollo de las fuerzas que se generan

con el mercantilismo y la formación incipiente de capitales,

así como la influencia de segmentos sociales antes

inexistentes.

La Iglesia en el siglo XIII no es homogénea, se

desarrolla con fuertes contrastes entre el papado y los

obispos locales, debido, en parte, al impacto de la política

fiscal pontificia. Las normas generales de un concilio

o de un decretal del papa o del cuerpo canónico no se

aplican en la península más que por medio de concilios

particulares y sínodos diocesanos.

La parte cristiana celebró disputas en la Alta Edad

Media, que fueron generalmente impuestas, iniciadas y

realizadas por conversos judíos, organizadas por la Iglesia

y aprovechadas por integrantes de la nobleza, quienes

se encargaban de hacer una propaganda antijudía y, en

más de un caso, atentó contra la integridad personal de

dicha comunidad. Aunque presuponían un desarrollo

importante del diálogo y la comprensión del otro para



80 81



convencerlos pacíficamente de abrazar el cristianismo,

se convirtieron en elementos de presión.

La jerarquía eclesiástica católica intentaba decidir

al menos las cuestiones concernientes a las relaciones

entre judíos y cristianos, y ejercía una considerable

presión sobre los reyes a los que los judíos, indudablemente,

estaban sometidos, algunas veces intercedía condenando

la violencia física ejercida hacia ellos, con base

en la Constitución para los Judíos, trazada por Inocencio

III, quien destacaba que deberían estar protegidos “solamente

debido a sentimientos humanitarios del cristianismo”

y no porque los judíos tuvieran ningún derecho

intrínseco a la protección (Tedeschi, 1992, p. 576).



Diferencias de concepción de la relación con judíos y

musulmanes entre reyes y papas.




Los intereses de la Iglesia



no siempre eran acordes con los de los reyes, Jaime I,

por ejemplo, no seguía al pie de la letra las instrucciones

de la Iglesia, él



se había quejado de que a los judíos se les obligara a llevar

la señal distintiva, porque consideraba que el clero estaba

aprovechando la situación para extorsionarlos y en consecuencia,

muchos judíos habían abandonado la Corona de

Aragón... el argumento principal del Rey era la pérdida

económica que le causaba la marcha de los contribuyentes

judíos. (Baer, 1981, p. 164)



Los frailes se encargaban de seguir las orientaciones

de los papas, sin embargo, Jaime I a veces los apoyaba

y otras no, a tal grado que Clemente IV en 1266 y 1267

lo exhorta para que expulse a los árabes musulmanes

del reino de Aragón y reprima a los judíos, en especial a

Nahmánides, pidiendo para él un severo castigo, exceptuando

la muerte y la mutilación de miembros, de modo

que con su ejemplo se frenara la audacia de otros.



Carácter funcional de los judíos.




Los judíos recurrían



a la negociación permanente sobre sus condiciones de

vida por su relación con el reino y los nexos con cristianos

y musulmanes. “Tenían el control casi exclusivo de

Touat y Sijilmas sobre intercambio mercantil e, incluso,

más allá del Sahara, por lo que el Rey valoraba esa relación

e intentaba estimularla” (Baer, 1981, p. 98).

Una manifestación de dicha relación se expresa

en el permiso que Jaime I dio a la aljama de dicha ciudad

para construir una sinagoga en el barrio judío, cuando

se estaba celebrando la disputa de Barcelona, a pesar de

que estaba prohibido por la Iglesia. La comunidad de

Perpiñán recibió permiso para construir una sinagoga

en 1268 y los judíos de Mallorca en 1290. Aparte los judíos

de diversos lugares del reino de Aragón recibieron

inmunidad contra detenciones en sábado y en días de

fiesta (Baer, 1981, p. 61).

También fueron protegidos de ser apedreados en

las fiestas cristianas de Viernes Santo; de alguna manera

la Corona dio continuidad a una política tolerante que

habían dejado los musulmanes, al permitir la autonomía

interna de las comunidades judías (Baer, 1981, p. 73),

pero no era una actitud permanente.

En Aragón las órdenes mendicantes iniciaron

en el decenio de 1240 una intensa campaña misionera,

obligando a judíos y musulmanes a escuchar sus sermones

contando con un amplio respaldo de los papas.

En 1242, Jaime I establecía la obligación de los árabes

musulmanes y judíos de escuchar a los obispos y frailes

predicadores y a que asistieran a las convocatorias para

escuchar pacientemente su predicación, so pena de ser



82 83



constreñidos por los oficiales quienes desatendieran ese

mandato bajo cualquier excusa (Baer, 1981, p. 170).

Mientras que el 24 de agosto de 1263, todavía autorizaba

a uno de los judíos distinguidos para organizar

una sinagoga en su casa de Barcelona, a fines del mes

tomaba una serie de disposiciones a favor de los frailes,

apoyaba su labor misionera en menoscabo de los

intereses de los judíos, como la obligación de escuchar

sermones de los dominicos, llevar sus libros, borrar de

sus libros las frases oprobiosas contra Jesús y María,

multas y quema de libros para quienes no siguieran sus

instrucciones.

Su política era tornadiza, algunos meses después

mitigaba la severidad de los decretos. El 30 de agosto decía

que a los judíos no se les debería obligar a salir de sus

casas para escuchar sermones y el 27 de marzo de 1264

daba un plazo de tres meses para que los judíos arrancasen

las hojas de aquellos libros que tuvieran frases injuriosas

contra Cristo y su madre; en febrero de 1265 los

liberaba de la obligación de responder a los dominicos

sobre el contenido de sus libros y, mientras que Clemente

IV en 1268 ordenaba acciones contra los judíos de

Aragón, Jaime I decretaba que éstos no fueran obligados

a escuchar los sermones de los frailes fuera de su barrio,

dado el peligro que encerraba la organización de esos

actos en barrios cristianos, ni que los frailes fueran a los

barrios judíos con más de 10 personas.

Al mismo tiempo garantizó a algunas aljamas el

derecho perpetuo a sus sinagogas y “dispensó a los judíos

de llevar la rueda (rota), no obligándoles más que

a vestir la capa redonda (capa rotunda), liberando a los

judíos de su corte también de ésta” (Baer, 1981, p. 175).

Pero el 12 de abril de 1265 llamó a comparecer a Nahmánides

ante un tribunal, debido a que el prior de Barcelona,

el fraile Raimundo de Peñafort, fray Arnaldo de

Segarra y fray Pablo Christiani lo acusaban de blasfemo,

por haber publicado opiniones que había hecho antes

verbalmente, con la promesa del Rey de contar con libertad

de palabra, como se verá más adelante.



El Talmud




como tal, como el libro concreto y definido



que dio pie a la polémica, no fue ampliamente conocido

ni estudiado por la Iglesia hasta el siglo XIII. Cuando

a los judíos conversos se les volvió en misioneros, se inició

la lucha contra las leyes judías, el Talmud y la Midrás

fueron elementos de debate para “demostrar” “la verdad”

cristiana a los judíos y una de las bases para que el trabajo

misionero lo utilizara para catequizar a los judíos.

Dichas estrategias empezaron en Francia: Nicolás

Donín, un judío converso que se había hecho cristiano,

tras haber sido anatematizado por las comunidades judías

de Francia por negar la validez de la ley oral, denunció el

Talmud ante Gregorio IX y presentó ante los tribunales

eclesiásticos una colección de pasajes donde se insultaba

a Jesús y a María. El 9 de junio de 1239 el Papa dictó una

orden dirigida a los prelados, frailes y reyes de Francia,

Inglaterra y la Península Ibérica “en la que disponía que

el 3 de octubre de 1240 por la mañana, cuando los judíos

se encontraban en las Sinagogas, requisaran todos sus libros

y los entregaran a los Dominicos y Franciscanos para

su examen”(Baer, 1981, p. 167). Los principales rabinos, y

al frente Rabí Yehiel de París, fueron convocados para ser

interrogados, y después de largas disputas e investigaciones

el Talmud fue condenado a la hoguera.

Esta acción cesó hasta que el papa Inocente IV

atendió, en 1247, las súplicas de los judíos, quienes argumentaban

que el Talmud era esencial para la práctica de



84 85



su fe, la cual estaba reconocida como religión tolerada

(Baer, 1981, p. 167).



Disputas como estrategia.




La relación de Jaime I con



la Iglesia y la vecindad con Francia hacen necesario señalar

que las disputas del siglo XIII se habían iniciado con

otros perfiles, tales como el uso de conversos, idioma local

y el estudio de las fuentes escritas de las religiones.

La disputa sirvió para descalificar y condenar al

Talmud. El resultado fue que la Universidad de París

condenó dicho libro y ordenó la quema de varias carretadas

de sus ediciones.

De acuerdo con Tedeschi (1992, p. 105) en 1263,

en el centro de la lucha contra la herejía que provenía

del sur de Francia, algunos judíos conversos propagaron

la noticia de que en el Talmud existían injurias contra

Jesús y los cristianos y que precisamente los textos rabínicos

demostraban que el Mesías había venido ya. En

estas aserciones se distinguió un discípulo de Raimundo

de Peñafort, Ramón Martí, que se sirvió de la obra de

un converso, Pablo Cristiano. Éstos convencieron a Raimundo

de Peñafort, inquisidor general, y a Jaime I de

la oportunidad de una disputa pública entre sabios para

demostrar a los judíos la verdad cristiana.

El contradictor fue encontrado en la persona de

Moisés ben Nahman, famoso rabino de Gerona, que en

el debate que se celebró entre el 20 y 31 de julio defendió

muy bien las razones de los judíos hasta el punto de merecer

las felicitaciones y una gratificación por parte de Jaime

I (Tedeschi, 1992, p. 105 y Baer, 1981, pp. 171, 177).

Las disputas constituyeron para las órdenes mendicantes

una forma de asumir el reto de confrontar sus

conocimientos con “el otro” con fines a la conversión al

cristianismo. Se habían estado preparando para establecer

relaciones dialogantes con los herejes, infieles, judíos

y musulmanes, estudiando su religión, lengua y cultura,

en defensa de la fe y por ello habría que poner toda la

confianza en el Señor para llevarlas a cabo; se habían establecido

una serie de reglas que debían seguir los egresados

de los Studia Linguarum y consistían en “evitar

demasiada audacia, huir de la pusilanimidad, eludir la

ostentación, el deseo de vencer, la verborrea, el desprecio

y la irritación” (Domingo y Larcala, 1998, p. 260).



La disputa de 1263.




Por la ostentación con la que se



desarrolló la disputa parecía que iba a garantizar un rotundo

éxito de los cristianos sobre los judíos pues con ella se

intentaban mostrar los resultados de la conversión de Paulo

Christiani que enfrentaría a la religión judía con argumentos

extraídos de sus propias fuentes, el Talmud y el Midrás.

Ello hacía presuponer que se contaba con un contendiente

convencido de la religión católica, esto es, convertido en sentido

amplio y que además ponía al servicio de la cristiandad

los conocimientos de su antigua religión para convencer a

los judíos de la verdad de la fe católica.

Puede pensarse en ostentación dado que por primera

vez se debaten problemas de fe cristiana con escritos

talmúdicos, entre cristianos y judíos, en la península;

se lleva a cabo en presencia del Rey, de los dignatarios

de la corte y de la masa del pueblo; también presupone

ostentación por los lugares en que se realizó: el palacio

real, el monasterio y la sinagoga, sedes de la corte y las

religiones, así como por la duración, cinco sesiones públicas:

viernes 20 de julio, lunes 23 de julio, jueves 26 de

julio, viernes 27 de julio y, lo que pudo ser demasiada

audacia, sábado 4 de agosto.

Las discusiones generadas en las que cada cual

vertía su verdad tienen poco que ver con el diálogo en



86 87



sentido moderno, porque no se trataba de comprender

realmente al otro ni de respetarlo en su fe. Por el contrario,

el objetivo inicial y final era refutar teológicamente

a judíos y musulmanes a fin de convertirlos, siguiendo

las estrategias que fueran, hasta llegar a las últimas consecuencias


.



El rey Jaime I se vio instigado por Raimundo de

Peñafort, Ramón Martí, entre otros, y la nobleza que

querían exhibir al mejor rabino de su tiempo en el reino

de Aragón, lo que de alguna manera representaría una

humillación pública para los judíos que les era imposible

eludir y por tanto había, más allá de la defensa de la

fe, cierta pusilanimidad.

Raimundo de Peñafort y Paulo Christiani querían

a Moisés ben, Nahmánides, también llamado Bonastrug

de Porta, como portavoz de los judíos porque “si

doblegaban al viejo rabino se desmoronaría fácilmente

la judería catalana” (Domingo y Larcala, 1998, p. 280).

Su deseo de vencer les impidió tomar en cuenta la gran

experiencia que como polemista tenía el mejor rabino

de su tiempo y el contexto en el que se movían.

No pudieron evitar la irritación ni durante ni

después de la disputa e incluso tuvieron que suspenderla

porque las condiciones ya no les eran adecuadas para continuar

y aceptaron la sugerencia de los frailes franciscanos

(Baer, 1981, p. 170). Los argumentos fueron diversos y en

ocasiones en tonos ríspidos (Vidal, 1995, p. 189).

Algunas mezquitas fueron transformadas en recintos

católicos (mezquita de Córdoba en 1236), a los

judíos se les obligó a disputar sobre cuestiones religiosas,

sin libertad de expresión plena, salvo en el caso de

la disputa de Barcelona. Pero esta excepción no fue la

regla en ningún lugar y le costó a Jaime I que el papa se

disgustara por la flexibilidad que mostró ante la población

judía y, sobre todo, ante Nahmánides.

Paradójicamente la intolerancia fue promovida

por la actitud de algunos integrantes de las recién creadas

órdenes mendicantes; dominicos y franciscanos se

emplearon en las huestes de la Iglesia para luchar por la

fe con armas que iban más allá de la palabra y la pluma,

algunos desacreditaron a las poblaciones judía y musulmana

con sobrenombres como “cerdos judíos”, moros,

sarracenos, creando un repertorio estandarizado de la

difamación plástica de los no cristianos. A los musulmanes

los llamaron “moros” relacionándolos con los negros

de Mauritania y sarracenos, como sinónimo de incultos,

provenientes de la sierra y fuera de la civilización.

Así, bajo la monarquía católica, los judíos de la

Península Ibérica fueron degradados, lo mismo que los

demás judíos europeos. Situación similar vivieron los musulmanes,

aunque de manera más cruda porque en la mayoría

de los casos fueron acorralados, hasta arrinconarlos

en el reino de Granada, donde resistieron, pagando tributo

a los castellanos, hasta su expulsión en el siglo XV.



Tolerancia relativa.




No obstante, hay una serie de



características que hablan de tolerancia relativa por

parte de Jaime I, entendida ésta como el margen de

diálogo, aun con todos los problemas habidos se institucionaliza

como forma de conversión pero se vuelve

tornadizo según las circunstancias siguientes.

El Rey mantiene una política de resistencia al

cumplimiento cabal de lo dispuesto por los concilios

ecuménicos de la Iglesia, que le permite mostrarse ante

la misma como disciplinado a la cristiandad, pero al

mismo tiempo busca cuidar la relación con una parte



88 89



importante de los judíos de su reino, por lo que, en

ocasiones, reprime a los judíos y en otras mitiga la represión.

La tolerancia relativa de Jaime I de Aragón se refleja

en una serie de privilegios que consisten fundamentalmente

en otorgar a los judíos cargos públicos como



bailes



—en Barcelona, Gerona o Valencia— o viguiers en



Cataluña que equivale a los recaudadores de impuestos y

guardianes del orden público, denominados


adelantados



en Castilla y León. La tolerancia también es reflejo de

las condiciones de crecimiento y expansión del poder

de los reyes cristianos en la Península Ibérica, quienes

promueven consensos para la reconquista de territorios

que estuvieron bajo el control musulmán.

Jaime I les proporcionó casas, les autorizó construir

sinagogas, respetó sus costumbres en diferentes

periodos y permitió su influencia, sobre gran parte del

reino, hasta las Islas Baleares; aunque también los utilizó

para defender las fronteras, y establecer relaciones

comerciales y políticas con otros reinos, sobre todo de

África y el Mediterráneo.

Los cristianos eran obligados a ser tolerantes ante

las circunstancias porque, al igual que los musulmanes, los

conquistadores eran aún muy pocos, comparados con el

número de habitantes que se requería para repoblar, hacer

producir la tierra y generar los productos necesarios para

el autoconsumo y la manutención del ejército, además de

contar con los excedentes necesarios para el intercambio

comercial que proporcionara los recursos para construir

fortalezas y defenderse de ataques externos.

Entre los factores políticos existe una combinación

de poder religioso con el poder civil. Bajo diversos

mecanismos judíos y musulmanes se vieron en medio de

una lucha entre la Corona y el clero por el predominio

del poder eclesiástico.

Como poder civil, el reino de Jaime I de Aragón

emana de una lucha de carácter religioso; no obstante,

asume un papel de apertura hacia la mayoría de la población,

al incluir en la toma de decisiones a judíos, cristianos

y, en menor medida, musulmanes.

Jaime, el Conquistador, convoca por igual a Pablo

Christiani que a Moisés ben Nahman (Nahmánides) a

la controversia de Barcelona en 1263. Al colocarlos en

igualdad de circunstancias, abre las mismas posibilidades

discursivas y de réplica a los protagonistas del debate.

En su carácter de cruzado (juró ante una cruz luchar

por la cristiandad) quería que los conversos fueran

convencidos para no mancillar el sacramento del bautismo

con conversiones forzosas. “Anhelaba don Jaime que

fuese en sus Estados la conversión de los judíos fruto de

espontánea convicción, evitando así la profanación del

bautismo y ahorrando el repugnante espectáculo de la

apostasía” (De los Ríos, 1986, p. 108).

Lo anterior quizá se debió a la interdependencia

que tenía con ellos para el desarrollo de las relaciones

comerciales con el exterior y a que recibió ayuda financiera

y política de parte de los judíos para la reconquista

de territorios que estuvieron en poder de los árabes, así

como para el repoblamiento de ciudades abandonadas

por los mismos y la administración de territorios en los

que se permitió a los musulmanes mudéjares seguir viviendo

e incluso que participaran en la economía, ejerciendo

sus oficios, siempre que adoptaran actitudes de

mansedumbre y sumisión.



Relación del Rey con Nahmánides.




Nahmánides



(1190-1270) escribió un comentario a la Torá y la Ha


90



91



lajá, participó en la disputa en 1263, a solicitud del Rey.

Por ser el rabino más prestigioso de su tiempo y amigo

de Jaime I, se sentía obligado a acudir al llamado. Él fue

además la cabeza de los cabalistas de su época (Assis, s. f.,

p. 102) y desde tiempo atrás había tenido una relación

muy estrecha con Jaime I. La confianza que éste depositaba

en él le había hecho objeto de consulta de asuntos

relacionados con decisiones tomadas hacia la comunidad

judía de todo el reino. Sus opiniones eran tomadas

en cuenta para asuntos que iban más allá de la aljama

gerundense. Por ello, al ser llamado a participar en la

disputa acepta con dos condiciones que le fueron concedidas,

una, libertad de palabra y, otra, que el Rey no

interviniera en el debate. “No obstante el Rey interviene,

casi al final de la disputa, cuando estaban en la Sinagoga

y predica de manera muy emotiva que Jesús es el Mesías,

permitiendo que Nahmánides le respondiera” (Assis, s.

f., p. 106).

Al final, el rabino es felicitado por el Rey por su

carácter de buen polemista y recibe del mismo una compensación

de 300 sueldos para sufragar los gastos de su

desplazamiento y por los esfuerzos para sostener la disputa,

después de haberle dicho “nunca he visto defender

tan bien una causa tan errónea” (Baer, 1981, p. 171). “Su

actitud con respecto a Nahmánides después de la controversia,

muestra claras sus intenciones hacia los judíos

que siguieron jugando un importante papel en el reino”

(Assis, s. f., p. 102).

Cuando se acusa de injurioso a Nahmánides por

publicar los resultados de la controversia de Barcelona y

el tribunal lo quiere condenar al destierro de dos años y a

que su libro sea quemado. Jaime I interviene y dice que,

sobre ese asunto, sólo debía rendir cuentas al propio rey.

“Entre los consejeros del monarca estaban el obispo de

Barcelona, otros miembros del clero secular y tres jurisperitos

y, según parece todos se inclinaban a dar la razón

a Nahmánides”. (Baer, 1981, p. 173).

Finalmente, Nahmánides fue forzado a huir “abandonó

la península para instalarse en Tierra de Israel en

1267, a los 72 años reorganizó y encabezó la comunidad

judía en Jerusalén. Murió en 1270 en Akka, fue enterrado

en Haifa” (Baer, 1981, p. 272). Como resultado de las

disputas se prohibió a los judíos contestar francamente.


13



Es conveniente señalar que legalmente los judíos eran

propiedad de la Corona, lo que habla de flexibilidad por

parte del rey. Pero también es importante indicar que el

rabino manifestó una gran disposición a acatar el deseo

del rey, al que profesaba respeto y admiración (Vidal,

1995, p. 187; Domingo y Larcala, 1998, p. 280).



Paulo Christiani. “




Era un judío converso que pudo



haber estado ahí por distintos motivos, uno porque estuviera

convencido de la fe cristiana y de la necesidad

de expandir el catolicismo, otro porque fuera forzado

a demostrar que era consecuente con su nueva fe, uno

más porque hubiera tenido una amplia preparación en

el estudio de ambas religiones y ése fuera el momento

adecuado para mostrar al rey las bondades de los Studia

Linguarum y las posibilidades de conversión que pudieran

tener los mismos. En algunas fuentes se dice que

estaba ahí por órdenes del rey, otras, que él solicitó la

programación de la disputa a instancias de Raimundo

de Peñafort a quien tenía de su lado, junto con fray Martín”

(Vidal, 1995, p. 180). De ahí que estuviera arreglada



13


http://www.faqs.org/faqs/judaism/FAQ/03-Torah-Halacha/section- 53.html



92 93



con aire pomposo y que a Raimundo de Peñafort le resultará

altamente redituable en términos de granjearse

la empatía del papa Inocente IV, con una conversión

masiva de judíos que se regían por autoridades centrales

en materia religiosa.

La relación era más compleja con los árabes musulmanes,

llamados mudéjares, que conservaban su

religión aunque no tuvieran ministros de culto, y los

poderes civil y religioso eran uno solo.



Posdisputa.




En la fase posterior a la disputa se publicaron



dos versiones de la misma, con diferentes matices.

Una con el sello real denominada


Cartas latinas, otra



en hebreo, donde Nahmánides expresa lo sucedido en

la misma, bajo el título de:


Disputa de Rambam sobre la fe



ante el Rey y los príncipes



(Keller, s. f., p. 272).



Lo anterior genera una enorme irritación en los

frailes dominicos, porque el libro de Nahmánides fue

distribuido en muchas juderías del mundo y ellos querían

desaparecerlo, enfrentándose con la defensa del

rabino por parte del Rey que le había concedido libertad

de palabra y porque la publicación se había hecho a

solicitud del obispo de Gerona.

Ramón Martí, quien percibió las deficiencias de

Christiani, emprendió la redacción de su libro


Pugio



fidei



(La daga de la fe), donde presentaba el Midrasim



en el idioma original y en traducción latina en los que,

según él, se hacía evidente la verdad del cristianismo.

Con la disputa “se convenció de la necesidad de buscar

un método más perfecto y adecuado de interpretar

las Aggadot del Talmud en sentido cristológico” (Baer,

1981, p. 197).

Para Lull, a diferencia de sus contemporáneos, la

disputa de Barcelona estuvo centrada en el uso de “autoridad”

por lo que estaba condenado a fracasar, consideraba

que debería haber “un campo de juego para todos los participantes

que disputasen no usando la autoridad, sino la

razón del Arte” (Domingo y Larcala, 1998, p. 333).

Entonces la condición ambivalente del rey Jaime

I muestra una tolerancia relativa importante al respetar

las reglas de la disputa y que la misma no tiene parangón

con hechos posteriores en Aragón; por otro lado, no se

encontraron antecedentes que indicaran actitudes similares

con los musulmanes.



95



Conclusiones



El proceso de acumulación




capitalista tiene como antecedente



el mercantilismo generado entre los siglos del XII

al XIV en el Mediterráneo a través del comercio marítimo

y mayoritario entre los poderosos reinos que se formaron

en la Europa medieval, especialmente en los que

se encuentran en la Península Ibérica y en lo que ahora

se conoce como Inglaterra, Francia e Italia.



Es la usura el mecanismo para devorar el plus valor de lo

que más tarde se conoce como ganancia y la renta de la tierra,

la usura cumple una función revolucionaria en todos

los modos de producción pre capitalistas solamente por

el hecho de que destruye y disuelve las formas de propiedad

sobre cuya firme base y constante reproducción en la

misma forma reposa la organización política… En la Edad

Media en ningún país imperaba una tasa general de interés.

La iglesia prohibió desde un primer momento todas

las operaciones a interés. Leyes y tribunales sólo brindaban

escasa protección a los préstamos. (Marx, 1980, p. 770)



Por esta razón, es importante estudiar cómo se desarrolla

en una parte de Europa del sur, específicamente

la Península Ibérica, la consolidación de la Iglesia católi


96



97



ca y su impacto en el desarrollo capitalista posterior, en

particular en lo que hoy es España.

El papel de la Iglesia católica es trascendente en

el posterior desarrollo capitalista de Europa, sus cismas

y otros aspectos históricos jugaron como una fuerza impulsora

o para frenar el desarrollo de las fuerzas productivas,

precisamente para que el capital comercial tuviera

el salto al capital industrial, en su paso por el sistema

crediticio y bancario. Esto lo resume Marx (1980) de la

siguiente manera:



La propia iglesia, o las comunidades y


pía corpora [corporaciones



piadosas] pertenecientes a ella, extrajeron de ello

sus grandes beneficios, sobre todo en tiempos de las Cruzadas.

Esto llevó gran parte de la riqueza nacional a constituir

lo que dio en llamarse “mano muerta”, sobre todo

puesto que, de esta manera, el judío no podía dedicarse a

la usura, ya que la posesión de una prenda de tal magnitud

era inocultable… Sin la prohibición de los intereses, las

iglesias y los conventos jamás habrían podido llegar a ser

tan ricos. (Marx, 1980, p. 789)



Las transformaciones económicas de Europa en la

Edad Media condujeron a España, Portugal y otros países

a diferentes niveles de desarrollo económico; pero

todos pasaron gradualmente al capitalismo y éste a su

vez en el siglo XX al neoliberalismo, aplicándose —en

forma específica— de acuerdo con sus respectivos cambios

económicos, políticos y sociales en sus territorios

según sus características geopolíticas y procesos históricos

propios.

Por supuesto, los cambios políticos han tenido diferentes

reglas de acceso al poder político, en la Europa

medieval y en América Latina. En la época colonial la Santa

Inquisición acompañó a la Iglesia católica y a los reyes de

España y de otros reinos a reprimir a los herejes o disidentes.

Durante la etapa del capitalismo, después de la Segunda

Guerra Mundial, durante la Guerra Fría y últimamente

la guerra contra el terrorismo, después de la caída de las

Torres Gemelas


, han servido a los Estados Unidos para justificar



invasiones en Afganistán, Irak y últimamente en Libia

a través de la OTAN y otros bloques militares, siempre

para someter a países o a gobiernos nacionales de diferentes

latitudes a las decisiones de los poderes económicos y

políticos imperantes.

Mientras que en la Edad Media los concilios ecuménicos

eran los instrumentos para justificar la persecución

e incluso las masacres de judíos, como fue la auspiciada

por el IV Concilio de Letrán en 1215. Después de la Segunda

Guerra Mundial la ONU primero crea el Estado

de Israel para compensar las masacres de Hitler contra

los judíos europeos y ahora intenta restituir territorios

a los palestinos que fueron despojados para crear este

Estado, el 14 de mayo de 1948, que permitió a Estados

Unidos tener un aliado en esa región estratégica, concretamente

al Estado de Israel.

Los derechos de los individuos han sido proclamados

como la parte sustancial de las revoluciones de

Francia y de otros países, se les ha otorgado el voto para

que decidan quiénes gobiernen en sus países, incluso se

les han dado derechos y garantías de respeto a su dignidad,

en la Declaración de los Derechos Humanos del

10 de diciembre de 1948. Lo cierto es que se continúan

violando una y otra vez los derechos fundamentales y

esto es consecuencia de que el respeto a los mismos, en

pleno siglo XXI, es una asignatura pendiente de las de


98



99



mocracias de los países en todo el orbe ya sean europeos

o americanos aun cuando existe “un fuerte consenso social

en torno a los valores básicos de las democracias: los

derechos del hombre, el respeto de las libertades y de la

individualidad, la tolerancia, el pluralismo” (Lipovetsky,

2003, p. 49, citado por Ruiz, 2011, p. 106).

Porque el objetivo de la democracia no ha de ser

tratar de regenerar moralmente a los ciudadanos, sino

únicamente animar y valorizar las virtudes políticas necesarias

para el mantenimiento de una sociedad pluralista.

Estas virtudes son la tolerancia, el respeto mutuo,

particularmente a los derechos fundamentales, la cortesía,

el espíritu de cooperación (Lipovetsky, 2003, p. 49,

citado por Ruiz, 2011, p. 106).

Estos conceptos tienen una vigencia diferente en

cada época y en cada país, Sartori (2001) señala que la

tolerancia ni es indiferencia ni supone un mero relativismo.

Está siempre en tensión y nunca es total. “El grado de

elasticidad está sostenido en tres criterios: primero, siempre

debemos dar razones de aquello que consideramos

intolerable; segundo, implica el principio ‘de no hacer el

mal’, de no dañar, pero al mismo tiempo no estamos obligados

a tolerar comportamientos que nos infligen daño

o perjuicio; y tercero, la reciprocidad que supone que, al

ser tolerantes con los demás, esperamos ser tolerados por

ellos” (pp. 41-43, citado por Ruiz, 2011, p. 108).

En el siglo XIII Jaime I, el Conquistador, mantiene

una tolerancia relativa con relación a la población

judía y musulmana del reino de Aragón por la necesidad

de generar el consenso necesario para el incremento y

consolidación de su poder. El margen de tolerancia que

existe en Aragón va de más a menos, según el incremento

de la influencia eclesiástica en la toma de decisiones

de los asuntos civiles de los reyes cristianos, que tiene su

base en la combinación de factores políticos, económicos

y sociales, que difieren de los de carácter religioso.

El fenómeno de la reconquista llevó consigo una

modificación en la concepción de los estratos sociales;

muchos siervos adquirieron la categoría de hombres libres,

algunos fueron premiados con cargos de nobleza,

condados, marquesados, ducados, etcétera, en toda la

península, por los servicios prestados al Rey como emisarios,

guerreros o caballeros; asumieron, incluso, cargos

importantes en las comunidades, como encargado de la

Justicia o alcalde en los municipios cristianos.

Hubo un cambio de relación de los judíos con el

Rey y la Corona en su conjunto, que se expresó en las negociaciones

aisladas con los diferentes grupos de judíos,

por la falta de un poder judaico centralizado y las dificultades

internas. Durante el reinado de Jaime I existió

respeto a la autonomía de las aljamas judías y morerías

musulmanas. Estas comunidades se organizaron a lo interno

como convenía a sus propios intereses, al mismo

tiempo que el municipio cristiano se desarrolló con sus

propias bases.

Se inició una tendencia generalizada a que las comunidades

de las distintas religiones se mantuvieran distantes,

pero el comercio, la necesidad de servicios como

los de los médicos, los artesanos, la misma organización

de las ciudades y la división del trabajo modificaron dicha

tendencia.

El momento y las circunstancias definieron, en

gran parte, la actitud del Rey hacia judíos y musulmanes.

La modificación de actitudes hacia estas poblaciones se

debió, en gran parte, a la cercanía con Francia, al recrudecimiento

de las medidas contra los judíos del Concilio



100 101



de Letrán de 1215, a la Constitución para los judíos que

sólo se aplicaba en momentos específicos.

La reconquista no dio lugar al pluralismo en el

sentido moderno porque no fue objetivo de la misma,

éste se presentó sólo como producto de las circunstancias,

siendo no obstante una muestra de que puede haber

una coexistencia de credos y de grupos sociales, sobre

todo en momentos de expansión económica.

La tolerancia relativa en la época de Jaime I se caracterizó

porque el reino de Aragón era un conjunto de

Estados confederados. Los deseos del Rey estaban sujetos

a la voluntad política de diferentes actores involucrados

en las decisiones del reino, a través de las Cortes, el



Concell de Cent



, el establecimiento de los ayuntamientos



cristianos, la existencia de al-qadis árabes y las aljamas

judías. El poder, de diversa índole, se encontraba en los



Ustages



, el Concell de Cent, los administradores por región



—los bailíos—, las cofradías, el


Concell del Mar que en sí



había desarrollado una especie de poder legislativo, que

en cierta medida, servía de freno al Rey.

Dicha forma de gobierno se combinó con un poder

monárquico hacia el Rey susceptible de tomar decisiones

importantes como heredar el reino entre sus

hijos, generar órdenes reales, convocar a las Cortes, establecer

relaciones comerciales y diplomáticas con otros

reinos, conceder permisos y apoyos para que frailes dominicos

y franciscanos llevaran a cabo misiones en Asia

y otros lugares.

En ese periodo se fomenta el desarrollo de escuelas

de lenguas al interior de la península y fuera de

ella, lo mismo hacen los reyes de León y de Castilla,

además del papado y los obispos de su reino. En los

diferentes reinos la población tenía beneficios mutuos

por lo que no era conveniente el conflicto al interior

de ninguno de ellos.

En el primer cuarto del siglo en estudio, la Iglesia

católica fue configurando un poder que, para el último

cuarto del mismo, abarcó toda la Península Ibérica,

cuestión que no sólo limitó a las Cortes sino también a

toda forma de poder existente hasta entonces, incluyendo

a los reyes herederos de Jaime I. Sus sucesores tenían

una amplia tarea en el proceso de expansión de la Corona

aragonesa, y también enfrentaron el mismo conflicto

porque el poder de la Iglesia se impuso a religiones distintas

a la cristiana.

Los dominicos se encargarían del impulso de la conversión

a la fe cristiana por la palabra a través de disputas,

por la predicación paciente o por presiones al Rey para

obligar a judíos y musulmanes a escuchar la predicación

de frailes y obispos, incluso, en sus propias casas, sinagogas

y mezquitas, a lo largo y ancho de todo el reino.

El ambiente de lucha entre el racionalismo y el

fideísmo de cualquier tipo (llámense también: herejías,

judaísmo e islam, etcétera) tensó tanto la situación que

propiciaron las implicaciones del IV Concilio de Letrán

(1215) que forma parte de los factores que provocan la

inexistencia de un auténtico diálogo y que la tolerancia

en el reinado del Conquistador fuera relativa.

El grado de participación de las minorías en momentos

pareció ir en aumento y la tolerancia que existía

hacia ellas, por parte de las Cortes, parecía obligada por

las circunstancias mismas del carácter asociativo de los

reinos y, al interior de los mismos, por las formas de organización

de las comunidades donde los individuos como

tales sólo tenían valor en función de su pertenencia a tal o

cual comunidad. Esa participación se iba definiendo por



102 103



el desarrollo alcanzado por las fuerzas armadas, el desarrollo

de las fuerzas productivas, el grado de rendición de

los vencidos, el aporte que como comunidades hacían a la

colonización de los lugares conquistados, las actitudes de

los vencedores y las aptitudes de las partes para enfrentar

el reto de la construcción de un nuevo rumbo, después

del dominio musulmán, entre otros factores.

El avance de la cristiandad en la Península Ibérica

no fue armónico ni unidireccional, sus ambiciones

eran inmensas, aunque, en principio, presuponía la persuasión

al estilo del apóstol Pablo en Tesalónica, donde

unos se convirtieron y otros no, finalmente se utilizaron

métodos coercitivos, en aras de recuperar el carácter

universalizado que dicha religión llegó a tener en el imperio

romano.

En aspectos culturales, la convivencia es señal de

la existencia de tolerancia que se muestra en la combinación

de estilos literarios, la superposición de estilos

arquitectónicos, la combinación y realimentación de conocimientos

científicos, la recuperación y fomento de

inventos como la numeración arábiga sin abandonar los

números romanos, la recuperación de infinidad de arabismos

en la formación de las lenguas romances, entre

los fenómenos que más saltan a la vista.

Esta investigación quizá permita establecer un

punto de reflexión que arroje elementos de análisis a

aquéllos que piensan que entre las culturas existen elementos

irreconciliables, porque el periodo histórico

estudiado proporciona pistas a los políticos actuales de

las formas de concertación y de negociación de límites

territoriales, de conciencia individual y colectiva, así

como de la diversidad de formas de pensar y actuar que

pueden coexistir en función de objetivos comunes de

crecimiento general —como grandes conglomerados—

por la paz, el respeto mutuo que puede conducir a la

tolerancia plena.

Este trabajo aspira, a través del análisis de hechos

del siglo XIII, a reflexionar sobre el hecho de que la tolerancia

es necesaria y posible, porque a diario conocemos,

a través de las noticias, de guerras con motivos religiosos,

por ejemplo la iniciada en 2003 de Estados Unidos contra

Irak, derivada del atentado a las Torres Gemelas del

World Trade Center de los Estados Unidos el 11 de septiembre

de 2001, que ha hecho resurgir una serie de fundamentalismos

que, si se analizan históricamente a través

del estudio de épocas y circunstancias, como la descrita,

podrá observarse cómo las comunidades de diferentes

ideologías y credos religiosos pueden coexistir.

Las luchas internas entre las diferentes fuerzas políticas

del reino de Aragón permitieron establecer delimitaciones

territoriales y ayudaron a explorar escenarios

de solución a diversos problemas.

En la actualidad hay diferentes enfoques de los

problemas por los que atraviesa España, que después de

haber sido república desde 1931 (Azaña, s. f.) ha regresado

a ser una monarquía, ha pasado de un proceso de

transición de la dictadura franquista a la democracia,

tras un periodo de mucha intolerancia y el ascenso al

reinado de Juan Carlos de Borbón (de 1975 a la fecha)

que en esa época logró un gran consenso social que se

observa con la participación de los que firmaron el Pacto

de la Moncloa en octubre de 1977:



El desarrollo de este Acuerdo se acomodará a la legislación

vigente en cada momento relativo a instituciones autonómicas

provisionales, a los efectos de adecuar la instrumen


104



105



tación prevista a la distribución de competencias que se

establezca en dicha legislación, y todo ello en un marco de

unidad de la política económica española.

Los representantes del Gobierno y de los diversos partidos

políticos con representación parlamentaria entienden que,

si las acciones expuestas se cumplen, señalarán el punto de

partida para la superación de la actual crisis económica.

Firmado en Madrid, en el Palacio de la Moncloa, el día

veinticinco de octubre de mil novecientos setenta y siete.

Firman:



Adolfo Suárez González, Felipe González Márquez, Joan Reventós

Carner, Josep María Triginer Fernández, Manuel Fraga Iribarne,

Enrique Tierno Galván Juan Ajuriaguerra Ochandiano, Miguel

Roca i Junyent, Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo y Santiago Carrillo

Solares.



Representantes de fuerzas políticas que en el



periodo anterior fueron antagónicas, como ejemplo se da

el caso de


Santiago Carrillo Solares que representaba al Partido



Comunista y


Manuel Fraga Iribarne representante de las



fuerzas conservadoras. (Gobierno español)



Mientras tanto en ese mismo año se inició en

México una transición política con una reforma electoral

para modificar las reglas de acceso al poder que tuvo,

entre otros efectos, que partidos políticos existentes que

realizaban de manera irregular actividad política sin tener

registro legal se legalizaran, después de la brutal represión

de los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971;

y de que en 1976 se presentó un candidato único a la

Presidencia de la República Mexicana que fue apoyado

por el partido oficial, el Partido Revolucionario Institucional

(PRI), y diversos partidos políticos aliados (Partido

Auténtico de la Revolución Mexicana, PARM, y Partido

Popular Socialista, PPS) en medio de un ambiente

de gran intolerancia, pues se generó, por un lado, la

lucha de “güerillas” en la década de los 70 y, por otro

lado, la lucha por la legalización de la actividad política

de partidos como el Partido Comunista Mexicano, que

participó sin registro en la elección presidencial de 1976,

entre otros. En un periodo muy corto de 20 años el país

cambió y en 1997 el partido hegemónico que controlaba

prácticamente el Congreso de la Unión, los congresos

locales y la totalidad de los gobiernos estatales y casi todos

los ayuntamientos perdió en ese año la mayoría en la

Cámara de Diputados federal y el Gobierno del Distrito

Federal. En esta década de los 90 también perdió el PRI

diferentes gobiernos estatales, en 2000 y 2006 la Presidencia

de la República.

De 1977 a la fecha se han realizado cambios políticos

importantes: se crearon diferentes órganos autónomos

del Estado como el Instituto Federal Electoral, la Comisión

Nacional de Derechos Humanos, el Tribunal Electoral del

Poder Judicial de la Federación, el Instituto de Acceso a la

Información Pública, y la Auditoría de la Federación.

Estos órganos se fueron fortaleciendo en el transcurso

del tiempo otorgándoles mayores facultades y mayor

autonomía. Prácticamente todos se han replicado a

nivel de las entidades federativas aun cuando no en todos

los casos tienen las mismas fortalezas. Sin embargo,

existen asignaturas pendientes en especial en lo que corresponde

al combate real a la corrupción y la democracia

directa, prácticamente es inexistente el referéndum

y la consulta pública. No se han establecido los mecanismos

adecuados para evitar el uso de recursos públicos



106 107



de los tres niveles de gobierno en las elecciones, lo que

genera inequidad electoral, pues se favorece a los partidos

políticos que detentan el gobierno, esto produce

crispación social, intolerancia y falta de confianza de los

ciudadanos en las instituciones públicas.

A nivel internacional es evidente la necesidad de

que se reforme y actualice la ONU para que, entre otras

cuestiones, se modifiquen sus ordenamientos a fin de

que participen los países emergentes en sus órganos

de decisión, tales como Brasil en el Consejo de Seguridad

(CEBR, 2011),


14 ya que este último desplazó a Inglaterra



en el contexto económico internacional; promueva

la paz mundial y el respeto a los derechos humanos

en forma efectiva, en especial en la región de Africa del

norte y Medio Oriente, y particularmente para acabar

con el permanente enfrentamiento entre judíos y musulmanes

en la pelea histórica de lo que denominan “sus

tierras” y se logre hacer de Jerusalén una ciudad donde

coexistan las tres religiones estudiadas para que se pueda

aplicar la tolerancia religiosa plena, ahí y en todo el

mundo (Gassino y Riobó, 2004, p. 120).

En México se requiere aprender de la búsqueda

de la transición democrática que siguió España en el último

cuarto del siglo pasado. Hasta ahora, en la República

Mexicana sólo se ha logrado la alternancia en el año

2000 en la Presidencia de la República, en un número

importante de los gobiernos estatales y en los ayuntamientos,

aun cuando esto representa un avance democrático

hacen falta cambios de fondo en el régimen político

para superar la corrupción y la impunidad.

Se ha profundizado la desigualdad social y la inseguridad

pública, hundiendo al país en una crisis económica,

política y social, que se expresa en la inseguridad y

la reaparición de la intolerancia, con manifestaciones de

un incremento alarmante de la violencia. Para muestra

de esto, basta con mencionar que durante el sexenio de

Felipe Calderón se ha superado la cifra de 51 mil 918

muertos vinculados con el crimen organizado (Castillo,

2011), como señala (Ackerman, 2011):



El naufragio nacional pareciera inevitable, las consecuencias

serían desastrosas para la nación entera, surgirían

voces que prometen “orden y paz” a toda costa. Así por

primera vez desde la pacificación de las fuerzas revolucionarias

a principios del siglo XX, emergería el peligro real

de la cancelación de las elecciones federales y la imposición

de un golpe de Estado, desde las cúpulas militares y

con el respaldo de la jerarquía católica. (p. 45)



Hay que aprender de la historia lo que no se debe

hacer, que es el fortalecimiento de la jerarquía de la Iglesia

católica para evitar la polarización que ya conocimos

con la guerra cristera en la década de los años 20 del

siglo pasado.



Durante un tiempo la iglesia católica fue perdiendo influencia

política, a pesar de ocasionales enfrentamientos

con el Estado. Las primeras constituciones mexicanas establecieron

la intolerancia religiosa al adoptar al catolicismo

como credo oficial y único permitido en el país. La constitución

de 1857 abandonó la confesionalidad del Estado y

las Leyes de Reforma, de 1859, luego de ser incorporadas a

la Constitución, ofrecieron un panorama más liberal, que



14


La economía de Brasil superó a la de Gran Bretaña y ya es la sexta más fuerte del



mundo, según el informe que difundió el Centro de Investigaciones en Economía

y Negocios (CEBR), un instituto de estudios ubicado en Londres.



108 109



se subrayó en la Constitución de 1917. Empero, en contra

de lo previsto por la Constitución, el siglo XXI marcó el

inicio de una actitud exigente de la Iglesia y complaciente

del gobierno, que denota un retroceso progresivo de la

secularidad del Estado y que abre paso a una renovada influencia

eclesiástica en la vida institucional mexicana. (Valadés,

2011, p. 71)



Con la reforma constitucional federal al artículo

124 realizada en diciembre de 2011, por la Cámara de

Diputados federal en la que autoriza actos públicos religiosos

fuera de los templos se favorece a la jerarquía

eclesiástica de la Iglesia católica “con esta aprobación,

que aún deberá ser ratificada en el Senado, se debilita

aún más el Estado laico, y se reconoce que es cada vez

más débil para regular y exigir el respeto a la laicidad”

(Poy y Gómez, 2011, p. 7).

En casi dos décadas, se ha debatido el debilitamiento

del Estado laico y de que se está avanzando hacia

el Estado confesional pues se están abriendo las puertas,

con esta última reforma a la Constitución federal de la

República, para modificar leyes secundarias para que se

permita dar clases de la religión católica en las escuelas

públicas lo cual podría generar intolerancia religiosa.

Del lado del gobierno federal de signo panista se manifiesta

otra visión: el titular de Gobernación dice que “la

modificación amplía el derecho de las personas a ejercer

libremente su religión y a manifestar sus creencias” (Poy

y Gómez, 2011, p. 7).

Es importante acotar que las dificultades que

enfrenta este estudio se refieren a la aplicación misma

del concepto


tolerancia, el cual se ha desarrollado siglos



después al periodo aquí estudiado, y, actualmente en el

siglo XXI, se acompaña de los términos de


democracia y



pluralidad



. No obstante, se analiza el concepto de tolerancia



relativa



porque puede servir para explicar la necesidad



de la ampliación de la apertura en el México actual;

sobre todo por el resurgimiento de la intolerancia y la

falta de credibilidad en el voto, como expresión de la voz

ciudadana. Cancelar el voto es cancelar las pocas voces

que se expresan a través de éste y nulificar el poder del

mismo significa delegar el mandato e incentivar esquemas

despóticos y dictatoriales.



111



Anexo



Cronología de hechos sobresalientes: alianzas

y acuerdos antes, durante y posteriores

a la vida de Jaime I de Aragón



718 Batalla de Covadonga. Triunfo del rey

Pelayo de Asturias.

731-741 Pontificado de Gregorio III.

732 Batalla de Poitiers. Triunfo de Carlos

Martell. Conquista de Toledo.

741-757 Pontificados: Zacarías; Esteban II,


15



Esteban III.


16



756-1031 Emirato de Abderramán I.

757-767 Pontificado de San Pablo I.

768-772; 772-795 Pontificados: Esteban III; Adriano I.

778-840 Luis I, el Piadoso o Ludovico Pío.


17



15


Muere antes de ser consagrado.



16


Es hijo de Sancho el Mayor de Navarra, mientras que en Navarra reina don García,



hermano de Fernando I.



17


Emperador del sacro imperio romano-germánico (814-840) y Rey de Aquitania



(781-840). Hijo y único sucesor de Carlomagno (801).



112 113



791-842 Fundan Santiago de Compostela.


18



795-816 Pontificado de León III.

801 Triunfo de Ludovico Pío.

802-850 Ramiro I derroca a los árabes en Albelda,

se apodera de Calahorra (844).

816-817; 817-824; 824- Pontificados: Esteban IV, Pascual I,

827 y (827) 827-844 Eugenio II, Valentín, Gregorio IV.

(844); 844-847; Pontificados: Sixto V, Sergio II, León IV,

847-855; (855) Anastasio.

855-858; 858-867; Pontificados: Benedicto III, San Nicolás I,

867-872; 872-882; Adriano II, Juan VIII, Marino I.

882-884

884-885; 885-891; Pontificados: Adriano III, Esteban V,

891-896; (896) Formoso, Bonifacio VI.

896-897 (897) (897) Pontificados: Esteban VI, Romano,

Teodoro II.

¿?-897 Vifredo el Velloso o Guifre de Pilos.

898-900; 900-903; Pontificados: Juan IX, Benedicto IV,

(903); 903-904; 904-911 León V, Cristóbal, Sergio III.

905 Invasión de Almanzor.

911-913; 914-928; Pontificados: Anastasio III, Juan X,

(1928) 928-931; Esteban VII, León VI.

929 Abderramán III funda el califato

independiente de Damasco, en Córdoba.

931-935 Pontificado: Juan XI.

940-1002 Almanzor (985).

c. 1024-1076 Ramón de Berenguer I, el Viejo.

1031 Fin del Califato de Córdoba.

1035-1065 Rey: Fernando I (en León).


19



1035-1076 Conde Ramón de Berenguer I.

1037 Batalla de Tamara. Derrota de Bermudo.

1040 N. Rodrigo Díaz de Vivar,

el Cid Campeador.

1050 Concilio de Coyanza.


20



c. 1053-1082 Ramón de Berenguer II,

Cabeza de Estopa.

1054 Conquista total de Rioja.

1064 Reconquista de Coimbra.

1064-1069 Código de los Ustages.

1065-1072 Rey: Sancho II.

1065-1109 Rey: Alfonso VI.

1068 Batalla de Llantada.



18


Alfonso II funda esta ciudad tras el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago.



19


Hijo de Sancho el Mayor de Navarra; en Navarra reina su hermano, don García.



20


Se reforma la disciplina eclesiástica.



114 115



1073 Pontificado de Gregorio VII, auspicia la

formación de la Orden de los Teutónicos


21



(carácter caritativo).

1074 Las bodas del Cid.


22



1075 Dictatus Papae de Gregorio VII.

1076 Destitución de Gregorio VII.

1077 Gregorio VII absuelve a Enrique IV

de la excomunión.

1081 Alfonso VI destierra al Cid.

1082-1131 Ramón de Berenguer III.

1085 Conquista de Zorita. Conquista de

Toledo por Alfonso VI.

1095 Concilio de Clermont (Francia).

1096 Reconquista de Huesca por Pedro I.

1096-1131 Conde Ramón de Berenguer III.

1096-1099 Primera cruzada. Masacre de judíos

de la Isla de Rhin (1096).

1099 Muere el Cid.

Fundan la Orden de los Caballeros de

San Juan de Jerusalén (caridad), bajo los

auspicios de Urbano III.

1104-1135 Reinado de Alfonso I, el Batallador.

c. 1113-1162 Ramón de Berenguer IV, el Santo.

1118 Conquista de Zaragoza por Alfonso I,

el Batallador.

Fundan la Orden de los Caballeros

Templarios.


23



1135 Concilio para consagrar a Alfonso VI

como el emperador o rey de León

y Castilla.

1137 Muerte de Ramiro II, rey de Aragón.

Unión de Petronila, hija de Ramiro II, y

Ramón de Berenguer IV, con lo que se

une el condado de Cataluña con el reino

de Aragón.


24



1144 Se separan Castilla y Portugal a través de

alianzas entre el papa y Alfonso Enríquez,

quien lo recibe como dote matrimonial al

contraer nupcias con Teresa, hija de

Alfonso VI.

1146 Revueltas antijudías en Rhineland en la

segunda cruzada.

1147 Conquista de Almería. Comienza una

persecución brutal, al norte de África bajo

los almohades que llega hasta 1212.



23


La orden tuvo un fin militar, por lo que se diferenciaba a este respecto de las otras



dos grandes órdenes religiosas del siglo XII: los Caballeros de San Juan de Jerusalén

y los Caballeros Teutónicos, fundadas como instituciones de caridad. La orden

obtuvo la aprobación papal en 1128, en el Concilio eclesiástico de Troyes, recibió

unos preceptos austeros que seguían estrechamente las pautas de la orden monástica

de los cistercienses, como organización estaba destinada a dar protección

armada a los viajeros. Se aprueba en 1128.



24


El contrato de esponsales se llevó a cabo en esa fecha, cuando Petronila tenía dos años



de edad y el Conde 22, el matrimonio tuvo lugar en 1950, cuando la princesa tenía 15

años y su prometido tenía 35.



21


Su concepto de la cristiandad era mucho más amplio que el de cualquiera de sus predecesores,



y para él la


militia Christi no significaba ya que los religiosos profesos libraran



batallas espirituales con fines espirituales, sino que se refería a caballeros reales

librando batallas auténticas bajo la dirección de la Iglesia. En el año 1073 pidió una

campaña contra los musulmanes de España, según la cual cualquier tierra conquistada

sería entregada al papado (Le Goff, 1995, pp. 53-54).



22


Se casa Jimena Díaz, prima del rey Alfonso VI, con Rodrigo Díaz de Vivar.



116 117



1147-1149 Segunda cruzada.

1172 Alfonso II hereda el Rosellón y

extiende la reconquista por tierras de

Teruel y Valencia hasta la frontera con

Murcia.

1176 Fuero de Teruel, sirvió de base a otras

regiones para considerar a los judíos

como propiedad del Rey y pertenecientes

al tesoro real.

1179 Tratado de Cazola entre los reyes de

Castilla y Aragón: delimitación de zonas

respectivas de reconquista en la península.

1180 Nace Pedro Nolasco (1180-1249).


25



1181 Nace Francisco de Asís (Italia).

1182 Muere Fernando II de León. El rey

Felipe Augusto de Francia declara la

expulsión de los judíos y la confiscación

de sus bienes a favor de la corona real.

n. 1196 Pedro I.

c. 1177-1213 Pedro II, el Católico.


26



1189-1192 Tercera cruzada.

1190 Muere Federico, Barbarroja, en la

tercera cruzada.

Fundación de la Orden de los Caballeros

Teutones o Teutónicos.


27



Revueltas antijudías en Inglaterra.

Masacre de York y otras ciudades.

1195 Alfonso VIII es derrotado en Alarcos por

el califa almohade Almanzur.

1196 Muerte de Alfonso II de Aragón. Sube al

trono Pedro II, el Católico.

1198-1216 Pontificado de Inocencio III.

1199 Fundación de la Orden de Mercedarios.

1200 Se suman al reino de Castilla, Guipúzcoa y

Álava. Son arrebatados a Navarra.

1202-1204 Cuarta cruzada.

1203 Nace Jaime I.

1204 Pedro II adquiere Montpellier. Muerte de

Maimónides.

1208 Nace la Orden de los Franciscanos.

1209 Cruzada contra los albigenses y triunfo

de Simón Montfort, protegido del papa a

través de la toma de la ciudad de Beziers.

Es vencido y muere Pedro II, el Católico,

de Aragón, con él se acaba el predominio

de Aragón sobre el sur de Francia y queda

huérfano Jaime I.



25


Heredó de sus padres una muy cuantiosa fortuna que dedicó al pago de rescates de



cautivos cristianos prisioneros por los musulmanes, formó, con ayuda de Raimundo de

Peñafort, una asociación para tal fin, el 10 de agosto de 1218, con la aprobación y apoyo

del Rey de la Corona de Aragón, Jaime I, el Conquistador, denominada la Orden de

Santa María de la Merced, cuya sede quedó establecida en el hospital de Santa Eulalia

de Barcelona y en 1235 pasó a estar regida por la regla de San Agustín.



26


Rey de Aragón (1196-1213). Hijo de Alfonso II de Aragón, quien murió en 1196



y padre de Jaime I (Le Goff, 1995, p. 124).



27


A mediados del siglo XII nacieron las órdenes españolas de Calatrava, Alcántara,



Santiago y Montesca (Berceo, 1992, p. XXVI).



118 119



Se funda la primera comunidad

franciscana. Bajo el auspicio de Inocencio

III, dirigida por Francisco de Asís

(1182-1226).


28



Fundan Orden de los Carmelitas.


29



1212 Conquista de Úbeda y Baeza, así como

de Navas de Tolosa.


30



1213 Cruzada contra los albigenses.

1213-1276 Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador.

1214 Muere Alfonso VIII de Castilla.

Se funda la primera Universidad

Española en Palencia, la cual se traslada a

Valladolid.

Empieza a gobernar Enrique I, bajo la

tutela de su hermana Berenguela.

1215 Masacre judía.

IV Concilio de Letrán.


31



Se funda la Orden de los Dominicos.

Se funda la Universidad de Salamanca.


32



1216-1222 Domingo de Guzmán (1170-1221),


33



primer general de la Orden

(mendicante) de los Dominicos.


34



1216-1227 Pontificado de Honorio III, quien corona

a Federico II.

1217 Conquista de Cáceres.

1217-1252 Fernando III, el Santo,


35 primero Rey de



Castilla y después, a la muerte de su tío

Enrique I,


36 de León.



1218 (10 de agosto) Se aprueba la Orden de los Mercedarios,

de carácter militar, lego y mendicante,

bajo los auspicios de Honorio III.


37



1220 Fernando III se casa con la princesa

alemana Beatriz de Suabia.

Jaime, el Conquistador, toma Albarracín.

1221 Muere en Bolonia Domingo de Guzmán.



28


Giovanni Francesco Bernardone nació en Asís; durante su juventud llevó una vida



mundana y despreocupada. Después de una batalla entre las ciudades de Asís y Perugia,

Francisco fue encarcelado durante un año en esta última ciudad. Mientras estuvo

prisionero sufrió una grave enfermedad que le hizo reflexionar y decidió cambiar su

forma de vida. Fundó la Orden de los Franciscanos.



29


Carmelitas es el nombre popular que reciben los miembros de la Orden de Nuestra



Señora del Monte Carmelo. Orden religiosa católica fundada como una comunidad

de ermitaños de Palestina, en el siglo XII. El ermitaño francés Berthold escribe la regla

original en 1209, pero el patriarca latino de Jerusalén, Alberto de Vercelli, la hace más

severa: les exigía vivir en pobreza y en total soledad, absteniéndose de comer carne.

Tendrá mayor importancia en Europa que en su patria de origen, al igual que la Orden

de los Caballeros Teutónicos (Le Goff, 1995, p. 74). Es fundada por Berthold y Alberto

de Vercelli, es aprobada en 1226 por Honorio III.



30


Nombre de la localidad francesa donde nació Jaime I.



31


Se proclama el dogma de la transubstanciación y la confesión auricular.



32


Bajo el reinado de Alfonso IX de León, se estudia el trívium y el cuadrívium, teología,



medicina y derecho, fundado en el fuero juzgo.



33


Domingo de Guzmán nació hacia el año 1170 en Caleruega, Burgos. A los 17 años



ingresó en la Universidad de Palencia, donde estudió teología y filosofía. Conocido

por su generosidad, se dice que vendió todas sus posesiones para ayudar a los pobres

durante una época de escasez en 1191. Domingo y varios compañeros recibieron una

casa y una Iglesia en Prouille (cerca de Toulouse), donde comenzaron su vida de penitencia,

estudio y predicación. En 1206 se fundó un convento para mujeres. Domingo

murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221, durante una campaña misionera personal en

el norte de Italia. Fue canonizado en 1243.



34


Auspiciada por el papa Honorio III.



35


Hijo de Alfonso IX de León y doña Berenguela.



36


Se hizo llamar Rey de las Tres Religiones.



37


Fundada por Pedro Nolasco.



120 121



Jaime, el Conquistador, contrae

matrimonio con Leonor de Castilla.

Se inicia la construcción de la catedral

de Burgos.

1221-1224 Fundación de la Escuela de Traductores

de Toledo.

1222 Muere Alfonso II, rey de Portugal.

1222-1237 Jordán de Sajonia (1190-1237) es

nombrado segundo general de los

dominicos.

1224 Fundación de la Universidad de Nápoles.

1225 Nace Tomás de Aquino.

1226 Mueren Honorio III y Francisco de Asís.

1227 Conquista de Cáceres.

1227-1241 Pontificado de Gregorio IX.

Establece la Inquisición.


38



1229 Conquista de Mallorca por Jaime I de

Aragón. Se instala ahí la escuela de lenguas.

Fernando manda un ejército contra

África, ayuda a recobrar el trono de

Almamún.


39



1229-1232 Conquista de Baleares por Jaime I.

1230 Conquista de Badajoz.

Sexta cruzada.


40 Conquista de Menorca



por Jaime I de Aragón.

1232 Disputa maimodiana. La isla de Menorca

se somete a Jaime I.

1233-1424 Fundan Orden (mendicante)

de los Servitas.

1234 La isla de Ibiza se somete a la

Corona de Aragón.

1235 Toma de Ibiza por Jaime I de Aragón.

Libelo de sangre en Alemania.

Nace Ramón Lull en Palma, Mallorca.

1236 Conquista de Córdoba por Fernando III,

el Santo.

Severa persecución antijudía en Francia.

1238 Sitio de Valencia por Jaime I.

Raimundo de Peñafort (1180-1275),

tercer general de los dominicos, redacta la

regla definitiva de la Orden Dominicana.

1239 (poco después) Convento de Valencia

(enseñanza del árabe).

1240 Disputa de París.

Se crea la Universidad de Tolosa.



38


Excomulga a Federico III.



39


Gracias a esa ayuda se permite a los castellanos instalar una iglesia en Marruecos.



40


Es organizada por Federico II contra la voluntad del papa Gregorio IX y obtiene por



medios diplomáticos la mitad de Tierra Santa.



122 123



1240-1285 Pedro III, el Grande.


41



1241 Se condena la usura en España.

Caída de los judíos de Frankfort.

Quema de libros de Maimónides.

Conquista de Murcia por Fernando III, el

Santo, de Castilla.


42



Muere Gregorio IX. Pontificado

de Celestino IV.

1241-1252 Juan, el Teutónico (1180-1252),

cuarto general de los dominicos.

1242 Quema del Talmud en París.

1243-1254 Pontificado de Inocencio IV.

1243-1311 Jaime II (de Mallorca).


43



1244 Conquista de Játiva por Jaime I de Aragón.

Tratado de Almizra, confirmación de los

convenios de Cazarola entre Castilla

y Aragón.

En Túnez se establece la enseñanza

del árabe.


44



1245 Conquista de Alcira y Játiva.

1246 El infante Alfonso negoció y firmó el

tratado de Aragón.


45



1247 Inocencio IV decreta constitución para los

judíos. Cruzada de los vendos.

1248 Conquista de Valencia; conquista de

Sevilla por Fernando III.


46



1249 Jaime I dispone el


Consell de Cent como



forma de gobierno de Barcelona

y su entorno.

Alfonso X, el Sabio, se casa con

Violante de Aragón.


47



1250 El Rey confirma privilegios, si venían de

África y tenían salvoconductos.

Acusación de crimen ritual contra los judíos.

El rey Jaime I confirma privilegios a

norafricanos a quienes previamente había

dado salvo-conductos.


48



1252 Muere Fernando III, el Santo, en Sevilla.


49



1252-1284 Reinado de Alfonso X de Castilla.

1254 Muere el papa Inocente IV.



41


Rey de Aragón (1276-1285). Hijo de Jaime I y su segunda esposa Violante de Hungría.



Casado con Constanza Staufen de Sicilia.



42


Alfonso X, el Sabio, conquista Murcia ayudado por su suegro Jaime I de Aragón.



43


Rey de Mallorca (1276-1285, 1298-1311). Hijo de Jaime I de Aragón y Violante de Hungría.



Nació en Montpellier (en la actual Francia).



44


Con ayuda de los reyes de Aragón y Castilla en 1250 se enviaron ocho estudiantes a



Túnez, esta acción se mantendrá hasta la cruzada de San Luis.



45


Heredero al trono de Fernando III de Castilla (Beinart, 1996, p. 113).



46


Tras 18 meses de asedio.



47


Hija de Jaime I de Aragón.



48


Asentados en Palma, Felantix, Simeu, Alcudia, Inca, Sóller y Pollensa, así como al resto



de sus correligionarios en la isla que se dedicaban al comercio, la agricultura y la artesanía

(Beinart, 1996, p. 105).



49


Cuando se disponía a pasar el estrecho para llevar la guerra a África.



124 125



1254-1261 Pontificado de Alejandro IV.

1254-1263 Humbert de Romans (1194-1277), quinto

general de los dominicos.

1255 Libelo de sangre en Lincoln, Inglaterra.

1257 Creación de la


Consollat del Mar.



Sitio de Niebla (provincia de Huelva)

por Alfonso X, el Sabio.


50



1258 Jaime I devuelve Alicante a Castilla,

arrancada a los musulmanes.

Tratado de Corbeil entre San Luis de

Francia y Jaime I de Aragón


51



(Le Goff, 1995, p. 224).

1259 Convento de Barcelona

(enseñanza del árabe).

1261-1264 Pontificado de Urbano IV.

1263 Conquista de Elche.

Disputa de Barcelona.

1264 Juan de Vercelis (1200-1283), general de

los dominicos.

1265-1268 Pontificado de Clemente IV.

1266 Conquista de Murcia de Jaime I en unión

con los castellanos. Se instala la enseñanza

del hebreo.


52



1268 Jaime I devuelve a Castilla la región de

Alicante, que había ganado a los

musulmanes y poblado con catalanes.


53



1270 Muere Luis, rey de Francia, víctima de

peste, durante la octava cruzada.


54



1271-1276 Pontificado de Gregorio X.


55



1274 Fundación del convento franciscano.


56



1276 Muere Jaime I de Aragón.

Pontificado de Adriano V.

Sube al trono de Aragón Pedro III,

el Grande o el Épico.

Se instala el Colegio de Lenguas de Miramar.


57



1276-1277 Pontificado de Juan XXI.

1276-1285 Reinado de Pedro III de Aragón. Rey de

Aragón, de Cataluña y de Valencia, casado

con Suabia, hija del regente de Sicilia,

Manfredo.

1277-1280; 1281-1285 Pontificados: Nicolás III, Martín IV.

1281 Convento Estalla (enseñanza del hebreo).

1284-1295 Reinado de Sancho IV en Castilla.



50


Los musulmanes usan por primera vez la pólvora, que se dice fue descubierta por Roger



Bacon en 1214.



51


De hecho, Jaime I renunció a todos los derechos sobre los territorios al norte de los



Pirineos.



52


Dura hasta 1275-1276, en que se producen sublevaciones árabe-musulmanes.



53


De hecho, Jaime I renunció a todos los derechos sobre los territorios al norte de



los Pirineos.



54


Al igual que la séptima cruzada, organizada por el mismo Rey, esta cruzada fue



infructuosa.



55


Ordena a los cardenales permanezcan encerrados hasta que se eligiera un nuevo



pontífice (Berceo, 1992, p. XXIX).



56


Su principal centro de actividad estaba en el norte de África.



57


Por parte de Raymundo Lulio en el convento franciscano, fundado dos años antes.



126 127



1285-1287 Pontificado de Honorio IV.

1288 Se funda la Universidad de Coímbra.

1288-1292 Pontificado de Nicolás IV.

1290 Expulsión definitiva de los judíos de

Inglaterra y primera de las grandes

expulsiones de la Edad Media.

1292 Conquista de Tarifa.

1294; 1294-1303 Pontificados: Celestino V, Bonifacio VIII.

1298 Denuncia de profanación de ostia

de Nottingham.

1298-1299 Masacre de 200 judíos en 146 localidades

en el centro y sur de Alemania.

1303-1304 Pontificado de Benedicto XI.

1305 Dos excomuniones de Barcelona por

estudiar las obras de Maimónides.

1305-1314 Pontificado de Clemente V.

1306 Expulsión parcial de judíos en Francia.

1306-1320 Los participantes de la segunda cruzada

en Francia contra los musulmanes en

España, atacaron a judíos en 120

localidades al sur de Francia.

1311-1312 En Oxford, Bolonia y Salamanca se

establece la enseñanza del árabe,

caldeo y hebreo.

Concilio de Viena bajo el pontificado

de Clemente V.

1312 Escuela de lenguas en Játiva.

1316-1334 Pontificado de Juan XXII.

1327-1335 Alfonso IV.

1334-1342 Pontificado de Benedicto XII.

1336- 1387 Pedro IV, el Ceremonioso.


58



1342-1352; 1362-1370; Pontificados: Clemente VI, Urbano V,

1370-1378; 1378-1389; Gregorio XI, Urbano VI, Bonifacio IX.

1389-1404

1394 Expulsión definitiva de los judíos en Francia.

1424 Expulsiones definitivas de judíos en

Colonia y en Nüremberg.

1438 Expulsión definitiva de los judíos

en Estrasburgo.

1492 Expulsión definitiva de los judíos

en España.

1497 Expulsión definitiva de los judíos

en Portugal.



58


Conde de Barcelona y cuarto Rey de Aragón. Hijo de Alfonso IV y Teresa de Entenza,



destronó a su primo Jaime de Mallorca, y el 29 de marzo de 1344 hizo proclamar

solemnemente que el reino de Mallorca (con sus islas, los condados de Rosellón,

Cerdaña, Conflent y demás Estados que habían pertenecido a Jaime II de Mallorca)

quedaba perpetuamente incorporado a la Corona de Aragón (1344-1349).



128 129



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1572 Fundan la Orden de los Hospitalarios.


59



59


Nace la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Granada, España, al calor de



la vida testimonial de Juan de Dios. Oficialmente es reconocida por la Iglesia como

Familia Religiosa de Derecho Pontificio el 1 de enero de 1572. Los Caballeros Hospitalarios

de San Juan de Jerusalén era una orden militar establecida en esa isla

durante las cruzadas, con el objetivo de ofrecer ayuda médica a los peregrinos, también

se dedicaban a guarnicionar y mantener las fortalezas de los estados cruzados,

al igual que los templarios (Phillips, 1994, p. 68).

Fuente: elaboración propia con datos de Berceo (1992, pp. XXVI, XXIX), Beinart

(1996, pp. 105 y 113), Domingo y Larcala (1998), Le Goff (1995, pp. 53, 54, 74, 124,

224), Vidal (1995) y Phillips (1994, p. 68).



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Índice



Introducción 7

Tolerancia 23

Península Ibérica en el siglo XIII 29

Poder político en Aragón 45

Jaime I de Aragón. Antecedentes 59

Órdenes mendicantes 71

Disputa de Barcelona 79

Conclusiones 95

Anexo 111

Fuentes consultadas 129



CONSEJO GENERAL



M. en D. Jesús Castillo Sandoval



Consejero Presidente



Lic. J. Policarpo Montes de Oca Vázquez

Mtro. Arturo Bolio Cerdán

M. en D. Abel Aguilar Sánchez

M. en D. Jesús G. Jardón Nava

D. en A. P. José Martínez Vilchis

Lic. Juan Carlos Villarreal Martínez



Consejeros Electorales



M. en A. P. Francisco Javier López Corral



Secretario Ejecutivo General

Representantes de los partidos políticos



PAN Lic. Juan Antonio Flores Coto

PRI Lic. Eduardo Guadalupe Bernal Martínez

PRD Lic. Mario Enrique del Toro

PT Lic. Joel Cruz Canseco

PVEM C. Esteban Fernández Cruz

MC Lic. Horacio Enrique Jiménez López

NA Lic. Benjamín Ramírez Retama



JUNTA GENERAL



M. en D. Jesús Castillo Sandoval



Consejero Presidente



M. en A. P. Francisco Javier López Corral



Secretario Ejecutivo General



Lic. Jesús George Zamora



Director de Organización



Lic. Rafael Plutarco Garduño García



Director de Capacitación



Dr. Sergio Anguiano Meléndez



Director de Partidos Políticos



Lic. José Mondragón Pedrero



Director de Administración



Lic. Humberto Infante Ojeda



Director del Servicio Electoral Profesional



Lic. Alma Patricia Sam Carbajal



Directora Jurídico-Consultiva



Lic. Hernán Mejía López



Titular del Órgano Técnico de Fiscalización



Mtro. Ruperto Retana Ramírez



Contralor General



Ing. Pablo Carmona Villena



Jefe de la Unidad de Informática y Estadística



Dr. Ángel Gustavo López Montiel



Titular del Centro de Formación y Documentación Electoral



Mtro. Juan Carlos Muciño González



Jefe de la Unidad de Comunicación Social

Representantes de las coaliciones



“Compromiso con el Estado de México” (diputados)

Lic. José Neira García

“Comprometidos con el Estado de México” (diputados)

Lic. Ángel Luz Lugo Nava

“Compromiso por el Estado de México” (diputados)

Lic. Macario Yáñez Valdovinos

“MORENA” (diputados)

Lic. Ricardo Moreno Bastida

“Comprometidos por el Estado de México” (ayuntamientos)

Lic. Jorge Torres Rodríguez

“MORENA” (ayuntamientos)

Lic. Armando Bautista Gómez

“Movimiento Progresista” (ayuntamientos)

Lic. Javier Rivera Escalona

“Unidos Es Posible” (ayuntamientos)

Lic. Agustín Ángel Barrera Soriano

“El Cambio Verdadero” (ayuntamientos)

Lic. Marcos Álvarez Pérez



Comité Editorial

Presidente



Mtro. Jesús Castillo Sandoval



Integrantes



Dr. Gabino E. Castrejón García

Dr. Juan W. Cruz Rivero

Dr. Edgar A. Hernández Muñoz

M. en A. P. Francisco Javier López Corral

Dra. Irma Méndez de Hoyos

Dra. Rosa María Mirón Lince

Dr. Carlos A. Morales Paulín



Secretario Técnico



Dr. Ángel Gustavo López Montiel



Coordinadores de la edición



Ángel Gustavo López Montiel



Titular del Centro de Formación y Documentación Electoral



Ciro García Marín



Subdirector de Documentación y Promoción Editorial

Área de Promoción Editorial



Jorge Armando Becerril Sánchez

María Guadalupe Bernal Martínez

Merecedes Viridiana Macedo



Diseño gráfico y editorial



Ana Llely Reyes Pérez

Tania López Reyes

Luther Fabián Chávez Esteban

Azálea Belem Eguía Saldaña



Editorial

Tolerancia durante el siglo XIII en la Península

Ibérica y la intolerancia en la actualidad mexicana



se terminó de imprimir en el mes de mayo de

2012. En los talleres de

La edición estuvo a cargo del Área de

Promoción Editorial del Centro de Formación y

Documentación Electoral del Instituto Electoral

del Estado de México. Esta edición consta de

2,000 ejemplares.

En la formación se utilizaron las fuentes ITC New

Baskerville, de la familia Baskerville, diseñada por

John Baskerville y Bookman Old Style diseñada

por Ong Chongwah.

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